Lectionary Commentaries for July 18, 2021
Octavo domingo después de Pentecostés

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Evangelio

Comentario del San Marcos 6:30-34, 53-56

Iris Barrientos

Los pasajes en cuestión describen la enorme tarea que realizan Jesús y sus discípulos. Por todas partes ellos están en constante acción. 6:30 inicia con el informe que los discípulos dan a Jesús sobre las actividades realizadas. Por el contexto lógico de la unidad, nos enteramos sobre el encargo de Jesús y la ejecución de los discípulos. En 6:7-13, 30, los discípulos: 1) predican ( el verbo del original griego del v. 12 es kerússo), 2) enseñan (el verbo del original griego del v. 30 es didásko), 3) echan fuera demonios, 4) ungen con aceite, y 5) sanan.

Aunque no sabemos con exactitud cuánto tiempo invirtieron los discípulos en cumplir con la misión encomendada, podemos colegir que pudo tratarse de varios días, ya que podían morar en una casa hasta salir de un lugar (v. 10). Tampoco sabemos cuántos lugares recorrieron. Lo que sí sabemos es que se cubrió una buena extensión de territorio porque iban de dos en dos (v. 7).

No necesitamos poner mucha imaginación para darnos cuenta del gran esfuerzo que los discípulos pusieron en ese trabajo. Aparte de los rechazos que debieron enfrentar, el efecto físico era evidente: cansancio extenuante, deshidratación debido a la sed y es probable que hasta inanición por falta de alimento (v. 31b). A pesar de ello, sabemos que cumplieron cabalmente con la misión encomendada, pues en el v.14 se afirma que el nombre de Jesús se había hecho notorio.

Los discípulos llegan a Jesús con un informe de lo realizado (v. 30). Se esperaría entonces que el trabajo terminara por el momento, pero los vv. 33-34 informan que debían atender a la muchedumbre que los seguía, enfrentando los desafíos que esto planteaba. ¡La tarea era interminable!

Por lo general, los ojos de quien lee los pasajes que nos ocupan se enfocan en la necesidad de las grandes multitudes que los siguen “como ovejas que no tenían pastor” (v. 34b), y en la solidaridad expresada por Jesús y sus discípulos para dar respuesta a su necesidad (v. 34b). Es cierto que la imagen de la empatía y solidaridad recorre todo el pasaje, pero no solo hacia la multitud, que demanda atención para sus necesidades, sino también hacia quien sirve en el ministerio. Jesús no solo se conmueve por la necesidad de las personas que los siguen, sino también por la de sus discípulos.

Jesús entiende el cansancio y seguramente la inanición de los discípulos, porque él también ha cumplido con la misma demanda de servicio. Ellos no han tenido tiempo ni siquiera para hidratarse, comer o descansar. El trabajo es agobiante.  Una vez escuchado el informe, “él les dijo: ‘Venid vosotros aparte, a un lugar desierto, y descansad un poco.’ (Eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer.) Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto” (vv. 31-32).

Aunque hay una responsabilidad apremiante que cumplir ante la gran demanda, Jesús entiende que sus discípulos no son superhombres. Ellos necesitan tomarse un descanso; separarse de la gente y estar a solas para recuperar energías, oxigenarse, tomar un suspiro, meditar. Ellos también necesitan atender sus necesidades.

Hasta ahora, no sabemos cómo fue el descanso de los discípulos ni si lograron reponer energías, porque “muchos los vieron ir y lo reconocieron; entonces muchos fueron allá a pie desde las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a él” (v. 33). De todas maneras, si nos fijamos con mucha atención, el v. 34 nos informa que por el momento Jesús se hace cargo de la situación. El sujeto se vuelve singular y es Jesús quien sale, atiende a la multitud y permanece largo rato con la gente. ¿Están descansando los discípulos? El texto agrega que “cuando ya era muy avanzada la hora” los discípulos se acercan a Jesús para recomendarle que despida a la multitud para que vaya y busque alimento (vv. 35-36).

Los pasajes siguientes continúan describiendo la demanda de la tarea: atender a las personas; suplir sus necesidades; bregar con el estrés de tratar de solucionar problemas difíciles (alimentación de cinco mil personas); lidiar con enfermos, desposeídos, … en fin, son muchas necesidades (vv. 53-56). Obsérvese toda la acción que los discípulos realizan con Jesús. ¿Cuándo descansaban? No parecen personas comunes y corrientes; están extremadamente ocupadas.

Entre las múltiples propuestas hermenéuticas del pasaje, se destacan las siguientes:

  1. Derribar el mito de que quien preside una congregación es superhumano, que no tiene emociones, sentimientos, ni se enferma, ni tiene necesidades reales. Porque, si bien es cierto que cumple con su vocación de buena gana,también tiene necesidades no satisfechas, sueños e ideales truncados. Por eso, cada pastor/a debe verse a sí mismo/a en la dimensión correcta y la congregación debe tener la misma perspectiva.
  2. El trabajo que demanda la comunidad no sólo es responsabilidad de quien preside; también la congregación puede aportar para la solución de problemas. Es necesario hacer sinergia para dar soluciones a distintas situaciones. Cada persona puede poner a disposición del Reino sus dones, recursos y talentos. Cuando la comunidad está dispuesta a compartir, acompañar, apoyar a su pastor/a en la comunidad, las salidas se vuelven más expeditas.
  3. Dios está interesado en nuestro bienestar. Quien sirve debe tomarse tiempo para descansar, hacer un viaje, por ejemplo, dedicar tiempo a su familia y atender su salud y sus necesidades; disponer de tiempo para la meditación. Puede apagar el celular para tener un tiempo de calidad consigo mismo/a, sin ningún remordimiento. No siempre debe decir que SÍ a todo; debe aprender a decir NO a tareas no esenciales.
  4. Entre las muchas actividades que realiza quien preside una comunidad, están las de predicar, enseñar, aconsejar, acompañar, escuchar, hasta reír y llorar. Pero ¿quién lo/la contiene, acompaña y aconseja cuando él o ella necesita? Es necesario tener a quien acudir para hacer “catarsis.”
  5. Quien sirve debe ser consciente de que a menudo encontrará personas como las multitudes de las que habla nuestro pasaje, que demandarán la atención a sus necesidades, pero él o ella no encontrarán reciprocidad para las suyas.
  6. Así como somos únicos individualmente, también lo somos en el servicio. Dios ha dotado a cada persona de dones, talentos, carisma especial y un estilo particular para responder a las necesidades de otras personas.

La paradoja de la misión es que en ocasiones puede ser muy demandante, pero a la vez es muy gratificante. Dichosos y dichosas quienes hemos dicho sí al llamado.