En años recientes se ha puesto de moda el término “reinvención.” La crisis económica exacerbada por los efectos de desastres naturales y la pandemia ha llevado a mucha gente a enfrentarse con la necesidad de buscar nuevas fuentes de ingreso. Lucas 5:1–11 trae a mi mente este concepto.
El ministerio de Jesús y la crisis
La Palestina de tiempos de Jesús estaba dominada por el imperio romano y los líderes locales que le rendían cuenta a Roma. En esta sociedad agraria con una economía de subsistencia, la población era oprimida por los excesivos impuestos que tenían que pagar: para el templo, para Roma y para la administración local. El resultado era el empobrecimiento de muchos/as y la esclavitud para pagar las deudas. En el evangelio según Lucas, Jesús se presenta con un programa de trabajo bien definido que responde a la necesidad de esta población marginada y oprimida: proclamar buenas noticias de restauración, libertad y sanidad para la gente marginada y oprimida (Lc 4:16–30; cf. Is 61:1–2).
Este mensaje, al igual que sus actos enfocados en la transformación de las condiciones de vida del ser humano, hace que se expanda su fama por las regiones circundantes a Nazaret (4:14, 37). El texto que nos ocupa hoy presenta a Jesús enseñando a la multitud (5:1–3), dándole instrucciones a unos pescadores (5:4–10a) e invitando al final a la reinvención (5:10b–11).
Jesús, el maestro (vv. 1–3)
La misión educativa de Jesús en estos versículos se enfoca en la multitud ávida de escuchar su mensaje (“la palabra de Dios,” v. 1). Cumplir la tarea no era fácil en medio de una multitud que lo apretujaba. Es inevitable que pensemos en la situación pandémica que experimentamos hoy y en la insistencia en el “distanciamiento social.” En este caso, Jesús necesita tomar distancia para poder cumplir su tarea y echa mano de lo que tiene cerca. A la orilla del lago están unos pescadores limpiando sus redes luego de un día de trabajo y sus dos barcas. Una de las barcas se convierte en plataforma de enseñanza para Jesús. Lucas identifica al dueño de esa barca como Simón.
¿Jesús pescador? (vv. 4–7)
Llama la atención cómo Jesús ofrece instrucciones a pescadores experimentados. Dirigiéndose a Simón, le ordena que regrese al bote y las redes para ir mar adentro y pescar. Simón le recuerda el trabajo que estuvieron realizando la noche anterior y sin éxito alguno. El texto en el original griego permite ver que el trabajo realizado fue arduo y agotador (kopiasantes es la palabra griega que se traduce como “hemos estado trabajando”).
No pescar significa no poder vender y, por lo tanto, no contar con lo necesario para vivir. La situación que Pedro y los demás pescadores confrontaron puede recordarle a quien predica la situación cotidiana de nuestra gente: el resultado de su extenuante faena no es suficiente para subsistir.
Simón se refiere a Jesús llamándole “maestro” (v. 5), según nuestras traducciones en español. Sin embargo, la palabra utilizada en griego no es la que traducimos “maestro” (didáskalos), sino epistátēs, palabra que se utiliza para designar a una persona que supervisa, que tiene autoridad: un jefe. Esta es la palabra que comúnmente utilizan los discípulos para referirse a Jesús en el evangelio de Lucas (5:5; 8:24, 45; 9:33, 49).
Parafraseando las palabras de Simón, él le dice a Jesús: “Jefe, trabajamos toda la noche hasta el cansancio y no capturamos nada; pero si tú lo dices, vuelvo a tirar la red.” Tradicionalmente se ha considerado este comentario como una prueba de la obediencia y la fe de Simón. Sin embargo, tomando en cuenta el contexto, esta respuesta podría interpretarse como la de quien accede a realizar una actividad solo por respeto a quien se lo pide, pero con la intención de demostrar que la petición no tiene sentido.
