Cuarto domingo después de Epifanía

Los macarismos o bienaventuranzas tienen su origen en textos del Antiguo Testamento (Sal 1:1-3, 32:1-2 y 41:1; Pr 3:13 y 8:34) y denotan un estado de aceptación ante los ojos de Dios.

Sermon on the Mount
JESUS MAFA. The Sermon on the Mount, from Art in the Christian Tradition, a project of the Vanderbilt Divinity Library, Nashville, Tenn.

February 2, 2014

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Comentario del San Mateo 5:1-12



Los macarismos o bienaventuranzas tienen su origen en textos del Antiguo Testamento (Sal 1:1-3, 32:1-2 y 41:1; Pr 3:13 y 8:34) y denotan un estado de aceptación ante los ojos de Dios.

Jesús usa este recurso para enseñar quiénes son los makarioi o las categorías de personas que son felicitadas y cuáles son los motivos.

El verbo lego (5:2), usado por Mateo en la forma de gerundio para introducir el discurso de Jesús y que la versión Reina Valera 1995 traduce como “diciendo,” también puede traducirse como significar o enseñar, y hay que diferenciarlo de laleo (véase por ejemplo Mt 9:33), que sólo significa hablar y pronunciar palabras. Lego es todo lo que la ley dice e implica un discurso sistemático y programático. Entonces, las bienaventuranzas constituyen un discurso profético que sistematiza el kerigma del Reino de Dios en un sentido integral y pleno.

Los macarismos constituyen apenas el prefacio del gran “sermón del monte” que abarca los capítulos 5 al 7 del evangelio según San Mateo, con una serie de enseñanzas que tienen que ver con el anuncio del Reino y con buscar y vivir la justicia de Dios. Los macarismos tienen un paralelo en Lc 6,20-23. Por mucho tiempo se ha creído que Lucas escribió las bienaventuranzas primero, dándoles un sentido más social, y que luego Mateo “suavizó” el sentido de las mismas. Pero los escritos del Mar Muerto desvelan que “pobres en espíritu” (Mt 5:3) sería la versión original y más antigua y que, por lo tanto, es más probable que sea Lucas quien haya editado las bienaventuranzas de Mateo al escribir su propio evangelio.

La estructura denota dos inclusiones (vv. 3 y 10) que mencionan al Reino de los Cielos como la recompensa a ciertas condiciones de vida y que hacen de marco a los siete macarismos centrales del texto. La última bienaventuranza (vv. 11-12) está en segunda persona del plural (a diferencia de las ocho primeras que están en tercera persona), lo que la hace concreta y más desarrollada para sus oyentes. Es la consecuencia de vivir todas las bienaventuranzas anteriores.

En su discurso, Jesús enaltece las siguientes categorías de personas que iremos describiendo y contextualizando:

a) Los/las pobres en espíritu (v. 3):

Pobre (ptochós) es quien se reconoce irrisorio/a ante los ojos de Dios, quien está disponible para su proyecto. Se los podría comparar con los anawim (hebreo) de los que habla el Antiguo Testamento, o sea, los vejados y oprimidos de la sociedad. Hasta ahí estamos bien, pero cuando en Mateo se dice “pobres en espíritu” quedamos desubicados/as en cuanto al alcance y el sentido original. Se trataría de una pobreza no solo material, sino también de actitud.

En el mundo de consumo exagerado en que vivimos, esta primera bienaventuranza es una invitación a desprendernos del afán diario de consumir sin medida, a ir en contracorriente ante el constante bombardeo de productos y servicios que se nos presentan como necesarios para obtener la felicidad, pero que en realidad son superfluos. Nos mueve también a una actitud de solidaridad con nuestro planeta y con nuestra madre tierra que necesita personas que rompan con el sistema capitalista que todo lo mercantiliza, hasta a las personas.

b) Los/as mansos/as (v. 5):

Los/as mansos/as (praotes) son personas fuertes y con autodominio, que caminan con la sabiduría de Dios. Con esta cualidad ética se puede heredar la tierra, y ser poseedor de la promesa de tierra implica tener la conciencia de Dios, pues sólo así se puede construir un mundo nuevo que habite en una “tierra nueva.”

Ante el modo de vida global consumista de hoy, ¿qué tierra heredarán los y las mansas del mañana? Estamos camino a una catástrofe ecológica planetaria y aún no aportamos mucho desde una autoconciencia cristiana.

c) Los/as misericordiosos (v. 7):

Los/as misericordiosos/as (eleemones) también podrían ser llamados compasivos/as. Son los y las que aman desde sus entrañas (corazón). Esta bienaventuranza se relaciona con la exigencia de Oseas 6:6: “misericordia quiero y no sacrificios”. Nos propone una forma de vivir nuestra relación con Dios que no esté basada en apariencias sino en gestos concretos de amor hacia la otra persona, incluso los/as enemigos (Mt 5:44) y que en nuestra sociedad se pueden traducir como el o la diferente. Nuestra tendencia actual es el rechazo a quienes no son como yo (en raza, cultura, idioma, religión, género, status social, etc.), y es hora de construir un mundo diferente al actual, donde quepamos todos/as y cada uno/a sea reconocido con la misma dignidad. Sólo ese día podremos decir que alcanzamos la misericordia de Dios.

d) Los/as de limpio corazón (v. 8):

Los/as de limpio corazón (katharoi te kardia) son aquellos/as libres de contaminación e impureza y que desde esa pureza se ponen al servicio de Dios. Esta bienaventuranza exige que examinemos nuestras vidas con la mayor honestidad para visibilizar nuestras contaminaciones con todo lo que no es agradable a Dios. ¿Somos así de transparentes? Intuyo que existen pocos/as katharoi. Diversos tipos de corrupción han penetrado en nuestras sociedades y efectivamente tendremos que examinarnos. ¿Cuántas veces nos hemos contaminado o hemos caído en el facilismo de esta lacra?

e) Los/as que pacificadores/as (v. 9):

Los/as pacificadores/as (eirenopoios) son personas que procuran y trabajan por la paz, no la pax romana, sino esa paz de Dios vivida en la medida en que nos reconocemos como hermanos/as y reconocemos los derechos y la dignidad de ese/a otro/a. En un tan mundo violento como en el que vivimos, ¿de qué forma trabajamos por la paz? Francisco de Asís decía: “Muchos no leerán otro evangelio que tu vida.” Demos testimonio de nuestra fe amando y defendiendo la vida, ante la amenaza permanente de todo tipo de violencia que sufrimos hoy.

f) Los/as que implantan la justicia de Dios (vv. 6 y 10):

Ambas bienaventuranzas están relacionadas y hacen alusión a la justicia de Dios, a la lucha para que cada uno/a tenga lo que le corresponde en igualdad y equidad. La consecuencia de esta lucha es la persecución (v. 10) pero el Reino de los Cielos es la mayor recompensa que Jesús anuncia. Muchas personas en la historia han entregado su vida a este ideal, son profetas (vv. 11-12) que han alzado su voz para reclamar por los/as silenciados a causa de los sistemas de poder que imperan. Esta es una exigencia que implica involucrarnos en la problemática de los/as más pobres, en busca de transformarlas. Recordemos una parte de las palabras del discurso de M. Luther King (1963) cuando luchaba incansablemente por los derechos y la dignidad del pueblo afroamericano en Estados Unidos:

¡Hoy tengo un sueño!

Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano.

Así como Martin Luther King Jr., también muchos/as otros/as han luchado a partir de diferentes espacios para implantar justicia de Dios en la horizontalidad del mundo.

g) Los/as que lloran (v. 4):

Esta categoría se diferencia de todas las demás. Indica un acto de tristeza y llanto. ¿La tristeza se adopta libremente o es fruto de un dolor humano? Jesús es consciente de cuáles son las víctimas del sistema y se solidariza con ellas. En su tiempo eran niños/as, mujeres, enfermos/as, prostitutas, pecadores/as, publicanos, etc. Hoy esa gama de víctimas es mucho más amplia; el dolor humano sigue presente y clama ser consolado, no en el más allá, sino aquí y ahora. Las que lloran, según los moldes culturales, son las mujeres; los hombres deben reprimir estos sentimientos si no quieren ser catalogados de “poco hombres o mujercitas,” con lo cual no sólo se les hace un mal a los hombres, sino que también se sigue degradando a la mujer a un plano inferior y de eterno sufrimiento. Jesús está felicitando a aquellos hombres y mujeres capaces de afligirse y de indignarse, pero también de luchar por acabar con todas las situaciones que generan dolor.

Jesús vive –y nos invita a vivir– las bienaventuranzas y procura transformar un sistema organizado sobre la base de la injusticia. Demuestra que su discurso programático es aplicable a la vida, a partir de la ética del Reino, y con esto, nos aproxima a un Dios misericordioso que prefiere a los/as más pequeños y sufrientes, lo que constituye un anuncio de lo más escandaloso para algunos/as!!