Marcos quiere que los/as lectores/as de su escrito perciban en el ministerio de Jesús, descrito en sus palabras e historias, una urgencia evangélica. Esta urgencia se ve manifestada en el uso constante del evangelio de Marcos de la palabra griega euthus. Euthus, en el contexto que usa Marcos para marcar las transiciones en su narrativa, puede traducirse como “inmediatamente.” La inmediatez del mensaje de Jesús está fundamentada en su acción salvadora en pro de los seres humanos. Por eso Jesús es presentado en Marcos como el portador de las buenas nuevas del Reino de Dios que se ha acercado (Mc 1:14-15). En sus palabras y acciones en pro del pueblo sufrido, oprimido y afligido, Jesús es proclamado por San Marcos como el Hijo de Dios, en quien la divinidad encuentra felicidad y complacencia (Mc 1:11). La palabra que usa Marcos para describir la “complacencia”de Dios con Jesús proviene del griego eudokeó. Esta palabra significa pensar bien o tener una muy buena impresión de una persona. Esta conexión entre la inmediatez, la urgencia del mensaje de y sobre Jesús y la complacenciade Dios en Jesús, nos dan claves importantes para interpretar el texto asignado para el Quinto Domingo después de la Epifanía, Marcos 1:29-39.
El texto de Marcos 1:29-39 es precedido por importantes eventos que junto con las palabras “inmediatez”y “complacencia,” nos dan claves importantes para entenderlo y también al resto del Evangelio de San Marcos. Estos eventos son: el bautismo de Jesús por Juan en el Jordán (Mc 1:9-11), su tentación por Satanás en el desierto (Mc 1:12-13), su mensaje de arrepentimiento y fidelidad al evangelio del Reino de Dios (Mc 1:14-15), el llamamiento de sus primeros discípulos (Mc 1:16-20) y el exorcismo de un endemoniado en la sinagoga de Capernaúm (Mc 1:21-28). Luego de haber exorcizado al endemoniado en la sinagoga de Capernaúm, Jesús y sus cuatro nuevos seguidores (Pedro, Andrés, Santiago y Juan), se dirigen a la casa de Pedro en Capernaúm (v. 29). Cabe destacar que Capernaúm en los tiempos de Jesús era una villa pesquera en la orilla norte del Mar de Galilea. En el primer siglo de nuestra era, la población de esta villa era de alrededor de unos 1500 habitantes.1 Capernaúm no era el centro económico ni social de los judíos de la época.2 Era más bien una villa supeditada a la ciudad de Jerusalén, donde se encontraba el poder religioso, político y económico de la región. Y a su vez, Jerusalén y toda la región de Palestina, había sido anexada como una provincia del Imperio Romano. Es importante recordar estos detalles, porque la marginalidad de los galileos en el marco socio-político, religioso y económico es un dato importante para entender el Evangelio de San Marcos, el texto que nos concierne, y por ende, el ministerio y la persona de Jesús. Sin comprender la marginalidad y la opresión vivida por la comunidad de Galilea, lugar donde comienza el anuncio de las buenas nuevas del Reino de Dios, podemos cometer el error de espiritualizar el ministerio de Jesús y divorciarle de su impacto liberador para las comunidades marginadas de su tiempo.
Lamentablemente, Marcos no nos menciona el nombre de la suegra de Pedro. Solo nos informa que, al entrar Jesús y sus discípulos a la casa de Pedro y Andrés, le dicen a Jesús que ella tenía una fiebre que la tenía encamada. En una llamada telefónica conmigo, tuve el honor de hablar con la teóloga presbiteriana y mujerista Yenni Delgado, y ella compartió conmigo unos detalles muy importantes sobre la situación de la suegra de Pedro en el texto que nos ocupa. Me mencionó que, aunque como sucede con muchas mujeres en las Sagradas Escrituras, su nombre no es mencionado, la hospitalidad y las ganas de servir mostradas por la suegra de Pedro, luego de haber sido sanada (v. 31), la hacen ejemplo vivo de las palabras de Jesús, quien es descripto en Marcos 10:45 como el que ha venido a servir y no a ser servido. La palabra griega usada por Marcos para describir el servicio dado por la suegra de Pedro es Diakoneó. Diakoneó significa literalmente levantar el polvo con los pies al ir de un lado a otro. Es una palabra dinámica que se utiliza en el Nuevo Testamento para describir el servicio o ministerio hecho en el nombre de Dios a la comunidad. Ya que Jesús es el servidor por excelencia de Dios hacia la comunidad, la suegra de Pedro nos señala con sus acciones lo que significa servir a Dios. Servir a Dios es servir al prójimo. Otro detalle que la teóloga mujerista Yenni Delgado quiso enfatizar en nuestra conversación es el hecho de que la familia de Pedro y Andrés cuidaba de la suegra de Pedro. Al ser la suegra de Pedro, debemos asumir que era mayor de edad y vivía con la familia. Dado que la sociedad de los tiempos de Jesús era extremadamente patriarcal, las opciones de las mujeres de la época para subsistir eran muy limitadas. Quizás ella era viuda, y necesitaba el apoyo de la familia del esposo de su hija para sobrevivir. En la marginalidad experimentada por los galileos, particularmente las mujeres, la solidaridad era necesaria para la supervivencia.
