Lectionary Commentaries for July 29, 2012
Noveno domingo después de Pentecostés

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Evangelio

Comentario del San Juan 6:1-21

Ofelia Dávila Llimpe

El texto nos presenta dos milagros realizados por Jesús.

El primer milagro, vv. 1-15, que consistió en multiplicar cinco panes y dos peces para alimentar a una multitud de personas, y el segundo milagro, vv. 16-21, por el cual Jesús caminó sobre el mar y fue al encuentro de sus discípulos. Las dos historias tienen como escenario el Mar de Galilea y los montes cerca de la ribera del mar hasta donde mucha gente lo había seguido.

Quienes hemos vivido cerca del mar recordamos las grandes olas que a veces azotan las costas del océano Pacífico. Un mar en tormenta es difícil de navegar y muchas veces peligroso. En las costas de Perú, como en otras costas del Pacifico, hemos tenidos tsunamis. Estos fenómenos naturales nos recuerdan la fiereza del mar y nuestra frágil condición humana ante las fuerzas naturales. Por ello hay que tomar precauciones si estamos en el mar. La guardia costera siempre está anunciando cómo están las condiciones marinas para navegar o nadar, y estos anuncios han salvado vidas. Conocer y seguir las señales es muy importante. El texto nos describe muchas señales que Jesús realiza, como la multiplicación de los panes y la caminata sobre las aguas del lago de Galilea. El evangelista Juan presenta a un Jesús que alimenta a más de cinco mil personas y que está preocupado por el bienestar de los que lo siguen. Jesús es el pan de vida; alimenta a más de cinco mil.

Es importante el detalle que presenta el texto en el v. 4: “Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.” La pascua judía estaba asociada al éxodo, a la redención de Israel y su salida de Egipto (Éxodo 12:14, 24-27), en donde sus ancestros hebreos habían comido el pan sin levadura y el cordero pascual. Juan nos dice que seguía a Jesús “una gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos” (v. 2). Jesús está con sus discípulos y ve con preocupación que estas personas no han comido y comparte con Felipe, uno de sus discípulos, su preocupación. El temor se apodera de Felipe, que le responde: “doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomara un poco” (v. 7); también Andrés, otro de los discípulos de Jesús, muestra su temor y dice: “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero ¿qué es esto para tantos?” (v. 9). El temor está presente en ambas respuestas de los discípulos. El temor de los discípulos nos recuerda lo frágiles que somos los seres humanos ante situaciones difíciles. Como los discípulos Felipe y Andrés, nos enfocamos en nuestra capacidad humana, sin considerar que también somos hijos e hijas de Dios. La gente que seguía a Jesús a la ribera del mar de Galilea y que comió de los panes de cebada y los peces, vio en Jesús al profeta que ellos esperaban y decidieron hacerlo su rey usando la fuerza, pero Jesús huyó de ellos y se retiró al monte.

La multitud que sigue a Jesús no entiende que Jesús mismo es el pan de vida. La voluntad de ellos es hacerlo su rey. Podríamos decir que prima en ellos la voluntad humana personal antes que la gracia divina de reconocer, en los signos de vida, que Dios tiene un plan universal para toda la humanidad y el mundo.

La segunda parte del texto, vv. 16-21, nos describe otro signo importante: el temor de los discípulos en medio de una tormenta y Jesús que va al encuentro de ellos andando sobre el agua. Los discípulos están con miedo por la tormenta y no es usual que una simple persona como tú o yo podamos caminar sobre el agua. Otra vez Dios manifiesta su amor por sus seguidores, los/as discípulos/as, y en nuestro temor o en tiempos difíciles, Jesús nos conforta diciendo: “Soy yo. No temáis.” Nuestra capacidad humana ante el temor es frágil y nos sentimos vulnerables. Nuestro consuelo viene a través de las palabras de Jesús: “No temáis”. Este es signo de vida y de la manifestación de Dios para con el ser humano. El temor de los discípulos y el consuelo que Jesús les brinda son el testimonio de que Jesús es el pan de vida que nos provee alimento para la vida.

Vencer el temor y movilizarnos para cuidar la vida en esas circunstancias adversas y de vulnerabilidad a veces puede llevar su tiempo, de la misma manera que los que vivimos cerca del mar vemos cuándo el mar es bueno para navegar o hay que esperar el momento propicio. Jesús da paz en el temor y sustento al cuerpo.

Sugerencias para la prédica:
1. Jesús el Pan de Vida: El contexto en que Juan nos describe el milagro de la multiplicación de los panes es el de la pascua judía, una fiesta nacional (v. 4) próxima a celebrarse. Lo que se celebraba era el éxodo en que los antepasados de los Israelitas comieron el maná, y sustentados por la promesa de Dios de llegar la tierra prometida que fluye leche y miel (Éxodo 3:8), caminaron por el desierto, y muchos no llegaron. Juan hace una conexión de esa pascua judía, en que los antepasados murieron, con una nueva pascua en la cual será Jesús mismo el cordero pascual. La multiplicación de los panes y peces es un anticipo de lo que vendrá con Jesús, el cordero pascual. La teología del evangelio según Juan exalta la cristología y la presenta haciendo una diferencia a lo largo del ministerio de Jesús. La alimentación a la multitud debe ser entendida como el anticipo de lo que ha de venir con Jesús.

2. Jesús es el confortador en tiempos de angustia: Los discípulos estaban en medio de la tormenta y Jesús fue al encuentro de ellos para brindarles cuidado pastoral. La tarea pastoral es precisamente brindar cuidado pastoral en tiempo de angustia y tormenta. Los dos milagros de Jesús que nos presenta el evangelio según Juan en el texto para este domingo son milagros de promoción de la vida. La vida plena significa acrecentar la fe de los/as discípulos/as. Ofrecerles alimento para el cuerpo y el espíritu porque “el año de la buena voluntad” del Señor había llegado (Isaías 61:2). Este es el propósito de Dios que el evangelio según Juan nos hace recordar con estos dos milagros.