Lectionary Commentaries for October 12, 2025
Decimoctavo domingo después de Pentecostés

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Evangelio

Comentario del San Lucas 17:11-19

Gonzalo R. Alers

¡Tranquila, humanidad! Los tropiezos son inevitables (Lc 17:1). ¿O se refiere mejor a un escándalo, como se traduce en algunas versiones bíblicas? Pero ¿qué significa aquí esto de hacer tropezar o de ser la persona por quien viene el escándalo? ¿Es una advertencia de cortesía o, en palabras del escritor colombiano José García Márquez, es Crónicas de una muerte anunciada? ¿Auméntanos la fe (Lc 17:5)? Pero ¿es acaso la fe cuantitativa? ¿Siervos inútiles (Lc 17:10)? ¿Son deberes o requerimientos jerárquicos? ¿A qué se está refiriendo Jesús en esta narrativa? ¿Hay algo más que lo evidente? ¿Qué debería entender la gente? ¿Qué debería entender yo? Estas son algunas preguntas que saltan inevitablemente al considerar esta narración desde el comienzo del capítulo 17. No puedo desvincular nada de esto del pasaje temático para el día de hoy. Bueno, vamos de lleno a reflexionar juntos y juntas.

Permítaseme proveer algunos datos importantes de este texto en términos del acuerdo mayoritario de la academia. El Evangelio según San Lucas es uno de los textos más excelentes del Nuevo Testamento en términos retóricos y lingüísticos. El autor no solo domina el griego koiné, sino que aparenta ser una persona educada y con medios para trasladarse y llevar a cabo su investigación (Lc 1:1–4). Escrito en las últimas décadas del siglo 1 EC por un autor desconocido,1 hace uso de material propio y otras fuentes.2 Es una obra en dos partes, única en la Biblia, y se conoce académicamente como la obra Lucas-Hechos.

El capítulo 17 es un florilegio de diversos dichos a los discípulos. La enseñanza de Jesús impone aquí una enorme carga de responsabilidad.3 Según la narración, los discípulos son interpelados a un cambio radical. Parecería que los discípulos tienen que comenzar a hacerse responsables de cuidar o hasta pastorear a otras personas en el camino de la fe. Esto requiere un amor tenaz que corrige el mal y perdona a las personas deudoras cuantas veces sea necesario.4

El capítulo comienza con una alusión a una enseñanza conocida: No pongas piedras de tropiezo al ciego. Ciertamente Jesús, judío al fin, se está refiriendo a la prescripción contenida en Levítico 19:14. Esto constituye dentro del judaísmo un mitzvah o mandamiento piadoso, pero es obvio que su alcance trasciende esas fronteras.5 La inevitabilidad y la necesidad divina no eliminan la responsabilidad personal. Podría significar no causar daño, engaño o dificultad a alguien que es vulnerable o tiene limitaciones. No tomar esta precaución sería verdaderamente un escándalo. Se trata de un asunto introspectivo. ¿A quién con mis actos o con mi silencio hago caer? Tenemos que corregirnos y perdonarnos primero antes de pretender que todo es ajeno a nosotros y nosotras. ¡Qué difícil se hace esto! En un mundo tan individualista, segregado y orientado al materialismo, ¡cuántas veces fallamos en el cumplimiento de esta enseñanza! ¡Qué mucho nos falta por aprender!

Pero ante este recordatorio, los seguidores del maestro se escudaron con la expresión: Prosthes hēmin pistin, “Auméntanos la fe” (Lc 17:5). ¡Danos más emunah (una fe profunda y duradera)!6 Al menos, esto debió ser el verdadero pedido ante la imposibilidad de seguir el mandamiento explicado anteriormente por Jesús. En repetidas ocasiones, el autor del evangelio dramatiza una fe-plenitud como acción.7 La fe ilumina nuestras acciones al ser practicada en piedad y vivida concretamente en devoción. Siendo la fe en cierta medida la creencia, confianza y obediencia a Dios revelado en Jesucristo, afectando todas las dimensiones de la existencia humana (intelecto, emociones, voluntad), ¿cuál era el verdadero pedido de estos seguidores? En Puerto Rico tenemos un dicho que dice algo parecido a esto: “Dime de lo que alardeas y te diré de lo que careces.” No se puede dar lo que no se tiene. Entonces, si desestimáramos el alarde y nos hiciéramos sencillos y humildes (la semilla de mostaza), tal vez lograríamos comprender y actuar. Dios en Cristo encarnado es la revelación necesaria para que ejerzamos esa fe en acciones concretas. Así que no es un asunto de cantidad. Es una fe accionada; una praxis desprendida.

