Comentario del San Lucas 11:1-13
En la mayoría de las iglesias históricas, tanto católico-romanas como protestantes, se recita la oración del Padre/Madre Nuestro/a en cada misa u oficio. Es una parte de nuestra liturgia tradicional que surge de la oración modelo que enseñó Jesús a sus discípulos. Esta oración aparece tanto en Mateo 6 como en Lucas 11, aunque esta última contiene solo parte de la oración completa que utilizamos en nuestra liturgia dominical. Es una oración tan común que gran parte de las personas cristianas que conozco pueden repetirla de memoria. Sin embargo, la pregunta es: ¿Entendemos realmente las palabras de esta oración o simplemente la repetimos como el papagayo?
Uno de mis libros teológicos favoritos se titula El Padre Nuestro: La oración de la liberación integral, del teólogo católico romano Leonardo Boff. El autor escribe:
En la oración de Jesús, la causa de Dios no es ajena a la causa del hombre, y la causa del hombre no es extraña de la causa de Dios. El impulso con que el hombre se levanta hacia el cielo y suplica a Dios, se curva también hacia la tierra y atañe a las urgencias terrestres. Se trata del mismo movimiento profundamente unitario, y esta mutua implicación es justo lo que produce la transparencia en la oración del Señor. 1
Según el evangelio de Lucas, luego de que Jesús terminó de orar a solas, uno de los discípulos le pidió: “enséñanos a orar.” Ante esta petición, Jesús les enseña lo que hoy se conoce como el Padre Nuestro, una oración compuesta por una invocación y siete peticiones, primero peticiones que santifican el nombre de Dios y luego peticiones, como diría Boff, de la liberación de los seres humanos y del resto de la creación de Dios. En este comentario sobre la versión del Padre Nuestro de Lucas vamos a considerar la invocación y cinco de las peticiones.
Invocación: “Padre nuestro que estás en los cielos” (v. 2)
Aquí Jesús revela la paternidad de Dios a sus discípulos en un ambiente donde el poder de un padre era más bien coactivo. Ante esta realidad, era importante revelar a Dios en términos de generosidad, compasión, cuidado y actividades fieles a favor de los/as hijos/as de Dios, en especial, actividades de liberación en favor de las personas marginadas y oprimidas dentro de la sociedad. En la oración, Jesús revela un Dios que no está lejos ni removido sino un Dios cercano que se preocupa por el bienestar de su gran creación.
Creo que hoy más que nunca, y dentro de nuestro contexto hispano/latinx, tenemos que hacer un esfuerzo de ampliar nuestro lenguaje para que sea más inclusivo. Quizás podamos modificar la palabra “Padre.” Podemos utilizar la frase “Padre/Madre Dios” u otros títulos tales como Dios, Creador/a/e, Eterno/a/e, entre otros. No es fácil en español, pero es importante intentar romper con los esquemas de machismo y patriarcado que históricamente han caracterizado a nuestra fe cristiana.
Petición 1: “Santificado sea tu nombre” (v. 2).
En el contexto bíblico, santificar significa alabar, bendecir, glorificar; es hacer santo. Sin embargo, ¿tenemos razones para santificar algo que ya es santo? Si creemos que Dios es santo, no habría ninguna razón para pedir que sea santificado su nombre. Sin embargo, cuando santificamos algo significa que ha sido profanado, y la realidad es que el ser humano a lo largo de la historia ha sido experto en profanar el nombre de Dios con sus palabras y acciones. Solo tenemos que mirar la historia de la iglesia cristiana y ver cómo el nombre de Dios ha sido mal utilizado. A través de la historia, la iglesia ha utilizado el nombre de Dios para declarar guerras, matar, marginalizar, oprimir, quitar derechos y subyugar. Puede ser que estas acciones no profanen a Dios como tal, pero ciertamente profanan su nombre. Como resultado, cuando oramos tenemos que volver a aplicar el nombre de Dios a todo lo que es bueno, correcto, santo, justo y equitativo. Inclusive, pedir que sea santificado el nombre de Dios no tiene nada que ver con Dios, sino que nos recuerda las múltiples maneras en que hemos profanado el nombre de Dios en el nombre de la religión. Esta petición nos ayuda a reorientarnos a un Dios amoroso, fiel y justo y nos da herramientas para cuidarnos unos a otros y al resto de la creación.
Petición 2: “Venga tu Reino” (v. 2)
Luego de terminar en el seminario, trabajé como ayudante de cátedra para la clase de teología sistemática y tuve un desacuerdo teológico con la profesora. Ella sostiene que Dios hace realidad el reino, y yo sostengo que lo hacemos nosotros/as, los seres humanos, la comunidad amada. Pero hay dos cosas en las que sí concordamos: el reino es de Dios y es necesario que dejemos de verlo como algo futuro, como ese cielo capitalista que vamos a ver un día, el de las calles de oro, el mar de cristal y la mansión que no pudimos tener en vida. Por eso dice Boff que es una oración de liberación integral. Es necesario entender que con estas palabras estamos pidiendo a Dios que nos ayude a construir el reino de Dios, un reino de perfecto amor, paz, justicia y equidad aquí y ahora; un reino en el que todos/as seamos uno y uno seamos todos/as para la gloria de Dios. Venga tu reino, no en 1.000 años, ni cuando subamos en el rapto, ni cuando Jesús vuelva por segunda vez, ni siquiera cuando muramos, sino aquí y ahora, en este mismo momento. En un mundo cada día más fragmentado, pedimos a Dios que su reino se haga realidad en nuestras vidas hoy.
