Lectionary Commentaries for September 18, 2022
Decimoquinto domingo después de Pentecostés

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Evangelio

Comentario del San Lucas 16:1-13

Awilda González

Descripción de la escena

Lucas 16:1-13 presenta una parábola que Jesús dirige a sus discípulos. Jesús toma la ocasión para enseñarles sobre el discipulado y las riquezas. Esta parábola se refiere a un mayordomo o encargado de la administración de los negocios de su amo.

Este mayordomo ha fracasado en su administración y es despedido. Ante esta situación, analiza sus posibilidades y decide seguir una estrategia para ganar el favor de los deudores de su amo reduciéndoles sus deudas. En la parte final de la parábola el mayordomo es elogiado por su sagacidad. 1

Contexto

Desde el capítulo 14 encontramos que Jesús ha estado enseñando sobre las implicaciones de ser discípulos/as (14:25-31). En el capítulo 15, ante las murmuraciones de los representantes de la ley, se dirige directamente a ellos. Ahora, en el capítulo 16, vemos que cambia de dirección y se enfoca nuevamente en sus discípulos y continúa su enseñanza. En el v. 14, que sigue a nuestro texto, encontramos que también los fariseos estaban allí presentes escuchándole. Jesús les habla y condena su avaricia y la manera como se justificaban a sí mismos, dejándoles saber que Dios conoce las intenciones de los corazones (v. 15).

En adición, el contexto muestra unidad temática con otra enseñanza sobre el dominio de las riquezas, la historia del rico y Lázaro (1619-31), que nos deja ver el énfasis que da Jesús en ambas narrativas a la importancia de lo eterno (vv. 9 y 22) en contraposición con las riquezas de este mundo (vv. 13 y 23).

Discipulado y el peligro del amor a las riquezas

La parábola dice que el administrador no está ejerciendo sus funciones como debería. No se han producido ganancias bajo su administración. Se le acusa de haber derrochado o malgastado los bienes. Ha fracasado como mayordomo. Es despedido y tiene que dar cuentas a su amo.

Era una práctica común en Palestina que los dueños de propiedades encargaran el cuidado de sus negocios a administradores. Usualmente se rentaban las tierras para cultivarlas. El administrador tenía que colectar las rentas y pagos de los que trabajaban la tierra o hacían otros negocios. De la producción de dichos negocios, se daba una comisión al administrador. También los mayordomos a veces tenían derecho a trabajar una porción de tierra como parte de su compensación. Cuando los negocios no producían lo que se esperaba, el administrador podía ser obligado a entregar su propia tierra y hasta podía entrar en un contrato de servidumbre para pagar la deuda.2 Eso no pasa en esta historia porque, cuando el mayordomo es despedido (v. 2), busca la manera de evitar caer en una situación crítica.

La estrategia que sigue este administrador apunta a asegurar su futuro. Ejecuta el plan de reducir las deudas a los deudores con el propósito de que, cuando ya no fuera mayordomo, estas personas le “reciban en sus casas” (v. 4). Todavía tiene autoridad para tomar este tipo de determinaciones. Estas personas estarían en deuda con él y le ayudarían o emplearían.

De acuerdo con la narración, el dueño o amo toma a bien lo que el administrador injusto ha hecho y lo alaba por su sagacidad. Aunque la motivación del administrador era asegurar su propio futuro con una buena relación con los deudores, para el amo posiblemente el arreglo significaba que no lo perdería todo.

Aplicación de la parábola

El mayordomo injusto es presentado como un ejemplo positivo (v. 8) para los/as discípulos/as por su acción inteligente o astuta. Jesús no aplaude su injusticia, sino la sagacidad con la que afronta la situación presente pensando en su bienestar futuro. Por otro lado, posiblemente el amo tenía prácticas injustas también y el mayordomo, al reducir las deudas, les hace un poco de justicia a los deudores.

