Lectionary Commentaries for December 11, 2022
Tercer Domingo de Adviento

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Evangelio

Comentario del San Mateo 11:2-11

René Krüger

Con la pregunta que presentan los enviados de Juan el Bautista a Jesús se inicia un tramo de texto en el Evangelio de Mateo que por un lado retoma reflexivamente las enseñanzas y los milagros de Jesús y por el otro apunta a los conflictos que produce la actuación de Jesús de ahí en adelante. El texto es, pues, una pequeña “bisagra” entre lo sucedido hasta ese momento y lo que vendrá, que eclosionará finalmente en la pasión y la resurrección. Aquí Jesús conversa primero con los discípulos de Juan y luego se dirige a la multitud. El texto previsto para el Tercer Domingo de Adviento abarca además del diálogo con los emisarios (vv. 2-6) una primera unidad sobre el Bautista (vv. 7-11). Luego siguen dos más (Mt 11:12-15 y Mt 11:16-19). De la totalidad de estas cuatro breves unidades se deducen interesantes aspectos la relación de Jesús con su antecesor y mensajero. Por razones de espacio por un lado y también por la necesidad de centrar la predicación en un solo tema teológico, estudiaremos brevemente solo los vv. 2-6. Mateo tomó este material al igual que Lucas de la Fuente de los Dichos.

Un breve repaso exegético

Jesús comenzó su ministerio después del encarcelamiento de Juan el Bautista por Herodes Antipas. Juan se había animado a señalarle a este Herodes que no era lícito tener como mujer a Herodías, la esposa de su hermano Felipe.

La fama de Jesús se extendió pronto y también llegó al Bautista encerrado en prisión. Es lógico que el antecesor de Cristo haya querido tener certeza sobre si Jesús realmente era el Mesías prometido, el Cristo, o si se debía esperar a otro.

Vv. 2-3: La redacción mateana es fascinante. Luego de emplear cuatro veces en el cap. 1 y una vez en el 2 la designación Cristo con referencia a Jesús, vuelve a usarla recién de nuevo aquí, calificando así toda la actuación de Jesús relatada en los capítulos anteriores como la de(l) Cristo. Es decir, Mateo le anticipa a su público lector la respuesta a la pregunta de los emisarios indicando de antemano un amable y decidido sí a la primera parte de la misma: ¿Eres tú aquel que había de venir?

Recuérdese que Cristo originalmente fue solo título: el Ungido, el Rey Ungido, el Mesías. Pero en la tradición cristiana ya muy pronto se convirtió también en nombre. Los evangelios “juegan” con este doble uso, generalmente como título (por eso lleva artículo: el Cristo), pero ya se vislumbra el paso al uso como nombre de Jesús. Al pasar el cristianismo del ámbito judío al helenístico, se impuso más y más el uso como nombre, ya que los griegos desconocían el significado de Mesías. Esto se nota con fuerza en las epístolas, en las que Cristo por lo general es nombre, no título.

Si bien los evangelios ya registran el testimonio contundente del Bautista sobre Jesús, precisamente esta duda planteada “a mitad de camino” entre el bautismo y el desenlace final es evidencia de que Mateo incorporó aquí material histórico fidedigno, pues muestra un Bautista vacilante y algo perplejo, lo cual no cuadra muy bien en la idealización de una figura importante. Quizás la duda indique también que Juan, como tantos e incluso en parte los discípulos de Jesús, haya tenido expectativas que no coincidían con la actuación de Jesús. Su imagen del Mesías estaba conformada por otros rasgos que los que se veían y contaban de Jesús. Uno de esos rasgos era el bautismo con el Espíritu Santo y el fuego, el fuego de ese juez más fuerte que el Bautista que no se apagaría nunca (Mt 3:11-12). Hasta el momento en que cayó preso el Bautista, no se había llegado a conocer ninguna acción “fuerte” de Jesús como la que se esperaba del Mesías que debía restaurar el reino a o para Israel. Esta formulación aparece en Hch 1:6 en boca de los discípulos; nótese que dice a Israel, no de Israel – pequeño gran detalle de la expectativa de los discípulos. Asimismo, aparece en boca de uno de los dos discípulos de Emaús la formulación El que había de redimir a Israel (Lc 24:21).

Es lógico que el incumplimiento de determinadas expectativas tan fundamentales como el poder del Mesías y la restauración del reino haya causado frustración, “escándalo” en términos bíblicos.