Reacción de Simón y los demás (vv. 8–10a)
El resultado experimentado por Simón Pedro y los hijos de Zebedeo, sus socios (mencionados por primera vez en el v. 10), es inesperado y, por ende, sorprendente: una pesca tan abundante que necesita la ayuda de otra de las barcas. Ahora Simón se refiere a Jesús no como un jefe con autoridad, sino como alguien que tiene también poder: “Señor” (kyrios, en el v. 8). Ante el poder de Jesús, Pedro no se siente digno ni cualificado y le pide que se aleje de él. Esta sección del texto conecta con las otras lecturas para hoy (Is 6:1–8; 1 Co 15:1–11). Tanto Isaías como Pablo se ven a sí mismos como indignos ante la manifestación del poder de Dios y su comisión.
Llamado a reinventarse: invitación y respuesta (vv. 10b–11)
Simón y los demás reaccionan con temor ante tal muestra de poder y autoridad. Sin embargo, como es común en los evangelios, Jesús le dice “No temas” y le hace la invitación a reinventarse. Jesús parte de la realidad de estos hombres y utiliza su lenguaje para expresar lo que conlleva esta invitación: un cambio de enfoque y de rumbo—pescar gente.
Un detalle sobresaliente al leer el texto en griego es que la invitación es a “capturar vivos” (zōgrōn en el original que Reina Valera 1995 traduce como “pescador”) a estos nuevos peces. Es una comisión que enfatiza la importancia de la vida. Quien predica puede resaltar este detalle, especialmente en este tiempo en el que hay tantas prácticas tóxicas que pretenden traer a la gente a Jesús, aunque en el intento les laceren y los maten.
El texto concluye con los pescadores convirtiéndose en discípulos de Jesús al responder dejándolo todo y siguiéndolo (v. 11). Lucas es el único evangelio que enfatiza el abandono de las posesiones personales para seguir a Jesús (cf. Mt 4:18–22; Mc 1:16–20). Ahora se unen al ministerio de transformación de Jesús, que no es una tarea que se pueda realizar en solitario, así como recoger el resultado de la pesca requirió de otra barca y otros pescadores (v. 7). La invitación a reinventarse surge de la intención de transformar la sociedad que tiene Jesús como programa, y esta transformación se da en comunidad.
En años recientes se ha puesto de moda el término “reinvención.” La crisis económica exacerbada por los efectos de desastres naturales y la pandemia ha llevado a mucha gente a enfrentarse con la necesidad de buscar nuevas fuentes de ingreso. Lucas 5:1–11 trae a mi mente este concepto.
El ministerio de Jesús y la crisis
La Palestina de tiempos de Jesús estaba dominada por el imperio romano y los líderes locales que le rendían cuenta a Roma. En esta sociedad agraria con una economía de subsistencia, la población era oprimida por los excesivos impuestos que tenían que pagar: para el templo, para Roma y para la administración local. El resultado era el empobrecimiento de muchos/as y la esclavitud para pagar las deudas. En el evangelio según Lucas, Jesús se presenta con un programa de trabajo bien definido que responde a la necesidad de esta población marginada y oprimida: proclamar buenas noticias de restauración, libertad y sanidad para la gente marginada y oprimida (Lc 4:16–30; cf. Is 61:1–2).
Este mensaje, al igual que sus actos enfocados en la transformación de las condiciones de vida del ser humano, hace que se expanda su fama por las regiones circundantes a Nazaret (4:14, 37). El texto que nos ocupa hoy presenta a Jesús enseñando a la multitud (5:1–3), dándole instrucciones a unos pescadores (5:4–10a) e invitando al final a la reinvención (5:10b–11).
Jesús, el maestro (vv. 1–3)
La misión educativa de Jesús en estos versículos se enfoca en la multitud ávida de escuchar su mensaje (“la palabra de Dios,” v. 1). Cumplir la tarea no era fácil en medio de una multitud que lo apretujaba. Es inevitable que pensemos en la situación pandémica que experimentamos hoy y en la insistencia en el “distanciamiento social.” En este caso, Jesús necesita tomar distancia para poder cumplir su tarea y echa mano de lo que tiene cerca. A la orilla del lago están unos pescadores limpiando sus redes luego de un día de trabajo y sus dos barcas. Una de las barcas se convierte en plataforma de enseñanza para Jesús. Lucas identifica al dueño de esa barca como Simón.
