Vigésimo quinto domingo después de Pentecostés

Marcos 13 es conocido como el apocalipsis evangélico.

November 18, 2012

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Comentario del San Marcos 13:1-8



Marcos 13 es conocido como el apocalipsis evangélico.

Luego los otros dos evangelios sinópticos (Mateo y Lucas) lo tomarán y releerán. Quiero notar esto ya que estamos ante la introducción a un discurso apocalíptico y, en consecuencia, será aquello que motiva y origina una mirada apocalíptica. En este sentido es que leeremos este pequeño texto: una introducción a una perspectiva apocalíptica.

Pero, antes que nada: ¿Qué es esa visión apocalíptica?, o por lo menos: ¿Cuál es el elemento central en ella y cómo funcionará tratando de responder una determinada pregunta? Tendremos en cuenta que la apocalíptica fue un movimiento social y teológico que como tal buscó responder a determinadas situaciones sociales y existenciales. Una de estas situaciones fue la caída de las instituciones sociales, religiosas y políticas como aglutinantes y dadoras de sentido. El movimiento apocalíptico tuvo sus raíces y sus momentos de mayor densidad de producción escrita en momentos históricos en los cuales las instituciones establecidas atravesaban situaciones de pérdida de confianza, o bien directamente, se estaban disolviendo. En ese marco las esperanzas y los proyectos que habían generado esas instituciones caen en la duda o bien tienden a desaparecer.

Ante esto, la apocalíptica tiene dos puntos centrales: en primer lugar cuestiona la efectividad o la necesidad de sostener a cualquier costo estas instituciones. En segundo lugar busca otras promesas nuevas, otros caminos, otros proyectos.

Por estas razones, entonces, es notable que el discurso apocalíptico de Jesús sea generado ante la exclamación de asombro de uno de sus discípulos frente al templo. El discípulo se ve fascinado (y en esto propongo tener en cuenta los diferentes significados de la palabra “fascinado”: tanto en lo que se refiere a alguien que se admira como también alguien que es casi hipnotizado), y ese deslumbramiento es lo que motiva la reacción de Jesús. Aquí Jesús se adhiere a la narrativa apocalíptica que ve en la fascinación del ser humano hacia los sistemas, hacia las instituciones, uno de los problemas que origina la opresión hacia ese mismo ser humano fascinado. El discípulo fascinado por la impronta del templo es uno más de todos aquellos que se veían fascinados y sostenidos en esa fascinación. No tiene nombre y en esa ausencia de especificación se puede adivinar una generalización de todos aquellos que se vieron encantados por una institución como el templo.

La respuesta de Jesús se dirige ahora a replantear esa “maravilla” y lo primero que hace es recordar que tiene fin. Notamos aquí que estamos con un texto posterior a la destrucción del templo, ya que Marcos fue escrito poco después del año 70, y el templo fue destruido por la invasión de Roma a Judea en el 70. Por eso es que este texto del evangelio de Marcos puede ser un primer replanteo, una reelaboración teológica, de la caída del templo.

Si pudiéramos sintetizar en este camino de pensamiento diríamos que ante la caída de las piedras maravillosas que sostienen una institución como el templo pareciera que se cae el mundo entero. Este es el discurso que sigue en Marcos 13. Y no se está muy lejos de lo que se percibe cuando una institución aglutinadora cae: todo lo que estaba sostenido por ella cae. Si aglutinaba, si establecía negociaciones y equilibrios, todo eso se desequilibrará. Y en ese sentido podemos leer Marcos 13. Puede leerse en este texto el miedo y la angustia de pueblos que aún considerando el templo como algo sumamente injusto, no veían otra salida, no tenían otras miradas sobre el mundo.

El discurso apocalíptico de Jesús se desarrollará entre esta sensación de caída, catástrofe y fin por un lado y por el otro una firme advertencia a no creer en las apariciones oportunistas en medio de este caos (vv. 5, 21 y 22). De hecho el discurso apocalíptico comienza con esta advertencia en el versículo 5 y finaliza en el 33 con un llamado a la atención en medio de una fuerte crisis del mundo conocido.

Leyendo la vida…
Este texto nos puede ayudar a repensar nuestra vinculación con las instituciones de estos tiempos. Ciertamente hoy se está dando la caída, la transformación o la revolución de muchas instituciones. Muchas han cambiado sus formas unívocas y tradicionales, moviéndose a una diversidad de posibilidades de constitución.

Hablamos por ejemplo de la familia, de la iglesia, de partidos políticos, de la nación así como también de las imágenes de seres humanos que éstas proponían. Hoy cada una de estas instituciones se encuentra en constante búsqueda de caminos diversos que las constituyan y por lo tanto de imágenes diversas de los seres humanos que las habitan.

Si en un momento la humanidad, al igual que ese discípulo anónimo, exclamaba: “¡mira qué piedras y qué edificios!”, hoy la misma humanidad ve un mundo volátil, cambiante y en una búsqueda de nuevos amarres.

Ante esta situación no es extraño ver surgir “Cristos” que proponen soluciones. Pareciera ser que este discurso apocalíptico está más que nunca vigente en estos tiempos: “no se dejen engañar…” aunque se esté cayendo, aunque lo único que se anuncie sean guerras y catástrofes, “estén atentos, atentas”.

Estos “Cristos” aparecen como fuerzas de recuperación de los viejos sistemas institucionales o bien como revolucionarias proposiciones casi imposibles de funcionar en este mundo. Ya sea la búsqueda de volver a lo ya conocido, como la búsqueda de caminos totalmente revolucionarios, son dos aspectos de una postura de gran miedo. Miedo a empezar a construir lentamente, solidariamente, con aciertos y errores.

Teniendo en cuenta esto, el estar atentos y atentas (“velad” dicen las versiones Reina-Valera) es un llamado a poder reconocer otras alternativas que lentamente, silenciosamente, se van gestando en medio de nuestros pueblos. Tal vez no sean tan impresionantes, o tan fascinantes, pero llevan en sí el valor de la construcción comunitaria, del aprendizaje y de la búsqueda en paz y justicia.

El evangelio de Marcos se escribe en un tiempo de búsquedas de nuevas formas de ser iglesia, de nuevas formas de vivir o participar en instituciones o de ser personas. Hoy creo que estamos también en este camino, en estas búsquedas. Búsquedas que entiendo que tienen que tener la vida, la paz y la justicia como metas a construir.