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Las Escrituras relatan un proceder continuo por parte de sus grandes líderes: la tradición de ofrecer un testamento verbal antes de morir.

April 5, 2012

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Comentario del San Juan 13:1-17, 31b-35



Las Escrituras relatan un proceder continuo por parte de sus grandes líderes: la tradición de ofrecer un testamento verbal antes de morir.

Personajes como Moisés, Josué, David y Samuel expresaron previo a su muerte sus últimas instrucciones. Dicho proceder lo vemos contemplado no sólo en las palabras, sino también en las acciones de Jesús en este capítulo. Conocido por algunos exégetas como el testamento de Jesús, este capítulo presenta las últimas instrucciones dadas por Jesús a sus discípulos y por consiguiente, a la iglesia que continuaría su misión en la tierra. Es sin duda alguna como nos sugiere el Comentario Bíblico Internacional, “el fruto maduro de la reflexión de la comunidad juanina sobre el significado de Jesús y su misión, y sobre las consecuencias de esto para ellos como discípulos.”1 Las palabras de estas instrucciones son reiteradas por medio del acto del lavamiento de sus pies, el cual puede interpretarse también a través de un significado simbólico de la ya cercana muerte de Jesús.

Entre las varias interpretaciones y posibles temas que nos ofrece este texto, nos enfocaremos en el modelo de comunidad cristiana que desarrolla Jesús en este capítulo. El texto comienza con un dato cronológico el cual sitúa esta cena el día antes de la cena pascual. El choque cronológico de este evangelio con los sinópticos debe de entenderse dentro del contexto teológico del evangelio de Juan el cual sitúa la muerte de Jesús como la muerte del cordero pascual de Dios. 2 El texto también nos detalla en reiteradas ocasiones cronológico (13:1, 13:3, 13:33) en cuanto a la misión de Jesús. La “hora” había venido, esta “hora” que ha sido anticipada en el evangelio de Juan, desde el capítulo 12, sirve como señal del inicio de la pasión de Jesús y marca el inicio de la segunda parte en la que se divide este evangelio. Dicha “hora” tiene como centralidad la expresión máxima del amor de Jesús hacia los suyos. The New Interpreter’s Bible nos indica que la expresión utilizada para describir el amor de Jesús  puede ser traducida en dos maneras distintas. Ya sea como una expresión temporal, es decir que Jesús los amó “hasta el final” o como una cualidad del amor de Jesús, “completamente o hasta el máximo”. The New Interpreter’s Bible sugiere que el cuarto evangelio probablemente pretendieses ambos significados, es decir, fue amando a los suyos “hasta el final” que se revela el amor de Jesús “completamente”.3

Es en el contexto de este amor que el acto del lavado de los pies se lleva a cabo. Por medio del mismo Jesús pone una vez más en manifiesto su ministerio terrenal, uno que ha sido caracterizado a través del servicio y la enseñanza por el propio ejemplo de sus acciones. Este acto es único del evangelio de Juan y se ha interpretado como un reemplazo por parte del autor a las palabras de la eucaristía, siendo el mismo una manera de interpretar también la muerte de Jesús. El acto de lavar los pies de una persona, es una muestra de servicio y en el contexto judío de humillación. El mismo era reservado para los esclavos gentiles, no judíos, y para las mujeres y los niños. El ceñirse la toalla era un reconocimiento de su humillación como siervo e incluso esclavo. La Midrash de Génesis 21:14 señala que al Abraham darle el divorcio a su esposa Agar la ciñó con un manto para que la gente supiese que ella era una esclava.4 Este acto contempla en sí dos simbolismos importantes. Por un lado sirve como símbolo del testamento de servicio que Jesús propone, al igual que como modelo del discipulado que Jesús espera por parte de sus seguidores. Por otro lado, vemos en el acto la antesala a la muerte del Señor, su disposición a la humillación y al servicio de Dios. Es quizás por esta razón que Pedro no comprende el acto. Al igual que en muchos otros instantes, tanto previos como posteriores, los discípulos y en especial Pedro, muestran un mal entendimiento de la tarea de Jesús aquí en la tierra. La expresión de Pedro denota una vez más el contraste entre la misión mesiánica de servicio de Jesús y la misión mesiánica, quizás de guerrero o rey, que le adjudicaban sus seguidores. Este acto de humillación es tan incomprendido por Pedro que se niega a recibirlo. Las palabras de Jesús, más allá de un regaño, son la invitación a la tan ataviada acción de esperar. Éste no es el momento de comprender, pero después Pedro y los demás comprenderán. Comprenderían no sólo este acto, sino también las demás acciones por parte de Jesús, que una y otra vez han chocado con la visión de sus discípulos.

Ante la insistente negatividad de Pedro, Jesús lo confronta con el significado paradójico de este acto: aceptar el servicio y la humillación de Jesús es a su vez convertirse en parte (heredero) de Jesús. Aun cuando la actitud de Pedro cambia ante la respuesta de Jesús, vemos todavía su desconocimiento de lo que Jesús está hablando/haciendo. Pedro ha puesto más atención e importancia al acto del lavado que al simbolismo detrás de este acto y de las palabras de Jesús. Más adelante en el texto (15:3) Jesús indica que los discípulos han sido limpios por la palabra que él ha hablado, dando a entender como simbolismo el acto del lavado de pies.

La explicación de Jesús sobre el acto del lavado de pies pone en manifiesto el modelo de discípulo que Jesús espera de sus discípulos. Más allá de esperar ser servidos, los seguidores de Jesús deben estar dispuestos y dispuestas a servir. Es aquí donde se encuentra la felicidad, no sólo en comprender el llamado a servir, sino también la importancia de llevar a cabo este servicio. Este servicio del que habla Jesús está intercalado con el mandamiento de amor que proclama en los próximos versos. Así como hemos tomado el servicio y humillación como modelo para el discipulado del cristiano y cristiana, de igual manera, el amor que ha mostrado Jesús, amor que se define en entrega y sacrificio, debe ser nuestro modelo a imitar. En esto se refleja nuestro verdadero discipulado, no en la cruz que llevemos en el cuello, la Biblia que llevemos bajo el brazo, o la cantidad de dinero que aportamos a la iglesia, sino en el amor que mostramos los unos a las otras.


1William R. Farmer.  Comentario Bíblico Internacional, (Pamplona, España: Editorial Verbo Divino, 1999), 1353.
2George R. Beasley-Murray, Word Biblical Commentary, Volume 36: John, (Dallas, Texas: Word Books, Publisher, 1998). CD-ROM. Traducción propia.
3Neil M. Alexander, “Volume Nine: Luke; John.” The New Interpreter’s Bible on CD-ROM. 2002. Traducción propia.
4George R. Beasley-Murray, Word Biblical Commentary, Volume 36: John, (Dallas, Texas: Word Books, Publisher, 1998). CD-ROM. Traducción propia.