Lectionary Commentaries for September 11, 2022
Décimo cuarto domingo después de Pentecostés

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Evangelio

Comentario del San Lucas 15:1-10

Awilda González

Este pasaje nos muestra el valor que Dios da a una persona perdida y el gozo en el cielo y en la comunidad de fe cuando un pecador se arrepiente.

Descripción de la escena

Voy a concentrarme en los vv. 1-7, donde Lucas presenta una parábola que encontramos también en el evangelio de Mateo (18:12-14). Lucas describe una multitud que se acerca a Jesús. En medio de ella encontramos a recaudadores de impuestos y pecadores que él recibe.1  En adición, se indica la presencia de fariseos y escribas que critican negativamente lo que Jesús está haciendo. Ante las murmuraciones de estos, el Maestro narra una parábola de una oveja perdida y cómo el pastor la rescata.

Contexto: Tres parábolas sobre lo perdido y lo encontrado

Jesús ha estado enseñando a las multitudes que le seguían sobre las implicaciones de ser discípulos (14:25-33). En el capítulo 15, hay un cambio en la enseñanza y Jesús pasa a dar énfasis a lo perdido y lo encontrado usando tres parábolas: la oveja, la moneda y el hijo que se pierden. Estas parábolas son presentadas como un solo discurso o unidad literaria en contestación a las murmuraciones de los fariseos y escribas. Este tipo de murmuraciones ocurre en varias ocasiones en la narrativa de este evangelio (5:29-32; 7:34). En adición, vemos en Lucas que los representantes del judaísmo rechazan a Jesús (14:1-24).

Lo perdido es encontrado

Los vv. 1-3 nos anuncian el escenario de las parábolas que se van a presentar; esto es, el compartir de Jesús con los marginados y las murmuraciones de una parte de la audiencia.2 La parábola de la oveja perdida funciona como el primer argumento en respuesta a las críticas negativas de los escribas y fariseos. Estas parábolas comparten un tema común: lo perdido es encontrado.

Lo perdido

Jesús hace una pregunta retórica donde se asume la respuesta de los oyentes: “¿Qué hombre de vosotros…?” (v. 4). Se da por sobreentendido que esto sería lo que todos harían si se encontrasen en esta situación. En su pregunta describe un escenario común de la vida pastoril de esos tiempos. Una oveja se ha perdido y el pastor deja el redil (99 ovejas) para ir a buscarla. Cuando se refiere a dejar el redil no implica que las deja abandonadas. Probablemente les dejó seguras al cuidado de otra persona.3

La búsqueda

Los pastores en Judea tenían una tarea arriesgada. La meseta central era estrecha y luego se precipitaba hacia los acantilados y el desierto. El pastor va tras la oveja que se perdió con una preocupación profunda, dispuesto a seguir buscando “hasta encontrarla” (v. 4). La audiencia de Jesús debió haber entendido esta acción como algo normal en el contexto de la vida pastoril. Por esta razón, la misma audiencia debió haber asimilado lo que Jesús dice más adelante cuando habla de un pecador arrepentido (v. 7).

Hay énfasis en quien está buscando la oveja. Jesús mismo describe su misión más adelante como una donde “el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (19:10).4 También se apunta hacia el Antiguo Testamento, donde Dios es conocido como el pastor de Israel (Sal 23:1; Ez 34:11-16) y como quien apacienta su rebaño y lleva a los corderos en sus brazos (Is 40:11).

Encuentro de lo perdido y gozo

Jesús detalla lo que ocurre cuando este hombre encuentra la oveja perdida; la carga sobre sus hombros con gozo y camina de regreso a su casa. No solo se goza al encontrarla, sino que comparte la noticia con sus vecinos y les invita a gozarse con él. El gozo de encontrar lo perdido se contrapone directamente con las murmuraciones de los fariseos y escribas.

Aplicación de la parábola

El Maestro concluye esta parábola con una aplicación que encierra la verdad central de su enseñanza. El valor de una persona perdida o que no conoce a Dios merece toda la atención hasta que es encontrada. Compara el gozo de encontrar una oveja perdida con el gozo en el cielo por el arrepentimiento de una sola persona pecadora. Habla de mayor gozo “por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento” (v. 7).

Contraste entre los perdidos y los justos

Usualmente las parábolas son desarrolladas presentando un contraste básico en su contenido. Vemos que los justos aparecen en contraste con los pecadores perdidos. Para los fariseos y escribas, los cobradores de impuestos y pecadores son los marginados de la sociedad. Los “justos” son quienes se consideran a sí mismos en el estado correcto delante de Dios. Lo que reclaman ser está siendo retado por la respuesta que Jesús da. Más adelante Jesús acusa, en particular a los fariseos, de justificarse ellos mismos delante de los hombres (16:15; 18:9-14).

También hay contraposición entre la atención que dan los publicanos y pecadores a Jesús al acercarse a oírle y las murmuraciones de los fariseos y escribas. Como mencionamos, el gozo de encontrar lo perdido se contrapone con las murmuraciones de estos representantes judíos.

Lo que nos enseña este pasaje bíblico

Esta enseñanza requiere que mostremos preocupación y búsqueda por quienes no conocen a Dios. Debemos gozarnos cuando una persona perdida viene a formar parte del pueblo de Dios o cuando alguien que ha abandonado los caminos divinos regresa a la comunidad de fe.

Nos insta a ser imitadores de Jesús buscando lo perdido y a no ser parte de los “justos” que rechazan a quienes son marginados por nuestra sociedad. También nos lleva a entender que es valioso arriesgar nuestra seguridad (justicia) a fin de alcanzar incluso a una sola persona que está perdida.5

Así mismo, esta parábola nos ayuda a definir el carácter de Dios y la misión de Jesús. Dios ama a los pecadores y está en búsqueda insistente de quienes no le conocen. Nuestro pecado no aleja a Dios, sino que hace que su amor sea más intenso. Es por eso que Jesús vino para buscar lo perdido. Las personas creyentes somos llamadas a identificarnos con el corazón del Padre y a imitar a Jesús en nuestra búsqueda de lo perdido.


Notas

  1. Para los representantes judíos los pecadores eran las personas de mala fama por ejercer profesiones no honrosas. El comer con pecadores implicaba tener con ellos una relación de amistad y aceptación.
  2. Robert C. Tannehill, Luke (Nashville: Abingdon, 1996), 237.
  3. Alvin Padilla, Lucas (Minneapolis: Augsburg Fortress, 2007), 119.
  4. Tannehill, 239.
  5. Ibid., 204.