Petición 3: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (v. 3)
En 2019 la ONU reportó: “Pese a que hoy en día las cadenas de producción alimentaria elaboran suficiente comida para nutrir a todos los habitantes del planeta, el hambre continúa aumentando en algunas partes del mundo y más de 820 millones de personas sufren de desnutrición crónica.”2 Es triste que, en un mundo donde hay alimentos más que suficientes para todos/as, haya gente que no coma todos los días y personas que quizás coman hoy, pero no saben de dónde ni cómo llegará su próxima comida.
Quizás en el mundo posmoderno en que vivimos podamos ver esta parte de la oración como un momento para agradecer a Dios que tengamos seguridad alimenticia, pero también debe ayudarnos a reflexionar sobre cómo contribuimos individual y colectivamente a que no todos/as gocen del mismo derecho básico a la vida. También es un momento para analizar cómo ciertos sistemas políticos que idealizamos están involucrados en perpetuar este mal social. Como lo dijo en una ocasión el sacerdote católico romano de Brasil, Helder Camara: “Si les doy de comer a los pobres, me dicen que soy un santo. Pero si pregunto por qué los pobres pasan hambre y están tan mal, me dicen que soy un comunista.” Orar a Dios por la seguridad alimenticia de todos/as nos obliga a asegurar que otros/as tengan acceso a alimentos (y alimentos saludables) y a luchar en contra de los sistemas que mantienen ricos los ricos y pobres a los pobres.
Petición 4: “Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben” (v. 4).
Existen diferentes traducciones de esta parte de la oración. A mí personalmente me gusta más la versión que utiliza “ofensas.” En parte me gusta porque nos ayuda a recordar que nuestra responsabilidad como personas que profesamos fe en Dios y seguimos a Jesús es más horizontal que vertical. Nos preocupamos por no ofender a Dios con nuestras palabras y acciones y no prestamos tanta atención a cómo nuestras palabras y acciones ofenden a nuestros prójimos. Marjorie Suchocki propone que el ser humano peca horizontalmente. En otras palabras, lo que nos separa de Dios no es lo que le hacemos o decimos a Dios sino lo que les hacemos y les decimos a y de las demás personas. Queremos ser perdonados/as, pero Jesús plantea aquí que tenemos la obligación también de extender a otros/as el mismo perdón divino que recibimos diariamente de Dios. Quizás es un momento oportuno para dejar de pensar siempre de manera vertical y reconocer que nuestra fe cristiana, según el texto bíblico, nos insta a asumir las responsabilidades horizontales que tenemos con los/as demás.
Petición 5: “No nos metas en tentación” (v. 4)
El autor de Lucas no se explaya sobre lo que quiere decir con “tentación.” En nuestra realidad, tanto “tentación” como “pecado” son palabras que han sido mal utilizadas y distorsionadas por muchos/as. Creo que la enseñanza es que cuando las cosas se ponen mal y los huevos se ponen a peseta, no debo reaccionar como un yo-yo y preocuparme por mí primero, por mí segundo y por mí tercero. Quizás esta sea una oración para pedirle a Dios que no nos deje caer en la tentación de volvernos un yo-yo y que nos haga enfocarnos en buscar el bien común y colectivo, no solo lo “mío.”
La perseverancia en la oración
En los vv. 5-13 Jesús insta a los discípulos a perseverar en la oración. Utilizando parábolas, Jesús refuerza dos facetas importantes de la oración. Primero, que hay que reconocer al Dios a quien oramos. Y segundo, que orar es más que hablar y pedir a Dios. La oración que verdaderamente liberta es la que incluye palabras y acciones concretas en favor de los marginados, oprimidos y necesitados. Podemos orar todo el día que la voluntad de Dios sea una realidad en el mundo en que vivimos. Sin embargo, la oración liberadora y eficaz es la que sigue las palabras del refrán popular: “A Dios rogando y con el mazo dando.” Que nuestra oración del Padre/Madre/Dios adquiera un nuevo sentido y que recordemos que las palabras que recitamos también deben guiar nuestras acciones en el diario vivir.
Notas
- Boff, Leonardo, El padrenuestro: la oración de la liberación integral (Madrid: Ediciones Paulinas, 1982).
- ¿Podemos alimentar al mundo entero y garantizar que nadie pase hambre? (2019, Octubre 16). Noticias ONU.
https://news.un.org/es/story/2019/10/1463701
July 24, 2022