Al ser sanada de la fiebre, la suegra de Pedro fue tomada de la mano y levantada por Jesús. El verbo griego usado por Marcos para describir la acción de Jesús de levantar a la suegra de Pedro es egeiró. Esta palabra es usada también en Marcos 16:6 por el mensajero divino para anunciar que Jesús se ha levantado de entre los muertos. Es importante ver en la sanación de la suegra de Pedro un anticipo de la resurrección de Jesús. La resurrección como victoria sobre la muerte y todo aquello que nos oprime e impide nuestra vocación de vivir en solidaridad los unos con las otras es una dimensión importante de nuestro texto. Aunque la fiebre hoy en día es una enfermedad común, hace 2000 años atrás podía significar la muerte o incapacidad para poder contribuir al bienestar de la comunidad. Las buenas nuevas del Evangelio son que el Reino de Dios se ha acercado a la humanidad desde la marginalidad, para levantarnos del poder de la muerte que impide que sirvamos en el nombre de Jesús a toda la creación.
Notas:
Reed, Jonathan L. (2002). Archeology and the Galilean Jesus: A Reexamination of the Evidence. Harrisburg: A&C Black.
Richard Horsley (2022). The Pharisees and the Temple-State of Judea. Cascade, Oregon: Cascade Books.
Marcos quiere que los/as lectores/as de su escrito perciban en el ministerio de Jesús, descrito en sus palabras e historias, una urgencia evangélica. Esta urgencia se ve manifestada en el uso constante del evangelio de Marcos de la palabra griega euthus. Euthus, en el contexto que usa Marcos para marcar las transiciones en su narrativa, puede traducirse como “inmediatamente.” La inmediatez del mensaje de Jesús está fundamentada en su acción salvadora en pro de los seres humanos. Por eso Jesús es presentado en Marcos como el portador de las buenas nuevas del Reino de Dios que se ha acercado (Mc 1:14-15). En sus palabras y acciones en pro del pueblo sufrido, oprimido y afligido, Jesús es proclamado por San Marcos como el Hijo de Dios, en quien la divinidad encuentra felicidad y complacencia (Mc 1:11). La palabra que usa Marcos para describir la “complacencia” de Dios con Jesús proviene del griego eudokeó. Esta palabra significa pensar bien o tener una muy buena impresión de una persona. Esta conexión entre la inmediatez, la urgencia del mensaje de y sobre Jesús y la complacencia de Dios en Jesús, nos dan claves importantes para interpretar el texto asignado para el Quinto Domingo después de la Epifanía, Marcos 1:29-39.
