Tercer domingo después de Pentecostés

La urgencia del Reino: el precio real de seguir a Jesús

Photo of a bronze sculpture by Canadian sculptor Timothy Schmalz, on a bench beside St. Clement's church in Cambridge, Ontario.
Photo via Wikimedia Commons; licensed under CC0.

June 29, 2025

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Comentario del San Lucas 9:51-62



En este momento hay una pregunta que posiblemente esté dando vueltas en la cabeza de muchos cristianos/as: ¿Qué significa ser seguidor/a de Jesús? Esta cuestión puede tener muchas respuestas diferentes. Algunas quizás se acerquen y otras se alejen más o menos de las repetitivas palabras de Jesús sobre ello. ¿Por qué la diversidad de respuestas? Porque Jesús ha adquirido distintos rostros, porque nos hemos creado diferentes imágenes sobre Jesús según quiénes sean los líderes a quienes seguimos como representativos de Jesús. Algunos podrán asociar la condición de discípulo de Jesús con la adquisición de bienestar económico; otros lo verán como el acceso a un estado de poder o prestigio; otros lo verán como una escalera para el logro de mis intereses personales o como una licencia para imponer mi verdad ante la verdad de la otra persona.

Este interrogante se hace presente en la lectura de Lucas 9:51–62. ¿Qué puede representar o significar seguir a Jesús? La comunidad lucana se detiene en este texto para hablar de un momento determinante en el ministerio de Jesús. Jesús está yendo de Galilea a la región de Judea, específicamente a Jerusalén. Aunque para quien lee la intencionalidad del narrador puede pasar desapercibida, la verdad es que Lucas está llegando al final de todo su mega relato contracultural y al momento de la muerte de Jesús a manos del imperio militar romano y el poder religioso judío. Ante esta realidad, literariamente se distancia de Marcos y Mateo con el fin de construir su propia fuente y tomar de vez en cuando de la famosa fuente Q.

Ante su decisiva caminata a su propio destino, Jesús elige pasar por la región de Samaria. Este es un aspecto un poco extraño, ya que en Mateo y Marcos Jesús y sus discípulos van por las periferias de esta región, pero Lucas y Juan introducen a Jesús entre samaritanos y sabemos que los dos tenían miembros de estas regiones entre sus filas. En la historia de hoy sucede que los samaritanos le rechazan, como era de esperarse, debido al conflicto social, político y religioso milenario que tenían con los judíos, y no le dan hospitalidad. Sus discípulos lo toman muy mal. Santiago (Jacobo) y Juan preguntan a Jesús si pueden enviar fuego del cielo y consumir a la aldea. Es curioso, pero el narrador hace un paralelo en casi todo el relato con lo sucedido en las historias de Elías, Eliseo y Sodoma y Gomorra. Jesús envió dos mensajeros a prepararle un lugar, pero los aldeanos se niegan a darles hospitalidad. Teniendo en cuenta el nivel de importancia religiosa y social que se le asignaba al hecho de dar hospedaje, la respuesta de Santiago y Juan no parece ser tan escandalosa. Pero aquí nos encontramos con el primer desafío de seguir a Jesús. Si creemos que tenemos la verdad y que el celo por las cosas que se refieren a Dios significa que podemos imponer nuestra forma de vivir el evangelio a los demás al punto de condenarles y desear que desaparezcan, Jesús nos decepciona. Jesús no condena a quienes lo rechazan, sino que señala la intolerancia de sus propios discípulos y les anima a no utilizar la religión como una excusa para violentar o mostrar poder contra otras personas.

En este sentido, una primera característica de quien sigue a Jesús es una gran capacidad de tolerancia, paciencia y manejo de la frustración ante el rechazo. Para Jesús, ser rechazado, a partir de este texto, debe ser normal. Es un elemento esencial del seguir de Jesús, pues su forma de ser, sus ideas y sobre todo sus creencias no necesariamente van a encajar con las de otros/as, y para Jesús está bien. Ante el rechazo, Jesús opta por irse, tolerar y respetar a quien no le permite entrar. Jesús se dirige a otra aldea y allí parece que sí lo aceptan y le dan hospitalidad. No está bien que algunos cristianos normalicen la violencia contra quienes no piensan o creen lo mismo que ellos. No se puede tratar de evangelizar o convencer con violencia, fuego y poder a quien me rechaza.

Del mismo modo, los versículos que vienen a continuación hablan del seguimiento o discipulado y siguen insistiendo acerca de las actitudes que son fundamentales para caminar con el maestro. Es interesante notar que a partir del v. 57 cambia un poco el tono literario. Tenemos un género diferente al de la primera parte del texto que se llama “Logia” y que especifica los dichos de Jesús, en este caso referidos al tema del seguimiento. El discipulado es un acompañamiento que requiere de ciertas condiciones, según lo que Jesús nos deja ver, pues no cualquiera tiene la valentía para seguirle, porque implica tomar el mismo camino que Jesús ha decidido tomar, el camino a Jerusalén. Jesús quiere que sus discípulos entiendan que seguirle implica rechazo, persecución, sacrificio y algunas veces sufrimiento. No quiere mentirles. Quiere que se den cuenta de que el seguimiento de Jesús no es una tarea fácil. Aquí no se lucen los showmen ni los show businesses, sino las personas reales que no buscan ilusiones de gran poder o que persiguen los triunfalismos mesiánicos.

Entonces, aparece una primera persona que le dice a Jesús que está dispuesto a seguirle (en el original del v. 57 se usa el verbo akoloutheó) en el camino a Jerusalén, pero Jesús nota en el uso del verbo en tiempo futuro una implicación de trueque, una intención de que me voy contigo porque algo me dice que seguirte significa seguridad. La búsqueda de confort individual se siente detrás de las palabras de esta persona que desea seguir a Jesús. Jesús contesta con una gran metáfora. Sus palabras no pueden ser tomadas de manera literal y Jesús lo sabe. Jesús exagera sus afirmaciones y a partir de aquí son todas hiperbólicas, no porque busque rechazar o espantar a quienes desean acompañarle en el camino, sino porque tiene la intención de abrirles los ojos y mostrarles que no se puede tratar de seguirle y tratar de aprovecharse. El desapego de los bienes y las comodidades caracteriza este camino. Jesús camina a Jerusalén sin nada que pueda hacerlo sentir apegado.

Más adelante es Jesús quien le hace un llamado a una persona para seguirle en el aquí y el ahora (v. 59), pero este sabe del compromiso filial que tiene con su padre. Debe dejar las cosas en orden antes de seguir a Jesús, pero Jesús vuelve a exagerar sus palabras y deja un dicho que puede ser escandaloso, pues en el judaísmo es sumamente importante enterrar a los padres. Jesús no busca que nadie abandone sus compromisos de manera literal. Solo intenta que todos mediten sobre el nivel de compromiso que requiere el seguimiento. Seguir a Jesús no solo implica ser una persona desprendida o desapegada que no coloca los intereses personales por encima de los intereses de la comunidad, sino que también debe saber que el compromiso con este seguimiento es tan importante como el compromiso filial. Quien quiere ir en el camino a Jerusalén con Jesús debe renunciar esas estructuras sociales, religiosas o políticas que le atan a la muerte para vivir en libertad, en vida.

Por último, hay un hombre que quiere convertirse en discípulo de Jesús y que ve que esto le exige romper con su pasado y presente (v. 61). Por eso quiere despedirse primero de los suyos. Pero esto también decepciona a Jesús. El hombre no parece ser consciente de la dificultad que implica seguir a Jesús, el sacrificio que genera o lo trascendente que suele ser el compromiso con el camino. Jesús dice lo que dice porque para él este camino a Jerusalén es urgente y requiere de un gran compromiso. Insisto en que podemos estar seguros de que no habla de manera literal. No espera que nos cortemos una mano o que nos arranquemos un ojo. Esto solo fundamenta el compromiso, los intereses que hay detrás de seguirle y las dificultades que implica seguirle. Quiere ratificar a su discipulado que seguirle requiere entereza, compromiso, incondicionalidad, amor por el camino y tolerancia o paciencia con quienes rechazan.