Vv. 4-5: La respuesta de Jesús es altamente pedagógica. No se impone en absoluto, sino que invita a oír y ver y con ello reflexionar, sentir y sacar conclusiones propias. El v. 5 contiene elementos tomados del libro del profeta Isaías 26:19; 29:18; 35:5-6. Se puede agregar también Is 61:1, palabras que Jesús lee en la sinagoga de Nazaret para luego hablar de su cumplimiento, según Lc 4. Nótese que allí Jesús tampoco hace alarde de su mesianidad, sino que apela a la reflexión y la aceptación de su identidad mesiánica al decir Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. Es decir, “decidan ustedes si esto es correcto.” Los Sinópticos muestran que Jesús tampoco ha forzado la confesión mesiánica de los discípulos, sino que esta salió de ellos por revelación de Dios mismo – y, además, premia al confesor con la bienaventuranza, Mt 16:16-17. Algo similar sucede con confesión cristológica de Marta en Jn 11:27. Esto es típico para el pensamiento judío: Dios revela, decide, prevé, destina, obra; la persona puede aceptar o rechazar esa decisión.

v. 6: Esta frase conclusiva de la primera subunidad del texto con seguridad alude a las frustraciones –“escándalos”– producidos por un Mesías que no correspondía a las expectativas de la mayoría y con cierta seguridad también a las de Juan.

En cuanto a la segunda subunidad, esta y el texto que sigue contienen un testimonio convencido de Jesús sobre Juan, así como el Bautista expresó en Mt 3:11-12 su testimonio sobre el que venía tras él. Jesús enfatiza el perfil profético y de mensajero enviado por Dios que prepara el camino.

Breve reflexión

Juan el Bautista tiene rasgos grandiosos. Su misión principal fue la de ser precursor del Mesías y preparar a la gente para la venida de este. Esa tarea la cumplió perfectamente, como lo relatan los evangelios. Al mismo tiempo, su autenticidad fue la causa para que Herodes lo pusiera en la cárcel donde luego fue decapitado por venganza de Herodías que se sintió agravada, una total dependencia de la hija de su madre y una falta de autenticidad y firmeza de Herodes. En esta etapa de su vida en la cárcel, a Juan lo asaltaron las dudas sobre Jesús. Es bueno que esto haya quedado registrado por escrito, pues es un testimonio de la humanidad de Juan, algo que muchos héroes no parecen tener. Entonces, antes de extrañarnos por esa duda tan elemental del preso, en la predicación podemos comenzar por ahí para luego extraer el mensaje de la primera unidad del texto.

Rumbo a la predicación

  • ¿Quién no tiene algunas veces dudas sobre Dios, Jesús, el Evangelio, la Biblia, la eternidad? Muchas páginas de la Biblia evidencian que Dios Padre en el AT/Dios Hijo en el NT siempre toman muy en serio la duda, el miedo, la frustración de los seres humanos y les ayudan a superarlos. Definitivamente hay lugar en la iglesia para quienes dudan, buscan, no pueden aceptar de inmediato todo, quieren saber, piensan diferente, viven con inseguridad o tienen más bajos que altos en su vida de fe. Juan el Bautista es un ejemplo sobresaliente de alguien que tuvo esos altibajos y poco antes de su muerte aún no se había convertido en ídolo heroico de la fe totalmente consolidada, segura, inamovible y ejemplar.
  • Jesús respetó sinceramente esa duda y ayudó tanto a Juan como a sus emisarios a escuchar, ver, pensar y decidir por su cuenta. A través de ese texto, también nos ayuda a nosotros en nuestras dudas.
    Jesús no necesita autómatas. Invita a que se observe, reflexione, evalúe; y quiere que cada cual decida si creerle, confiarle y seguirle o no. Jesús no se presentó con autoritarismo como EL CRISTO, sino que simplemente señaló los efectos de su actuar para que los emisarios del Bautista valoren y piensen por sí mismos. Y como conocían las Escrituras del pueblo del pacto, empleó frases conocidas por todos.
  • No tenemos acceso directo a los efectos que tuvo la actuación de Jesús sobre tantas personas y principalmente sobre los miembros débiles de su sociedad. Pero tenemos acceso al testimonio que muchos contemporáneos dieron de la actuación y la persona de Jesucristo y que nos transmite la Biblia. La revelación del Padre, recibida por quienes adhirieron a Jesús y proclamaron el Evangelio en aquel primer tiempo, pasó al testimonio escrito de la Palabra de Dios y sigue obrando en quienes con apertura de mente y corazón buscan allí la verdad.

En este tiempo de Adviento, Dios nos invita a abrirnos a ese testimonio y a dejarnos incluir en el grupo de quienes han recibido aquella bienaventuranza.