Los vv. 7–10 tratan sobre una aparente condición servil. En diferentes versiones de la Biblia se han dado variados nombres: servir con humildad, el deber del siervo, el deber del que sirve, la fe y el servicio, y hasta que somos esclavos a quienes no se debe ningún favor.8 “Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: ‘Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos’” (Lc 17:10). ¡Otro escándalo! ¿Ahora resulta que nuestra fe en acción es una obligación requerida por un dios opresor? Esta demanda suena muy pesada, por eso la explicación merece ser detallada. Usemos un poco de narratología.9

El relato de la limpieza de los diez leprosos10 parece poner todo lo que hasta aquí se ha dicho en justa perspectiva. El escenario es maravilloso: Jesús pasaba entre dos ciudades. Jesús es quien siempre se acerca a nuestras vidas. En la numerología bíblica, el número diez podría significar la perfección del orden divino; ¡este momento es verdaderamente una teofanía! Hay varios personajes: Jesús el maestro, los discípulos en silencio y necesitados de instrucción, y diez leprosos que han reconocido al maestro. Si está pasando en una aldea, también hay muchas otras personas que son testigos del acontecimiento.

Jesús cumplió con la prescripción en Levítico 13 sobre cómo tratar con los leprosos y los envía al sacerdote. Parece que nadie había tenido misericordia de estas personas hasta ese momento. Mucho menos alguien les había llevado hacia los sacerdotes como indicaba la prescripción. ¿Por qué? ¿Por qué no eran judíos? Bueno, Jesús sí les envía, en cumplimiento de la ley y mostrando misericordia. Los leprosos no podían presentarse por sí mismos a los sacerdotes. Tenían que ser llevados o enviados por alguien movido a misericordia, y esto es lo que hace Jesús. “Mientras iban, quedaron limpios” (v. 14). Uno solo regresa para dar gracias. ¡Un samaritano! Y los otros nueve, ¿dónde están? ¿Serían judíos? No lo sabemos. El número uno en la numerología bíblica significa “comienzos” y hace referencia a la presencia de Dios.

¡Qué maravilloso! ¡Qué nuevo comienzo le ha extendido Dios a este extranjero! La redención ha llegado también a su vida. ¿La enseñanza? Tanto como los discípulos, la muchedumbre de la aldea, y varios siglos después, tú y yo, somos testigos del advenimiento del Reino de Dios aquí y ahora. Ese advenimiento es justicia y paz. Cristo Jesús se ha vinculado a nuestra humanidad por amor. Y tú y yo, ¿regresaremos a postrarnos en tierra, a sus pies, y le daremos gracias por tan hermoso regalo?

Bibliografía

Aymer, Margaret, Cynthia Briggs Kittredge, and David A. Sánchez. The New Testament: Fortress Commentary on the Bible. Minneapolis: Fortress Press, 2014.

Crossan, John Dominic. The Power of Parable: How Fiction by Jesus Became Fiction About Jesus. New York: Harper Collins, 2012.

Herzog, William R. Parables as Subversive Speech: Jesus as Pedagogue of the Oppressed. Louisville: Westminster John Knox Press, 1994.

McCaulley, Esau, Janette H. Ok, Osvaldo Padilla, and Amy Peeler, eds. The New Testament in Color: Multiethnic Bible Commentary. Downers Grove: IVP Academic Press, 2024.

Nolland, John. Luke 9:21–18:34. World Biblical Commentary 35b. Grand Rapids: Zondervan, 1993.


Notas

  1. La vinculación del nombre Lucas con el texto del Evangelio comienza con la aparición de notas en manuscritos del siglo 2 EC con la frase “según Lucas.” El Papiro Bodmer XIV–XV, aproximadamente del siglo 2 EC, es el fragmento más antiguo que se ha descubierto con la referencia a “Lucas” como autor y el Códice Beza Cantabrigiensis, del siglo 5 EC (un uncial, muy parecido a nuestros libros de hoy), es otro ejemplo de la ocurrencia de un encabezamiento con el nombre Lucas.
  2. El material exclusivo de Lucas representa la mitad del escrito completo, además de utilizar la narración de Marcos y probablemente una fuente hipotética que los estudiosos han llamado la fuente Q.
  3. John Nolland, Luke 9:21–18:34, World Biblical Commentary 35b (Grand Rapids: Zondervan, 1993), 837.
  4. Diane G. Chen, “Gospel of Luke,” en The New Testament in Color: Multiethnic Bible Commentary, ed. Esau McCaulley, Janette H. Ok, Osvaldo Padilla, y Amy Peeler (Downers Grove: IVP Academic Press, 2024), 159.
  5. Recordemos aquí la parábola del hombre rico y Lázaro en el capítulo anterior.
  6. Palabra hebrea que aparece por primera vez en el Antiguo Testamento como parte del verbo que se traduce como “creer” en Génesis 15:6.
  7. Robert L. Brawley, “Luke,” en The New Testament: Fortress Commentary on the Bible (Minneapolis: Fortress Press, 2014), 249.
  8. Versiones como La Biblia de Jerusalén, Reina-Valera 60, Dios Habla Hoy, y La Biblia de las Américas, por dar algunos ejemplos.
  9. Es un análisis del texto en términos literarios.
  10. También es material único en Lucas.