Lectionary Commentaries for March 13, 2022
Segundo Domingo de Cuaresma

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Evangelio

Comentario del San Lucas 13:31-35

Andrés López

Estamos frente a un diálogo de Jesús con algunos fariseos, los cuales le alertan que Herodes lo busca para matarlo. Jesús no le da mayor relevancia al peligro que parece avecinarse y en vez de pensar en la huida, acentúa su objetivo, que es llegar a Jerusalén (v. 33). Este intercambio de palabras no cae precisamente del cielo, sino que se enmarca en la temática general del camino de Jesús a Jerusalén (Lc 9:51-19:27) y su actividad en dicho lugar resaltada por los evangelios sinópticos como la etapa final de su quehacer en la tierra (Lc 19:28-21:38; Mc 11:1-13:37; Mt 21:1-25:46) antes de su pasión (Lc 22:1-23:56; Mc 14:1- 15:47; Mt 26:1-27:66). Los discursos y hechos de Jesús rumbo a Jerusalén y en la ciudad misma contienen diversos acentos,1 pero es en vista del significado de Jerusalén y el reino de Dios en la prédica de Jesús que hay que entender el marco teológico en que se sitúa el diálogo de hoy entre Jesús y los fariseos.

Es altamente interesante el papel que se les otorga a los fariseos como antagonistas de Jesús, de la misma forma como se entreteje una concepción teológica sobre la idea del pueblo de Dios a la luz del profetismo veterotestamentario. Al mismo tiempo sorprende el hecho que Jesús no atienda la advertencia de los fariseos sobre Herodes y el inminente peligro para su vida, ya que los envía de vuelta a Herodes, negándole autoridad para determinar su existencia y misión (vv. 32-33). Esta postura de Jesús contiene ciertos rasgos revolucionarios, si se piensa como desafío al poder de la época, aunque radica primordialmente en una idea profética del reino de Dios. Pues la radicalidad de Jesús no se sustenta en ningún tipo fidelidad a una ideología o a una manera particular de entender el mundo, sino en la significación existencial de la relación con Dios y sus consecuencias en la vida de las personas. La expresión profética de Jesús (vv. 34-35) plantea entonces el reino de Dios como posibilidad a ser vivida y como experiencia, no como un constructo doctrinal o ideológico. De esto se desprende que sus palabras de juicio no se dirigen a Israel o Jerusalén propiamente tales, sino a quienes les conducen y han suplantado la urgencia de la experiencia de la fe por otras falsas prioridades. Pues Israel y Jerusalén van más allá de cualquier construcción política o geográfica, ya que son arquetipos de la gracia de Dios y su actuar en medio de una comunidad organizada. En este sentido, Jesús se dirige a una élite religiosa del momento, la cual podría ser sustituida por las élites de hoy o incluso por nosotros/as mismos/as, en cuanto pongamos nuestras propias convicciones por delante del reino de Dios en nuestro quehacer eclesial, vida de fe individual o vivencia comunitaria. Con esto somos nosotros/as y no los fariseos quienes somos interpelados/as para que nos abramos al reino de Dios. Es bueno recordarlo, ya que al leer las narraciones sobre fariseos o saduceos estamos siempre frente al peligro de identificarnos con los “buenos” y ver a los fariseos solamente en los/as otros/as.

Tal vez deberíamos cuestionarnos más seguido qué hacemos y qué no hacemos en nuestros roles pastorales y/o comunitarios por el reino de Dios. Esto cobra hoy en día especial relevancia, sobre todo cuando los poderes de este mundo se catalogan a sí mismos como representantes de la “verdad,” la “libertad” o la “democracia,” al mismo tiempo que pisotean los valores más fundamentales de dichos ideales. Por esto mismo debemos reflexionar si el enamoramiento por nuestros propios puntos de vista puede tornarse un peligro para nosotros/as mismos/as y las demás personas, ya que sustentados en nuestros puntos de vista podemos excluir a quienes no nos parecen afines a nuestros sublimados ideales. También ocurre esto (o por lo menos podría suceder) con quienes se proponen defender a los más débiles. Lo hemos visto muchas veces en quienes, una vez instalados en posición de poder, mientras invocan la tradición de los profetas, implementan programas vinculados a intereses propios. Teniendo esto en consideración resuenan hoy más fuerte que nunca las palabras de Jesús que predican a un Dios que abraza maternalmente (v. 34) y cuestiona nuestras falsas seguridades. De esta forma Jesús revierte el diálogo, ya que al inicio de la narración es el advertido, pero al final es quien pronuncia su propia advertencia: si no nos abrimos y sometemos al reino de Dios y su palabra, andaremos sin rumbo (v. 35).

Reflexionando a la luz de la reforma evangélica del siglo XVI, podemos enmarcar este mensaje en lo que Lutero -siguiendo a san Pablo- intentó sistematizar como la enseñanza de la “justificación por la fe.” Pues todos/as somos propensos/as a negar el reino de Dios y su justicia, de la misma forma en que todos/as estamos invitados/as a abrirnos constantemente a experimentar su gracia y su reino en nuestras vidas. Viviendo esto, podremos invitar a quienes están fuera de la fe, y a la vez dejarnos interpelar una y otra vez por otros/as, si nosotros/as nos salimos del camino. Pues no debemos olvidar que el evangelio no es nuestra propiedad. Debemos renovar nuestros votos constantemente, ya que dependemos del espíritu que emana de su palabra, como lo dice el evangelista Juan (Jn 14:15-17, 25-26; 16:7-15), y que en la cruz y la resurrección de Jesucristo nos revela con toda propiedad que Dios ha de experimentarse en la tensión y las divergencias de nuestra existencia, en nuestras dudas, miedos y esperanzas. La verdad es que en cada experiencia de muerte yace la posibilidad de experimentar la vida dada por Dios.


Notas:

1. En la investigación bíblica germano-parlante hay gran coincidencia en cómo sistematizar la estructura del evangelio de Lucas, lo que yo intento resumir aquí de la manera más sencilla posible hasta antes de su pasión: 9:51-10:24 Catequesis a los discípulos; 10:25-11:36 Jesús el gran maestro; 11:37-13:9 Discursos sobre juicio y consolación junto a la advertencia de falsas doctrinas y llamamiento a la penitencia; 13:10-17 Sanación; 13:18-35 Parábolas y palabras de juicio sobre Israel y Jerusalén; 14:1-35 Seguimiento; 15:1-32 Trilogía de parábolas sobre lo perdido; 16:1-31 Riqueza y Sagrada Escritura; 17:1-10 Catequesis a los discípulos; 17:20-37 El reino de Dios y el hijo del hombre; 18:1-30 Preparación para la venida del reino de Dios; 18:31-19:27 Jesús y su camino a Jerusalén.