Comentario del San Lucas 6:17-26
El evangelio nos coloca nuevamente ante el mensaje y las acciones liberadoras de Jesús. Lucas es consistente en presentar la radicalidad de reino de Dios. Siguiendo la línea del Magnificat (Lc 1:46–55) y de la agenda de trabajo de Jesús (Lc 4:16–21), las bienaventuranzas y los ayes en Lucas 6:17–26 resaltan el mensaje de esperanza y transformación de Jesús. Podemos dividir el pasaje en dos secciones: sanidad y liberación (vv. 17–19) y bienaventuranzas y ayes (vv. 20–26).
Sanidad y liberación
La primera sección, vv. 17–19, coloca a Jesús junto a muchos discípulos y la multitud en un llano que se convierte en el escenario donde se proclaman las bienaventuranzas (vv. 20–26). El gentío se aglomera para escuchar a Jesús y recibir alivio de su situación de enfermedad y opresión. El sistema político, con sus cargas opresivas de impuestos y esclavización, marginaba, enfermaba y causaba muerte. En cambio, el espíritu de Dios capacita a Jesús con poder para restablecer la salud y, con ella, la capacidad para trabajar y ganar el sustento.
Bienaventuranzas y ayes
En la segunda sección, vv. 20–26, Jesús enseña a la gente presente. A diferencia de Mateo 5:1–12, Lucas concentra las bienaventuranzas en unos pocos versículos (vv. 20–23) y añade cuatro ayes que corresponden a las cuatro bienaventuranzas (vv. 24–26).
Lucas presenta el mundo al revés, la inversión de la realidad social, como una característica del mensaje del reino de Dios. Las personas socialmente marginadas—la gente pobre que no tiene nada y necesita mendigar (este es el significado de la palabra del original griego ptojoi que se traduce como “pobres”) y la que sufre—son las figuras centrales de la predicación de Jesús en el llano. Este evangelio es literal en su trato de las condiciones que hacen que la gente viva marginada socialmente. Mateo, en cambio, utiliza expresiones metafóricas: presenta como afortunados/as a quienes son pobres, pero “en espíritu,” y a aquellos/as que tienen hambre y sed, pero “de justicia”.
Gente afortunada
¿En qué consiste el mundo al revés? Para saberlo debemos ver quiénes son llamados/as “bienaventurados/as.” La expresión “bienaventurado,” que en el original griego es makarios, significa “feliz,” “dichoso,” “afortunado.” Su equivalente en hebreo, ashre, se utiliza en los escritos de sabiduría del Antiguo Testamento (incluyendo algún salmo). En ese contexto, la persona afortunada es la que sigue el camino de rectitud y justicia (ver el Salmo 1).
¿Quién es feliz o afortunado de acuerdo con Lc 6:20–22? Contrario a lo que la sociedad antigua y moderna piensan, quienes son llamados/as “afortunados/as” en Lucas son la gente pobre (v. 20), quienes tienen hambre ahora (v. 21a), las personas que lloran ahora (v. 21b) y quienes sufren maltrato por seguir a Jesús (v. 22).
Hay atisbos de esta dicha o fortuna en el presente: quienes son pobres poseen el reino de Dios. La injusticia y el abuso que causa pobreza, hambre, llanto y rechazo no durará para siempre: la persona hambrienta será saciada. La gente que llora reirá y brincará de alegría. Es el mensaje del “año agradable del Señor” (Lc 4:19), esperanza que comienza a manifestarse en la nueva comunidad de creyentes que se presenta en el libro de los Hechos, continuación del evangelio de Lucas (cf. Hch 4:32–37). Los atisbos de este mundo al revés que reflejan la realidad del reino de Dios llegarán a su plenitud en el fin de los tiempos.
El texto también presenta como afortunados/as a quienes padecen maltrato y rechazo por seguir a Jesús (vv. 22–23). Los/as seguidores/as de Jesús corren la misma suerte de su maestro (cf. Lc 4:28–29). Predicar y vivir el mundo al revés trae consecuencias. Proclamar las bienaventuranzas puede ser incómodo hoy. La pobreza se barre debajo de la alfombra. Los comerciales en los medios de comunicación presentan un mundo en el que toda persona tiene los medios para adquirir el vehículo de último modelo, vacacionar fuera de su país y tener lo más reciente en dispositivos tecnológicos. La sociedad invisibiliza la pobreza empujando a la gente pobre y necesitada a la periferia. Sin embargo, el evangelio nos reta a confrontar la realidad y trabajar para transformarla.
Ay, ay, ay
Los vv. 24–26 presentan la otra cara de la moneda en este mundo al revés. La gente con medios económicos y prestigio social ya tiene su recompensa aquí en la tierra: sus posesiones, su prestigio y su fama. Quienes han sido socialmente menospreciados/as y oprimidos/as son quienes tendrán lugar protagónico en el nuevo reino; no la gente privilegiada en el aquí y en el ahora. La combinación de bienaventuranzas y ayes refleja el sentido del mundo al revés presentado en el discurso de María: exaltación de los/as humildes y hambre saciada, mientras que quienes ya tienen se irán con las manos vacías (Lc 1:52–53).
La predicadora o el predicador deben cuidar de no romantizar el hambre y la pobreza al enfocarse en la promesa de una inversión de suerte en el futuro. La predicación y enseñanza de Jesús sobre el reino de Dios en los evangelios se define en el ahora y el aún no. El mensaje de Jesús tiene la intención de provocar cambios en las condiciones que deshumanizan a la gente hoy como en el pasado.
Del mismo modo, predicar los ayes puede ser una tarea difícil en muchos contextos hoy. Quienes hoy cuentan con recursos económicos pueden escuchar como amenaza el mensaje de este mundo al revés en donde quienes están en la periferia viven en el centro del reino de Dios. Sin embargo, el pasaje invita a la gente socioeconómicamente privilegiada a la reflexión, a evaluar cómo utilizan sus recursos y su influencia, y hasta qué punto su posición sirve de barrera para ver la necesidad a su alrededor y ayudar en la misión transformadora de la proclamación del año agradable del Señor.
Las bienaventuranzas y los ayes invitan a toda persona creyente en Cristo hoy a predicar la esperanza del cambio de realidad en el mañana, mientras se trabaja para que la pobreza, la enfermedad y la opresión que hace a tanta gente llorar no existan más.
February 13, 2022