Noveno domingo después de Pentecostés

No solo está la oración en el centro de la vida cristiana, sino que también está el en centro de la frustración, el malentendido, y aun el sufrimiento de los cristianos.

July 25, 2010

View Bible Text

Comentario del San Lucas 11:1-13



No solo está la oración en el centro de la vida cristiana, sino que también está el en centro de la frustración, el malentendido, y aun el sufrimiento de los cristianos.

¿Cómo se ora? ¿Cómo contesta Dios nuestras oraciones? ¿Por qué a veces parece que Dios no presta atención a mis oraciones? Estas preguntas enturbiarán apenas debajo el rostro plácido que tendrán la mayoría de los oyentes este domingo. Pensando en eso, ¿podría ser un pasaje mejor — o más exigente — para predicar acerca de la oración que la representación que ofrece San Lucas de la escena en que Jesús enseña a sus discípulos como orar?

Es un desafío inmediato para el predicador que Lucas llena estos trece versos con un montón de cosas: el Padrenuestro, una parábola de la oración, y varios dichos acerca de la oración. Por lo tanto, el predicador tendrá que hacer una decisión: enfocar detalladamente en una sección, discutir los tres partes, o enseñar generalmente sobre la oración con referencias a los elementos específicas. Voy a trabajar por las secciones siguiendo el narrativo de Lucas, y entonces ofrecer unas sugerencias homiléticas al fin.

La Oración de los Discípulos

Sigue la visita con María y Marta, esta escena empieza con Jesús orando otra vez. Más que las otras evangelistas, Lucas enfatiza la importancia de la oración en la vida de Jesús (vea 3:21, 5:16, 6:12, 9:18, 9:28, 10:21-22, 11:1, 22:41-44, 23:46). Dado la familiaridad de los discípulos a la práctica de Jesús, y su conciencia que Juan había enseñado a sus discípulos a orar, es natural que le pidieran  instrucciones. La versión de la respuesta de Jesús que parece en Lucas es más breve y simple que la de Mateo. Aunque comparte elementos escatológicos de la interpretación de Mateo — “venga tu reino,” “no nos metas en tentación,” — también los atenúa por omitir algunas frases — el “voluntad [de Dios], como en el cielo, así también en la tierra” y “líbranos del mal” — así enfatizando los preocupaciones terrenales de obtener pan para mañana y cuidar de una comunidad formada por perdón compartido. En una manera completamente judía — doxología seguida de petición — Jesús nos invita dirigirse al Santo de Israel como pater, “Padre.” Se dirige a Dios, entonces, así como un niño pide a sus padres algo de gran necesidad y deseo.

Una Parábola de Oración

Hay una tentación para interpretar la parábola de Jesús como una indicación que tenemos que convencer a Dios por la oración, o por lo menos que un sello de la oración cristiana es la persistencia. La palabra griega anaideia, sin embargo, se traduce mejor como “desvergüenza” en vez de “persistencia,” y entonces implica una audacia que viene de la familiaridad. Fíjate en que el anfitrión que falta pan pide solo una vez, un pedido audaz, mostrando su confianza que su vecino cumplirá con los deberes de hospitalidad.  En este sentido él es “desvergonzado,” esperando que su amigo desee mantener las expectativas de la comunidad. También, indica Jesús, debemos ser atrevidos mientras ofrecemos nuestras peticiones a Dios, apelando desvergonzadamente que Dios cumple sus promesas.

Dichos Acerca de Oración

Después viene uno de los órdenes más conocidos de Jesús: pedid, buscad, llamad. Piedad popular ha interpretado esta frase como un llamado a persistencia (traducido como “pide y pide otra vez”). Quizás es más útil leer los instrucciones de Jesús como una invitación de confianza — pedid, buscad, llamad… confidente que recibirás lo que pides. Por supuesto no hay nadie entre los oyentes que le darían una serpiente o un escorpión a un niño suplicante, entonces, Jesús implica, ¿por qué no confiaríamos que Dios, el padre divino, nos dará todo lo que necesitamos, incluyendo y especialmente el Espíritu Santo?

Predicar en la Oración

Nosotros — ambos predicadores y oyentes — tendemos fijar en los aspectos mecánicos de la oración: cómo, por qué, cuándo. Sin embargo, las instrucciones que Jesús le da a sus discípulos enfoquen en una pregunta diferente: quién.  No se implica que las preguntas que tenemos son indignas de pedir. Dados los desafíos numerosos en la vida diaria, y con reconocimiento de las necesidades profundas y a veces no satisfechas que llevamos, nuestras preguntas sobre mecánicos son muy comprensibles y merecen estar oídas. Aunque es importante reconocer la validez de nuestras preguntas, también es importante reconocer que Jesús parece tener más interés, en este momento, en una invitación que una explicación. En este pasaje, Jesús nos invita a una relación con Dios por la oración, ofreciéndonos la oportunidad para acercarnos al Dios cuyo nombre es demasiado santo para hablar y cuyo rostro es demasiado terrible para contemplar con la familiaridad, audacia y confianza de un niño corriendo a su padre para ambos provisión y protección.

La oración, según ambos este pasaje y la representación más grande que Lucas ofrece de Jesús, no es fundamentalmente sobre recibiendo cosas de Dios sino la relación que tenemos con Dios. Entonces, después de una vida y un ministerio de oración, Jesús ora otra vez mientras está colgando en la cruz. En la misma manera, estamos invitados a revelar a Dios todos de nuestros necesidades, deseos, penas y esperanzas. Aunque en otras partes de las Escrituras se nos dice que Dios sabe todas de nuestras necesidades sin pedir (Mt. 6:8), aquí estamos invitados a revelarlas, decirlas para que existan con la confianza que no obstante lo que pase, esta relación puede aguantar a oír estas cosas, y quizás verdaderamente depende de oírlas.

En su libro Travelling Mercies, Anne Lammott escribe que nuestros dos oraciones mejores son, “ayúdame, ayúdame, ayúdame” y “gracias, gracias, gracias” (p. 82). Creo que Jesús estaría de acuerdo, así que en las palabras de Jesús a sus discípulos antes y ahora incluyen una invitación, sobre todo, a la sinceridad, la franqueza que viene de la intimidad, donde la sensibilidad extra a los sentimientos del uno al otro se pone al lado no por el desprecio pero por la confianza. Entonces, sin importar el cuidado que tienes mientras escribes tu sermón no podrás discutir todas de nuestras preguntas acerca de los “cómos” y “por qués” de la oración, sino podrás invitarnos a una relación más profunda, más honesta, y más confiada con el Dios que desea estar conocido sobre todo como un padre cariñoso, proveedor de todo lo bueno y protector de los necesitados. Aunque quizás este no nos da todo lo que queremos, por lo menos nos da lo que necesitamos más de todo. Danos hoy nuestro pan de cada día, sí.