El texto de Marcos 1:29-39 es precedido por importantes eventos que junto con las palabras “inmediatez” y “complacencia,” nos dan claves importantes para entenderlo y también al resto del Evangelio de San Marcos. Estos eventos son: el bautismo de Jesús por Juan en el Jordán (Mc 1:9-11), su tentación por Satanás en el desierto (Mc 1:12-13), su mensaje de arrepentimiento y fidelidad al evangelio del Reino de Dios (Mc 1:14-15), el llamamiento de sus primeros discípulos (Mc 1:16-20) y el exorcismo de un endemoniado en la sinagoga de Capernaúm (Mc 1:21-28). Luego de haber exorcizado al endemoniado en la sinagoga de Capernaúm, Jesús y sus cuatro nuevos seguidores (Pedro, Andrés, Santiago y Juan), se dirigen a la casa de Pedro en Capernaúm (v. 29). Cabe destacar que Capernaúm en los tiempos de Jesús era una villa pesquera en la orilla norte del Mar de Galilea. En el primer siglo de nuestra era, la población de esta villa era de alrededor de unos 1500 habitantes.1 Capernaúm no era el centro económico ni social de los judíos de la época.2 Era más bien una villa supeditada a la ciudad de Jerusalén, donde se encontraba el poder religioso, político y económico de la región. Y a su vez, Jerusalén y toda la región de Palestina, había sido anexada como una provincia del Imperio Romano. Es importante recordar estos detalles, porque la marginalidad de los galileos en el marco socio-político, religioso y económico es un dato importante para entender el Evangelio de San Marcos, el texto que nos concierne, y por ende, el ministerio y la persona de Jesús. Sin comprender la marginalidad y la opresión vivida por la comunidad de Galilea, lugar donde comienza el anuncio de las buenas nuevas del Reino de Dios, podemos cometer el error de espiritualizar el ministerio de Jesús y divorciarle de su impacto liberador para las comunidades marginadas de su tiempo.
Lamentablemente, Marcos no nos menciona el nombre de la suegra de Pedro. Solo nos informa que, al entrar Jesús y sus discípulos a la casa de Pedro y Andrés, le dicen a Jesús que ella tenía una fiebre que la tenía encamada. En una llamada telefónica conmigo, tuve el honor de hablar con la teóloga presbiteriana y mujerista Yenni Delgado, y ella compartió conmigo unos detalles muy importantes sobre la situación de la suegra de Pedro en el texto que nos ocupa. Me mencionó que, aunque como sucede con muchas mujeres en las Sagradas Escrituras, su nombre no es mencionado, la hospitalidad y las ganas de servir mostradas por la suegra de Pedro, luego de haber sido sanada (v. 31), la hacen ejemplo vivo de las palabras de Jesús, quien es descripto en Marcos 10:45 como el que ha venido a servir y no a ser servido. La palabra griega usada por Marcos para describir el servicio dado por la suegra de Pedro es Diakoneó. Diakoneó significa literalmente levantar el polvo con los pies al ir de un lado a otro. Es una palabra dinámica que se utiliza en el Nuevo Testamento para describir el servicio o ministerio hecho en el nombre de Dios a la comunidad. Ya que Jesús es el servidor por excelencia de Dios hacia la comunidad, la suegra de Pedro nos señala con sus acciones lo que significa servir a Dios. Servir a Dios es servir al prójimo. Otro detalle que la teóloga mujerista Yenni Delgado quiso enfatizar en nuestra conversación es el hecho de que la familia de Pedro y Andrés cuidaba de la suegra de Pedro. Al ser la suegra de Pedro, debemos asumir que era mayor de edad y vivía con la familia. Dado que la sociedad de los tiempos de Jesús era extremadamente patriarcal, las opciones de las mujeres de la época para subsistir eran muy limitadas. Quizás ella era viuda, y necesitaba el apoyo de la familia del esposo de su hija para sobrevivir. En la marginalidad experimentada por los galileos, particularmente las mujeres, la solidaridad era necesaria para la supervivencia.
Al ser sanada de la fiebre, la suegra de Pedro fue tomada de la mano y levantada por Jesús. El verbo griego usado por Marcos para describir la acción de Jesús de levantar a la suegra de Pedro es egeiró. Esta palabra es usada también en Marcos 16:6 por el mensajero divino para anunciar que Jesús se ha levantado de entre los muertos. Es importante ver en la sanación de la suegra de Pedro un anticipo de la resurrección de Jesús. La resurrección como victoria sobre la muerte y todo aquello que nos oprime e impide nuestra vocación de vivir en solidaridad los unos con las otras es una dimensión importante de nuestro texto. Aunque la fiebre hoy en día es una enfermedad común, hace 2000 años atrás podía significar la muerte o incapacidad para poder contribuir al bienestar de la comunidad. Las buenas nuevas del Evangelio son que el Reino de Dios se ha acercado a la humanidad desde la marginalidad, para levantarnos del poder de la muerte que impide que sirvamos en el nombre de Jesús a toda la creación.
Notas: