Fourth Sunday in Lent (Year B)

En el pasaje anterior, Jesús tiene un diálogo con un líder farisaico llamado Nicodemo donde este “maestro de Israel” (3:10) visita  a Jesús “de noche” para hablar sobre lo bien que Jesús ha sido recibido, en particular por sus milagros.

March 18, 2012

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Comentario del San Juan 3:14-21



En el pasaje anterior, Jesús tiene un diálogo con un líder farisaico llamado Nicodemo donde este “maestro de Israel” (3:10) visita  a Jesús “de noche” para hablar sobre lo bien que Jesús ha sido recibido, en particular por sus milagros.

Nicodemo afirma que Dios está con Jesús (3:2). Sin embargo, Jesús quiere asegurarse de que Nicodemo entienda que necesita un compromiso espiritual para entrar al reino de Dios. Tiene que “nacer de nuevo” (3:3), algo que Nicodemo no parece entender a lo largo de este diálogo. Al fin, parece que el mismo Evangelista, como hace en varios instantes en la narración de este Evangelio según San Juan, termina el diálogo y comienza su propia interpretación teológica de las palabras de Jesús. En este capítulo tres de Juan, este cambio de un “diálogo a un monólogo”1 ocurre, algunos afirman, en el 3:14 en adelante.

Levantamiento de Jesús: 3:14-16
En Números  21:8-9, Moisés hace una serpiente de bronce y la levanta en un asta, para que cuando alguien del pueblo sea mordido por una serpiente, mire a esta serpiente levantada y se sane. El Evangelista Juan dice que de igual manera Jesús será levantado para dar vida eterna a su pueblo (3:14-15). Jesús se ve como el “hijo de hombre” el cual se describe en Daniel 7:13-14 como el que vendrá “desde las nubes” para traer el reino de Dios a todas las naciones. Ese mismo Hijo puede subir al cielo en triunfo ya que ha bajado para el rescate de la humanidad (Juan 3:13). De esta manera, Juan presenta la muerte de Jesús — un levantamiento en una cruz de madera — como una exaltación (vea también 8:28; 12:32-34).

Sin embargo, para participar en los resultados de esta exaltación de Cristo, como Jesús le dijo a Nicodemo, tiene que haber un compromiso de fe. Por lo tanto el autor promete “vida eterna” para los que creen (3:15). Esto se elabora en el famoso texto de Juan 3:16 donde el autor enfatiza el amor de Dios para toda la humanidad al “dar” — entregar como un regalo — a su “Hijo.” En este instante, el autor, en vez de llamar a Jesús “Hijo de hombre,” indica su estatus como “Hijo unigénito” de Dios, lo cual significa sólo nacido de Dios para llevar a cabo esta misión de salvación mundial. La palabra “mundo” en griego es “cosmos,” que significa todo aquello en el mundo organizado en contra de Dios (vea 1:10, 7:7, 15:18-19). Por ende, Dios ama y envía aun cuando su creación — el mundo como cosmos — está en contra de su Creador. Desde luego, lo que Dios al fin “regala” es vida eterna. Perdición final — muerte — es lo que pueden esperar las personas que rechazan a Dios. Sin embargo lo que Dios ofrece es vida eterna, la cual en Juan comienza ya cuando uno se compromete con fe con el plan de Dios con su Hijo. “Vida eterna” en Juan es “vida en abundancia” ahora (Juan 10:10) que también es nueva vida que Dios da para siempre.

Vida o Juicio: 3:17-21
Aunque el “mundo” no ama a Dios, Dios lo ama tanto que envía un regalo de salvación — en la persona de su Hijo. Sin embargo, este amor de Dios no puede abrogar que el rechazo de tal oferta por una persona, ya que tenemos libre albedrío, traerá juicio sobre esa persona. Dios no envía su Hijo para traer juicio, sino salvación (v.17). Pero el amor de Dios es tal que quiere que tengamos la libertad para escoger — creer o no creer. Por lo tanto, si uno escoge la fe — entra en el plan de rescate que Dios tiene para toda la humanidad.  El o la que decide no poner su fe en Dios y su gesto de amor en enviar a Jesús como el Cristo y Salvador, se condena por su propia decisión (v.18). El envío o regalo de Dios para algunos es salvación y otros, condenación. 

Los vv.19-21 ponen esta decisión crítica en el contexto de la dinámica de luz y oscuridad. Cuando uno viene a Jesús, la luz — entendimiento — de él como salvador nos ayuda a ver nuestras acciones como justas y verdaderas. Sin embargo, los que se alejen de Dios revelado  en Cristo Jesús, saben que sus obras pueden ser alumbradas como injustas. Ellos deciden alejarse de esa apertura a su verdadera persona. De esa manera se aseguran condenación — perdición final, v.16 — en vez de salvación, la cual significa tanto calidad de vida ahora como vida eterna en el Reino de Dios futuro. Rudolf Bultmann analizó este pasaje de la siguiente manera: “En la decisión de creer o no creer, se hace evidente lo que uno verdaderamente es y lo que siempre ha sido,”2 o sea, bueno o malo. Sin embargo, creo que la dinámica no está en lo que hemos sido, “buenos o malos,” sino en lo que con fe podamos hacer en la luz de Cristo. El “nacer de nuevo” nos pone en una posición de hacer el bien — en la luz de Cristo. Los que deciden no aceptar esta oportunidad para una nueva vida en la órbita de la luz de Cristo, se quedan en la oscuridad haciendo el mal como algo natural y normal. Por ende, Juan termina estableciendo que cuando uno se “acerca a la luz” se hace posible “vivir de acuerdo con la verdad” y “la voluntad de Dios” (v. 21).

Pautas Para La Predicación
Un pasaje como este se presta para la predicación evangelística, ayudando a gente sin fe a darse cuenta de las grandes ventajas que hay en aceptar el plan de Dios para la salvación humana, entre otras razones, porque podemos caminar a la luz y enseñanza de Cristo para hacer el bien en este mundo necesitado. Pero sobre todo aquí en Juan 3:14-21, hay una gran celebración del amor de Dios. Aunque hay un “cosmos” — un sistema de valores humanos que rechaza a Dios — Dios sigue tratando con la humanidad, al fin enviando un Salvador por excelencia, que se “levanta” en una cruz para traer sanidad. Esta última idea es también clave en el pasaje y trae a la luz que como seguidores de Jesús a veces tenemos que sufrir — tomar nuestra cruz y seguir a Jesús — para traer exaltación y nueva vida a la gente que servimos.


1Gail R. O’Day, “The Gospel of John,” New Interpreter’s Bible, Vol. 9 (Nashville: Abingdon, 1996), 551.
2Rudolph Bultmann, The Gospel of John (Oxford: Blackwell, 1971), 159.