Lectionary Commentaries for February 22, 2023
Miércoles de ceniza

from WorkingPreacher.org


Evangelio

Comentario del San Mateo 6:1-6, 16-21

Pablo Manuel Ferrer

Hoy en día tenemos muy arraigada la costumbre de la selfi. Y también, lo que no es ninguna novedad, la costumbre de mostrar en redes sociales casi todo lo que hacemos. Digo casi todo porque seleccionamos cuidadosamente, claro.

Pareciera que, si realizamos una actividad, la disfrutamos mucho más si tiene el agregado de ser publicada en las redes y recibir likes o “me gusta.”

Bastante parecido al texto de hoy, ¿verdad? Ayer se buscaban recompensas; hoy, likes. Ayer, mostrar los éxitos al mayor número de personas; hoy, seguidores, seguidoras o fans.

Tal vez no hayamos cambiado tanto, ¿no?

Ah, cierto… además veremos si hay alguna crítica al capitalismo en el miércoles de ceniza.

¿Esto es anacrónico? Sí, puede ser. Hablar de capitalismo y selfis en tiempos de Jesús es totalmente anacrónico. Pero intentemos ver en el texto si no hay un mensaje para nuestros tiempos… tal vez algunas costumbres humanas efectivamente no hayan cambiado tanto.

Selfis y miércoles de ceniza

¿Cómo celebrar el miércoles de cenizas en esta era de las redes sociales? ¿Acaso sacarnos fotos para subir a las redes? ¿Acaso publicar numerosos pensamientos sobre el arrepentimiento?

Si prestamos atención a la propuesta del texto de Mateo, Jesús opone a una acción realizada para la apariencia otra acción secreta. Pensemos en esto para este miércoles de ceniza.

En una sociedad como aquella mediterránea del primer siglo, la vista y aprobación de la otra persona era fundamental para la construcción del llamado honor social. En tanto alguien demostraba públicamente su poder, ese poder crecía. Bueno… como hoy, claro. De hecho, es por esta característica cultural que tienen tanto éxito las redes sociales virtuales que promueven el mostrarnos para construirnos una imagen. Y después de lograrlo… la tremenda y agotadora tarea de sostener dicha imagen.

Pero, tanto en aquel tiempo como en el nuestro, Jesús opone a este agobiante trabajo de marketing la idea del secreto. Digamos que aparece como idea una especie de silencio, de quietud. Una invitación a estar con Dios y solamente ahí.

Pareciera que con este texto Jesús hace una crítica, que vale para aquel tiempo y para el nuestro, a esa actividad a la que le interesa el enriquecimiento social de nuestra propia imagen mucho más que la auto reflexión.

Hoy esto se ha convertido, lamentablemente, en una actividad cotidiana para muchas personas. Y, lógicamente, el mercado aprovecha y lo transforma en un negocio.

En el texto, Jesús nos muestra cómo incluso la obra buena, esa obra piadosa que en su origen tenía la función de sanarnos, nos está enfermando. Tenía que sanarnos de ese orgullo por lograr posicionarnos en primer lugar en la competencia social. Y ahora, inversamente, por medio de esta acción buena, reforzamos la competencia. Porque, digámoslo, lo que está recordándonos Jesús es que este afán por ser los/as primeros/as reproduce la competencia destructora. Usar las buenas obras como arma para dejar atrás a otros en lo social es, por lo menos, algo que nos enferma.

El miércoles de ceniza debería ser un buen momento para sanarnos de este terrible flagelo. Y la medicina puede ser, ¿por qué no?, el silencio. La medicina es estar en algún momento con nosotros/as mismos/as. La medicina es recuperar obras que son sanadoras como la oración, la ofrenda y el ayuno. Estas obras fueron pensadas precisamente para sanarnos.

Capitalismo y miércoles de ceniza

Es iluminador que el texto de Jesús termine haciendo referencia a la acumulación de tesoros. Pareciera que Jesús cierra este momento recordándonos que estas acciones buenas usadas para competir buscan acumular poder, honor y, en definitiva, posesiones económicas.

Jesús, una vez más, nos hará ver el costado económico de las acciones humanas. Y en este caso el aspecto acumulativo.

Jesús rechaza que las obras de piedad sean usadas para ganar recompensas. Jesús condena que las obras de piedad sean mercantilizadas, que sean transformadas en una acción financiera que nos permita obtener beneficios económicos. El texto original griego, interesantemente, utiliza en los vv. 1, 2, 5 y 16 la palabra misthos, que proviene del ámbito mercantil y que podríamos traducir como pago, beneficio económico, recompensa. Nuestra versión de Reina Valera 1995 la traduce como “recompensa.” Jesús condena que las obras de piedad se mercantilicen para obtener misthos, que algunas personas sólo practiquen la oración, la ofrenda y el ayuno obtener misthos.

Parte importante de la sanación que nos tiene que producir el miércoles de ceniza es la de curarnos de una enfermedad producida por este sistema económico que nos hemos inventado: el capitalismo mercantilizador. En este sistema todo se transforma en un bien para generar misthos, ganancia. El bien se mercantiliza, el amor, la paz, la salud, la enfermedad, la muerte y también, sí también, la vida. Pareciera que para que algo tenga “sentido” en este mundo tiene que producir misthos.

Algunas pistas para una predicación

Tal vez sea necesario volver a pensar en el miércoles de ceniza como un tiempo de sanación.

Hoy ponemos mucha atención a las enfermedades contagiosas. No está mal, pero las no contagiosas, las que nos enferman por un determinado estilo de vida, suelen ser más peligrosas, ya que nos matan silenciosamente.

Pensemos y vivamos el miércoles de ceniza como un tiempo para sanarnos de la enfermedad de producirnos constantemente para las redes sociales virtuales. Tengamos el momento sanador de estar con nosotros mismos, con nosotras mismas y con Dios. De encontrarnos, de vivirnos, de sentirnos, conocernos.

Y si fuera posible, vivamos también este tiempo de miércoles de ceniza como una oportunidad para reflexionar sobre las muchas actividades que hemos transformado en negocios. Reflexionemos sobre lo que hacemos para ganar y acumular algo (dinero, prestigio, seguidores, fama, honor, poder, belleza) y lo que hacemos sin buscar ningún tipo de ganancia. ¿Cuántas veces hemos podido disfrutar mientras “perdemos el tiempo”? ¿Cuántas veces la obra buena, la oración o la ayuda económica que brindamos sólo fue conocida por Dios?