Comentario del San Juan 13:1-17, 31b-35
El ejemplo de liderazgo de Jesús
Juan 13:1-17 nos muestra el modelo de liderazgo de Jesús. Jesús, siendo Dios, desciende al nivel de los siervos. En el contexto del Nuevo Testamento, cuando alguien visitaba a una casa, el siervo -en el griego doulos– lavaba los pies del visitante en señal de bienvenida y hospitalidad. El erudito del Nuevo Testamento Dr. Alvin Padilla lo describe así: “En un ambiente árido, con caminos polvorientos y el uso de sandalias, como señal de hospitalidad se les daba a los invitados medios para lavar y refrescar los pies. Normalmente esta humillante tarea le correspondía a algún siervo.”1
Jesús está mostrando a los discípulos que esa es la manera del reino de Dios. Quienes somos llamados/as a dirigir una iglesia u una organización, siempre tenemos que hacerlo con un corazón humilde, dando la bienvenida a los feligreses y a la comunidad en general. La iglesia no nos pertenece. Los/as dirigentes o los/as líderes somos instrumentos, agentes y siervos de Dios en la historia de la salvación.
“Se levantó de la cena, se quitó su manto y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en una vasija y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secarlos con la toalla con que estaba ceñido” (vv. 4-5). ¿Cómo serían nuestras iglesias, nuestros barrios y nuestras comunidades en general si siguiéramos el ejemplo de Jesús lavando los pies del prójimo? ¿Podemos tratar al hermano o a la hermana de bajos recursos igual que a la persona pudiente?
En algunas iglesias, como en la Iglesia de los Hermanos (The Brethren Church), todavía se practica el lavamiento de los pies como parte de un servicio de adoración. Hace unos años en el servicio de Jueves Santo lo hicimos en una iglesia presbiteriana donde yo era pastor. Muchos participaron, pero otros no. ¿Por qué no practicamos más seguido este acto ceremonial?
Servir a los demás con la frente en alto
En el contexto Estados Unidos de América, hay un tema a considerar. Por muchos años los/as afroamericanos/as, los/as latinos/as y las mujeres en general hemos sido marginados/as, despreciados/as y hasta tratados/as como seres inferiores. En esa perspectiva, tenemos que interponer la hermenéutica de la sospecha. Es decir, servir a los demás y lavar sus pies no significa que vamos a permitir que los grupos dominantes se aprovechen de nuestra nobleza. En muchos casos, los grupos dominantes pueden usar textos como este para justificar un pago injusto o pedir a los latinos y a las mujeres que se encarguen de limpiar la cocina o los edificios de la iglesia.
Allen Dwight Callahan lo expresa así: “Jesús no es un esclavo obediente. Él es un hijo obediente. Sus seguidores no son esclavos, sino sus ‘hijos pequeños.’”2
¿Todas las personas que son parte de la iglesia ayudan y participan de manera equitativa? Los/as pastores/as latinos/as que sirven en iglesias “anglas,” por ejemplo, pueden sufrir actos de prejuicio cuando los feligreses anglos piden a su pastor latino que haga cosas que quizás no le pedirían a su pastor caucásico. Si hay un grupo latino o afroamericano en la iglesia, ¿todos/as tienen las mismas oportunidades en el liderazgo? Servir a los demás puede ser interpretado y entendido de manera distinta dependiendo de si la cuestión se está considerando en grupos dominantes o en grupos marginados. El ejemplo de Jesús es entonces ayudar al grupo dominante a ser más humilde y a los grupos marginados a restaurar su dignidad llamándoles a cargos de honor y privilegio. El Dr. Francisco Lozada Jr. lo dice así: “El llamado de los creyentes es a trascender sus propias afiliaciones sociales para así proclamar su propia universalidad en la imagen de su líder.”3
Ámense con el amor ágape:
Juan 13:31-35 nos ayuda a ser siervos/as con dignidad. Jesús nos dice que lo podemos hacer realidad a través de la práctica del amor ágape, que es la forma como él nos ama. “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (v. 34).
He ahí la pista para que la iglesia viva en armonía con oportunidades para todas las personas. ¿Realmente practicamos en nuestras iglesias el amor ágape? Considere las personas que trabajan en su iglesia: ¿Se llevan muy bien y se aman con amor ágape? Los/as líderes de la iglesia, cuando difieren en algún punto de vista con el/la pastor/a o con otros líderes, ¿son comprensivos y se soportan los unos a los otros con el amor ágape? Cuando alguien visita la iglesia, ¿las personas que son parte de esa comunidad les dan la bienvenida con el amor ágape?
Conclusión
Concluimos, pues, que la forma de liderazgo de Jesús es servir a los demás con un corazón humilde, pero también ser vigilantes para que no nos aprovechemos de la nobleza de los demás. Y la forma de tener ese balance saludable es practicando el amor ágape de Jesús. Que así sea.
Notas:
- Alvin Padilla, Juan, Serie Conozca su Biblia, Minneapolis: Augsburg Fortress, 2011, 154.
- Allen Dwight Callahan, True to our Native Land: An African American New Testament Commentary, Minneapolis: Fortress Press, 2007, 202. Mi traducción del original inglés.
- Francisco Lozada Jr., “John: The Politics of Recognition,” en Latinx Perspectives on the New Testament, editado por Osvaldo D. Vena and Leticia A. Guardiola-Saenz, Lanham: Lexington Books, 2022, 94. Mi traducción del original inglés.
March 28, 2024