Tercer domingo después de Epifanía

La profecía que se cumple en Jesús

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January 26, 2025

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Comentario del San Lucas 4:14-21



Este relato en el Evangelio de Lucas inicia la misión de Jesús, después de haber pasado por el desierto. Lucas inserta aquí muchos elementos que nos ayudarán a comprender la teología del texto.

Comienza ubicando a Jesús en Galilea, como lo han hechos los demás evangelios, puesto que Galilea es el lugar donde Jesús inicia su ministerio. La expresión “por la fuerza del Espíritu”1 apunta indudablemente al Espíritu que bajó sobre él en el bautismo (Lc 3:22) y cuya plenitud experimenta a lo largo de toda su actividad (cf. Lc 4:1). Esa fuerza le guía ahora a su propia región de origen.

En la visión teológica de Lucas, la “fuerza” de Jesús no sólo se manifiesta en su poder para realizar curaciones o expulsar demonios, sino que está íntimamente asociada con el Espíritu, que guía a Jesús en su actividad de enseñanza y de interpretación de la Escritura, no como lo hacían los otros rabinos, sino con un carácter especial. Por eso “todos” le alababan, es decir, se admiraban de esta forma nueva de interpretación de la Escritura, en clave de salvación. Y, aunque ese “todos” tiene que referirse a los judíos que escuchaban su enseñanza en las sinagogas, en Lucas es muy frecuente el énfasis en el carácter universal de la reacción de la gente a la actividad desplegada por Jesús (Lc 5:26; 7:16; 9:43; 18:43; 19:37).

Es de resaltar que la sinagoga va a ser el sitio por excelencia en el que Israel va a escuchar el mensaje de la nueva época que se abre en la historia de salvación. También puede indicar que la palabra de Dios se ha de proclamar primero a los judíos y luego a los paganos, como es habitual en el pensamiento lucano (cf. Hch 9:15; 13:46; 28:24–28). Esa prioridad de los judíos es la que lleva a Lucas a presentar a Jesús predicando y enseñando en las sinagogas, concretamente en la de su ciudad natal (cf. Lc 4:16.44; 6:6; 13:10).

La presentación de Jesús citando un texto de Isaías subraya que lo que Isaías anunció a sus contemporáneos se anuncia ahora a los pobres, a los cautivos, a los ciegos, a los oprimidos del tiempo de Jesús. Lo que se anunció proféticamente a los desterrados que volvían a Jerusalén, Lucas lo transforma en una predicción, que se va a cumplir en la persona de Jesús de Nazaret. Esto demuestra la vinculación que el propio Jesús y la naciente comunidad cristiana tenían con Israel.

La cita del tercer Isaías es, en realidad, una acumulación de diversos versículos del texto profético: Is 61:1; 58:6d; 61:2a. Se omiten dos frases intercaladas: Is 61:1c (“para vendar los corazones desgarrados”) e Is 61:2b (“el día del desquite de nuestro Dios”). Ésta última omisión suprime deliberadamente un aspecto negativo del mensaje proclamado por el tercer Isaías y resalta el mensaje de salvación ofertado por Jesús. La expresión “me ha ungido,” aunque se refiere, naturalmente, al bautismo (Lc 3:22; cf. Hch 10:38), hay que interpretarla como profética. De esta manera queda presentada la función profética de la misión de Jesús en términos del tercer Isaías. Lo que quiere poner de relieve Lucas es que lo que anunció Isaías es lo que ahora cumple Jesús.

Jesús es el enviado a “anunciar a los pobres la Buena Nueva.” ¿Cómo se debe entender esta connotación de “pobres” si a lo largo de la historia y al interior de cada cultura ha adquirido diversos significados? “Los pobres,” en el sentido más contextual, hace referencia a varios grupos de la comunidad posexílica que se han ido reuniendo en Jerusalén. En su cita de Isaías, Lucas menciona cuatro de estos grupos.

El primero está constituido por “los pobres” como grupo social (cf. Lc 6:20; 7:22; 14:13, 21; 16:20, 22; 18:22; 19:8; 21:3). El segundo es el de los “cautivos,” que son los prisioneros de sus deudas para quienes la libertad sería una condonación. El texto de Is 61:1 se usa en conexión con Lv 25:10–13 y Dt 15:2, que se refieren a la condonación de las deudas con motivo del año del jubileo. El tercer grupo es el de “los ciegos,” y a este grupo pertenecen todos los desvalidos, los enfermos, o aquellos que no se pueden valer por sí mismos. Más adelante se mencionarán en Lc 7:22. Finalmente, el cuarto grupo es el de los “oprimidos,” es decir, los desheredados, que no poseen nada que les garantice un futuro y también son los necesitados de “perdón,” muy en consonancia con los cautivos (cf. Lc 1:77; 3:3; 24:47; Hch 2:38).

Todo lo anterior evidencia, una vez más, que lo que Isaías había prometido como “consolación de Sión” se hace realidad presente de una manera nueva y con un sentido particular. La consolación de Sión vuelve a hacerse realidad (cf. Lc 2:25; 7:22). Por eso todos los “ojos” (v. 20b) y los “oídos” (v. 21b) estaban puestos en Jesús, lo que en el mundo judío hace referencia al entendimiento. Es decir, la asamblea sinagogal le reconoce, aunque esto contraste directamente con lo que se va a decir más adelante en Lc 4:24.

El texto termina con una inmediata referencia al cumplimiento (v. 21), entendido como el cumplimiento aquí y ahora del pasaje citado de Isaías. Y no se puede restringir al “tiempo de Jesús.” En la perspectiva de Lucas, el cumplimiento sigue teniendo vigencia también en el tiempo de la iglesia (cf. Hch 1:6; 3:18). La traducción literal sería: “se ha cumplido esta escritura en vuestros oídos,” es decir, mientras estaban escuchando. En Lucas lo que se cumple no es el tiempo, sino “la Escritura” (Dt 5:1; 2 Sm 3:18–19), es decir, una serie de predicciones proféticas que se van cumpliendo en el curso del relato y del ministerio de Jesús, movido por el Espíritu.

El “hoy” del texto debe resonar en las personas creyentes con la fuerza que resuena en el texto. Es a nosotros/as los pobres, cautivos, ciegos y oprimidos que se nos presenta Jesús, el “ungido,” para liberarnos y concedernos esa misma fuerza de su Espíritu para que como cristianos/as podamos a su vez ayudar a otros pobres, cautivos, ciegos y oprimidos a encontrar la liberación que solo Jesús, el enviado por el Padre, puede dar.


Notas

  1. Mis citas del texto bíblico son de la Biblia de Jerusalén.

Referencias

Guijarro Oporto, Santiago. Los Cuatro Evangelios, Salamanca: Sígueme, 2010.

Fitzmyer, Joseph. El Evangelio según Lucas, Tomo II, Madrid: Cristiandad, 1987.