Jesús define la aplicación de esta parábola en el v. 8: Si las personas de este mundo usan estrategias para asegurar su futuro, cuánto más los hijos de la luz deben hacer todo lo que puedan para alcanzar el futuro prometido.3 El comentario en la segunda parte del v. 8 se puede entender al considerar que este mayordomo fue motivado por intereses propios (“hijos de este siglo”) y manipuló la situación en formas que los “hijos de la luz” no lo hacen.4 Lo que se aplaude aquí es la sagacidad.

La aplicación continúa en el v. 9 cuando el mayordomo de la parábola es tomado como un ejemplo positivo para los/as discípulos/as, quienes deben ganar “amigos” como hizo el mayordomo, reduciendo y cancelando deudas, ayudando a los pobres y necesitados.5 Estos principios los vemos en la comisión que fue dada a Jesús en 4:18-19. Ahora son los/as discípulos/as quienes deben seguir los mismos principios.

En su enseñanza, Jesús requiere fidelidad (vv. 10-13). La expresión en cuanto a confiarles “lo verdadero” (v. 11), debe referirse a la recompensa de “las moradas eternas” mencionadas antes (v. 9). Para que se les confíe lo verdadero (lo eterno), los/as discípulos/as debían usar y disponer las posesiones de este mundo, que son temporarias, en acciones que les lleven a acumular riquezas eternas.

No se puede estar esclavizado a servir a dos señores a la misma vez (v. 13), pues la lealtad estará dividida. Se utiliza aquí la imagen de siervo. En la ilustración que Jesús presenta, un siervo viene a ser propiedad de dos amos y se da cuenta de que la lealtad no se puede dividir. Jesús declaró que no se puede servir a Dios y a las riquezas. La palabra griega para “riquezas” es mamona y significa riquezas de cualquier tipo.6 Se personifica a “las riquezas” y se las presenta en forma antitética o en contraste con Dios. Jesús no está atacando el tener riquezas, sino el que estas se conviertan en el amo o dueño de la persona. Aunque una persona puede usar las riquezas en beneficio de la justicia divina, como muestra la parábola, no se puede estar comprometido/a con la causa de la justicia y la búsqueda de riquezas a la misma vez.7 No se debe servir a las riquezas sino a Dios (v. 13).

Lo que nos enseña este pasaje bíblico

Debemos ser sagaces y buenos/as administradores/as de lo que Dios nos ha dado en este mundo. Pero lo que hagamos con lo que se nos ha encomendado debe enfocarse hacia la vida eterna. Nuestra confianza no debe estar en la seguridad que las riquezas puedan darnos, sino en Dios, y debemos ser fieles en todo lo que nos ha sido encargado. Las ganancias financieras ofrecen seguridad y usualmente las personas confían en este sentido de seguridad. Pero las riquezas no pueden comprar la paz espiritual ni mental. No debemos mirar la vida y nuestro futuro eterno a través de las riquezas. Aunque es importante que podamos adquirir lo que necesitamos, no debemos contar nuestras bendiciones en forma materialista.

Debemos ver las finanzas como algo que nos sirve en la vida, pero no como un amo que nos domina. Hay personas ricas con corazones dadivosos y otras con corazones austeros. También hay personas pobres que comparten lo poco que tienen y otras que se afianzan en lo poco que tienen y dejan que el dinero tome dominio en sus vidas. Las riquezas, aunque pueden ser usadas para servir a Dios y a otras personas, no deben dominarnos y enseñorearse de nuestras vidas. Todo el dinero del mundo no puede comprar el amor genuino de Dios y la vida eterna.


Notas:

  1. Por la conducta que se atribuye al mayordomo, esta parábola ha sido una de las que más dificultades ha presentado para su interpretación.
  2. Sharon H. Ringe, Luke (Louisville: Westminster John Knox Press, 1995), 213.
  3. Alvin Padilla, Lucas (Minneapolis: Augsburg Fortress, 2007) 126.
  4. Ringe, 214.
  5. Robert C. Tannehill, Luke (Nashville: Abingdon Press, 1996), 248.
  6. “Mammon” en The International Standard Bible Encyclopedia (Grand Rapids: Eerdmans, 1986).
  7. Ringe, 214.