Lectionary Commentaries for January 16, 2022
Segundo Domingo después de Epifanía

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Evangelio

Comentario del San Juan 2:1-11

Rubén Bernal Pavón

Presentación

La narración nos sitúa tres días después del encuentro de Jesús con Felipe y Natanael (1:43-51) y, por lo tanto, en el séptimo día del relato (cf. vv. 29, 35, 43). Simbólicamente, esta alusión al día séptimo indica, recordando a Gn 2:2, que termina el período de la antigua creación y comienza uno nuevo, el tiempo mesiánico (sábado escatológico; cf. Col 2:16-17; Heb 4:1-4).

Apenas estamos al comienzo del evangelio de Juan y estos detalles de presentación no son casuales para una boda a la que Jesús, sus discípulos y su madre han sido invitados. En el Antiguo Testamento, la imagen de una boda servía para ilustrar la abundancia del futuro tiempo mesiánico (Os 2:19-20; Is 25:6-8; Jer 2:2), y en el texto lucano, el propio Jesús emplea la imagen de la boda y del banquete en dos parábolas contiguas (Lc 14:7-24). En el evangelio de Mateo tenemos la parábola de las diez vírgenes que han de recibir al novio en el festejo de una boda que evoca al reino de los cielos (25:1-13) y Apocalipsis 19:7-10 remite a las bodas del Cordero: la de Jesucristo con su iglesia.

Se ha agotado el vino

La escena describe un problema: en la celebración se han quedado sin vino. El vino era considerado signo de alegría y bendición de Dios (Sal 104:15; Pr 3:10; Mt 26:29). En el contexto, una boda sin vino conforma una situación vergonzosa. No obstante, figurativamente, la falta de vino representa, en la construcción del relato, la espiritualidad infértil que muchos vivían en la sociedad judía de aquel siglo y a la que algunos trataban de responder (por ejemplo, los esenios, Juan el bautista, etc.). Jesús va a ser respuesta y palabra definitiva de Dios (1:14, 18) a esa escasez.

La madre de Jesús

La madre de Jesús, que nunca es mencionada por su nombre en este evangelio (además no volverá a aparecer hasta la crucifixión en 19:26-27), es la que toma la iniciativa, tiene fe en su hijo y quiere que él solucione esta grave situación. Sin embargo, la respuesta de Jesús, quien se dirige a ella como “mujer” (en vez de lo que podría ser un apelativo más cariñoso como imma o su equivalente), tiene un aparente talante evasivo.

Jesús no quiere que proyecten sobre él falsas expectativas mesiánicas. Por tanto, solo cuando sea legítimamente su “hora” (v.4), será cuando –a la vista completa de su itinerario ministerial–, habrá de revelarse abiertamente su mesianismo y gloria. Ahora bien, para el evangelio de Juan, esta “hora” es la crucifixión, entendida como culmen de su obra redentora (7:30; 8:20; 12:23, 27; 13:1; 17:1).

Además, el aparente desmarque de Jesús ante la petición de su madre (v. 4) expresa su sujeción a la voluntad del Padre celestial en cuanto a los tiempos que Él dispone. Respetar los tiempos de Dios y su voluntad está por encima de las exigencias familiares. Por tanto, no es que Jesús ceda luego resignado ante la petición de su madre, sino que efectúa el milagro al entender finalmente que el ruego que le hizo está acorde a la voluntad del Padre, la única voluntad a la que es obediente (cf. 1 Jn 5:14).

La expresión del consentimiento de Jesús a la petición de su madre queda obviada por la velocidad del relato, donde la vemos directamente a ella pidiéndoles a los sirvientes que hiciesen todo cuanto Jesús les dijese (v. 5; véase Ex 19:8). Lo curioso es que la palabra que se usa aquí en el original griego para “los que servían” es diákonoi, que no es habitual para designar a servidores domésticos, pero se ha incluido intencionalmente en la redacción para que los/as lectores/as y oidores/as creyentes se vean a sí mismos/as retratados/as en su tarea diaconal, haciendo el servicio que Jesús dictamina.

Transformación del agua en vino

Jesús les dijo a los sirvientes que tomasen las seis tinajas de piedra que estaban dispuestas para el rito de purificación de los judíos (vv.6-7).1 El simbolismo del número seis remite, a diferencia del siete, a la imperfección, por cuanto hace falta la intervención de Dios en Cristo para salvar la situación (piénsese en la situación a la que simbólicamente alude el pasaje de necesidad espiritual y física de una sociedad que espera el reino de Dios y que se encuentra sin gozo, “sin vino”).

Los sirvientes (diáconos) llenaron las vasijas de agua según les dijo Jesús. El agua que usualmente era para purificación ritual sería ahora trasformada en el vino de la iniciada era mesiánica, el mejor vino. Esto significa que las exigencias religiosas han sido convertidas por Jesús en otra cosa: en el gozo y la alegría que otorga ese mejor vino.2

El pasaje nos dice que este fue el “principio de señales” que hizo Jesús en Caná de Galilea (v. 11), de modo que, a comienzos del evangelio de Juan, la identidad de Jesús queda presentada como la del Mesías y su irrupción en el mundo entraña el inicio de la era mesiánica. Anticipadamente, para los discípulos, su gloria acababa de ser manifestada, y por tanto creyeron en él (v. 11).

Sugerencias

El comienzo de las señales mesiánicas de Jesús lleva la impronta de la celebración, de la alegría y del vino. ¿Podemos pensar la salvación, la fe y la venida de Dios en Jesucristo en tonos festivos? La escatología cristiana nos permite hacerlo desde la imagen de la boda.

Dentro de la solemnidad del memorial eucarístico celebrado en comunidad, aun cuando tomamos conciencia del modelo de la cruz, del cuerpo partido y la sangre derramada, ¿podemos vislumbrar la alegría del vino nuevo?

Las tinajas vacías, que eran vasijas hechas para rituales religiosos, hacían referencia a la situación de sequedad espiritual, de una religiosidad sin alegría. Por tanto, creo que nuestras predicaciones del pasaje han de girar en torno a la alegría del vino nuevo de Jesús.

La obra de Jesucristo, como pronunciamiento último y respuesta, como salvación, siempre es mucho mejor y más abundante que lo que hubo anteriormente (v. 10).


Notas

  1. Estas tinajas eran de piedra porque las que estaban hechas de arcilla podían contener impureza en su porosidad. La arqueología ha recuperado ejemplos de ellas en casi todos los poblados de Galilea y cerca de Jerusalén. Cf. J. D. Crossan – J. L. Reed, Jesús desenterrado (Barcelona: Crítica, 2007), 20. Por el tamaño descrito y por la cantidad, la boda del pasaje es de una familia rica.
  2. Cf. J. M. Castillo, Espiritualidad para insatisfechos, 3ª ed. (Madrid: Trotta, 2007), 74.