¿Jesús pescador? (vv. 4–7)
Llama la atención cómo Jesús ofrece instrucciones a pescadores experimentados. Dirigiéndose a Simón, le ordena que regrese al bote y las redes para ir mar adentro y pescar. Simón le recuerda el trabajo que estuvieron realizando la noche anterior y sin éxito alguno. El texto en el original griego permite ver que el trabajo realizado fue arduo y agotador (kopiasantes es la palabra griega que se traduce como “hemos estado trabajando”).
No pescar significa no poder vender y, por lo tanto, no contar con lo necesario para vivir. La situación que Pedro y los demás pescadores confrontaron puede recordarle a quien predica la situación cotidiana de nuestra gente: el resultado de su extenuante faena no es suficiente para subsistir.
Simón se refiere a Jesús llamándole “maestro” (v. 5), según nuestras traducciones en español. Sin embargo, la palabra utilizada en griego no es la que traducimos “maestro” (didáskalos), sino epistátēs, palabra que se utiliza para designar a una persona que supervisa, que tiene autoridad: un jefe. Esta es la palabra que comúnmente utilizan los discípulos para referirse a Jesús en el evangelio de Lucas (5:5; 8:24, 45; 9:33, 49).
Parafraseando las palabras de Simón, él le dice a Jesús: “Jefe, trabajamos toda la noche hasta el cansancio y no capturamos nada; pero si tú lo dices, vuelvo a tirar la red.” Tradicionalmente se ha considerado este comentario como una prueba de la obediencia y la fe de Simón. Sin embargo, tomando en cuenta el contexto, esta respuesta podría interpretarse como la de quien accede a realizar una actividad solo por respeto a quien se lo pide, pero con la intención de demostrar que la petición no tiene sentido.
Reacción de Simón y los demás (vv. 8–10a)
El resultado experimentado por Simón Pedro y los hijos de Zebedeo, sus socios (mencionados por primera vez en el v. 10), es inesperado y, por ende, sorprendente: una pesca tan abundante que necesita la ayuda de otra de las barcas. Ahora Simón se refiere a Jesús no como un jefe con autoridad, sino como alguien que tiene también poder: “Señor” (kyrios, en el v. 8). Ante el poder de Jesús, Pedro no se siente digno ni cualificado y le pide que se aleje de él. Esta sección del texto conecta con las otras lecturas para hoy (Is 6:1–8; 1 Co 15:1–11). Tanto Isaías como Pablo se ven a sí mismos como indignos ante la manifestación del poder de Dios y su comisión.
Llamado a reinventarse: invitación y respuesta (vv. 10b–11)
Simón y los demás reaccionan con temor ante tal muestra de poder y autoridad. Sin embargo, como es común en los evangelios, Jesús le dice “No temas” y le hace la invitación a reinventarse. Jesús parte de la realidad de estos hombres y utiliza su lenguaje para expresar lo que conlleva esta invitación: un cambio de enfoque y de rumbo—pescar gente.
Un detalle sobresaliente al leer el texto en griego es que la invitación es a “capturar vivos” (zōgrōn en el original que Reina Valera 1995 traduce como “pescador”) a estos nuevos peces. Es una comisión que enfatiza la importancia de la vida. Quien predica puede resaltar este detalle, especialmente en este tiempo en el que hay tantas prácticas tóxicas que pretenden traer a la gente a Jesús, aunque en el intento les laceren y los maten.
El texto concluye con los pescadores convirtiéndose en discípulos de Jesús al responder dejándolo todo y siguiéndolo (v. 11). Lucas es el único evangelio que enfatiza el abandono de las posesiones personales para seguir a Jesús (cf. Mt 4:18–22; Mc 1:16–20). Ahora se unen al ministerio de transformación de Jesús, que no es una tarea que se pueda realizar en solitario, así como recoger el resultado de la pesca requirió de otra barca y otros pescadores (v. 7). La invitación a reinventarse surge de la intención de transformar la sociedad que tiene Jesús como programa, y esta transformación se da en comunidad.