El día de Navidad: Natividad de Nuestro Señor (III)

La luz que vence a las tinieblas

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December 25, 2024

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Comentario del San Juan 1:1-14



Este texto posiblemente haya sido un último eslabón en la construcción tan dinámica del evangelio de Juan. Este evangelio pone en evidencia diferentes estratos literarios que probablemente corresponden a distintas etapas en la vida de la comunidad juanina. Quienes investigaron este proceso de formación reconocen que esta primera parte del capítulo 1 de Juan en realidad se puede haber agregado bastante tardíamente en el escrito de Juan.

Y este agregado posiblemente procedía de quienes estaban redactando la Primera Carta de Juan. Para este momento tardío, en la comunidad se había producido una incorporación muy importante de personas provenientes de la tradición griega.

En ese tiempo, en esa comunidad juanina, se empezó a vislumbrar una situación: el lenguaje y los conceptos filosóficos griegos se comenzaban a usar para interpretar el evangelio. Prevalecieron, en esa línea de interpretación, quienes utilizaban una visión preferentemente platónica.

Esta tendencia neoplatónica, que con el tiempo cristalizaría en el gnosticismo, proponía separar el mundo sensorial del mundo ideal. El primero era irreal, imperfecto. El mundo de las ideas, por el contrario, era el mundo perfecto, donde existían las ideas de bien, belleza, totalidad. Desde esta perspectiva filosófica, entonces, se entendería al cuerpo como perteneciente al mundo sensorial e imperfecto. El alma, por el contrario, sería habitante del mundo ideal, el verdadero. Lo mismo sucedía con la humanidad: por un lado, estaban quienes vivían equivocadamente en el mundo sensorial o corporal y, por otro lado, quienes habían conocido la verdad y vivían en un mundo superior, el mundo de las ideas. Una visión social dualista que, si bien no era muy extendida, empezaba a infiltrarse en la comunidad juanina.

La comunidad juanina tardía (expresada en 1 Juan) enfrenta a este movimiento y hace algunos agregados al evangelio de Juan (la primera parte del capítulo 1, como ya dijimos, entre otros). En estos agregados veremos que la comunidad juanina utilizará algunos conceptos clásicos del platonismo: logos, verdad, mundo, luz y oscuridad. Pero, ciertamente, los releerá a la luz de la nueva situación del Mesías y su encarnación. En el texto que tenemos para esta Navidad aparecen varios de estos términos.

La alegoría de la caverna

Cuando nos acercamos a leer Juan 1:1–14, solemos asociarlo con una relectura del Génesis. Tanto el inicio, similar al Génesis, como también algunos términos presentes en ambos escritos parecen indicar con claridad esta similitud.

Sin descartar esta evidente semejanza y utilización, acá consideraremos el contexto comunitario del ingreso de la filosofía griega (principalmente platónica) a la comunidad. Entonces pondremos un escrito clásico de la tradición platónica lado a lado con este capítulo 1 de Juan. Estamos hablando de la llamada “alegoría de la caverna.” Sugerimos tomarse un tiempo para leer este texto de la alegoría de la caverna, para recordarlo o bien conocerlo. No es extenso.

Si nos detenemos a leer el llamado prólogo de Juan (1:1–14) lado a lado con la alegoría de la caverna, nos encontraremos con una gran cantidad de semejanzas. Y obviamente, unas fuertes discusiones con el mismo.

Señalemos algunas. En la alegoría de la caverna, la humanidad vive en una caverna oscura. Sólo puede observar las sombras de personas y objetos externos que se proyectan dentro de esta caverna. Según el platonismo, esta caverna y estas sombras son el mundo sensible, el mundo no verdadero. Quienes viven dentro de la caverna creen que esas sombras son la verdad. Una de esas personas sale de la caverna. Descubre la verdad, ve las figuras reales (el mundo platónico de las ideas) y regresa a contarlo a quienes viven dentro de la caverna. Estos no confían en lo que dice y comienzan a burlarse de quien vio la verdad en la luz. En algunas versiones, incluso, lo matan.

El capítulo 1 de Juan tiene, entonces, semejanzas notorias. Comienza relatando, podríamos decir así, el mundo de las ideas, lo perfecto: 1:1–4. Sobre todo, prestemos atención al v. 4 cuando incorpora el tema de la luz.  La vida era la luz.

El v. 5 nos mostrará esa luz que ilumina la así llamada “caverna”: la luz resplandece en las tinieblas y las tinieblas no la vencieron. Notemos que acá la alegoría comienza a ser cuestionada. La alegoría platónica es sumamente negativa ya que pareciera que quienes están a oscuras terminan matando a quien trae la verdad. La comunidad juanina dará una visión optimista sobre esto: la luz vence a las tinieblas.

Luego vendrá el momento de Juan el Bautista en los vv. 6–8. Juan sería quien sale de la caverna y regresa para dar testimonio de la luz sin ser él mismo la luz.

Los vv. 9 y 10 muestran que para la comunidad juanina, en discusión con los grupos platónicos, existe una esperanza para quienes están en la oscuridad. Reconoce que algunos sí podrán apreciar y reconocer la luz. Pero además propone un cambio fundamental con respecto a la alegoría platónica. En esta, la luz permanece afuera y la caverna sigue oscura. La comunidad juanina plantea que la luz se mete a la caverna, se mete en los lugares de oscuridad. Ilumina donde es necesaria esa luz.

Esa incursión de la luz dentro de la caverna tendrá otra diferencia radical con lo platónico: se hace carne. En el v. 14 la palabra habita en la oscuridad de la caverna. No se queda afuera, sino que entra con la vida misma a la caverna.

Este cambio nos muestra la convicción fuerte de la comunidad juanina. La oscuridad no prevalecerá. No por nuestra propia fuerza, sino porque ese mundo perfecto de las ideas, de la luz, de la verdad se mete en las mismas tinieblas. Esto era algo impensado en el mundo platónico, en donde lo perfecto nunca se junta con lo imperfecto, lo puro nunca se encuentra con lo impuro. Pero en la comunidad juanina, la presencia de Jesús en la vida comunitaria había quebrado la lógica separatista platónica. Ahora la luz era carne y brillaba para iluminar las tinieblas, no para mostrarlas como tinieblas solamente.

Nuestra caverna hoy…

Nuestra humanidad atraviesa un tiempo de profundas oscuridades. Se vuelve a gobiernos excluyentes, a discursos de odio, a economías inhumanas, a destrucción medioambiental, negación de genocidios, etc, etc, etc. Pareciera que la caverna ha expandido sus límites y casi, casi, ha llegado a apagar la luz.

En Navidad necesitamos urgentemente recordar y revivir esta convicción fuerte de la comunidad juanina (y tantas otras a lo largo de la historia): la luz prevalece; la luz, la vida llegará a iluminar las cavernas de oscuridad que solemos construir en nuestras sociedades o en nuestras propias vidas. La vida es una fuerza que puede invadir la caverna oscura de nuestro mundo. Gracias a Dios.