Lectionary Commentaries for May 3, 2015
Fifth Sunday of Easter (Year B)

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Evangelio

Comentario del San Juan 15:1-8

Cristina Conti

Este texto es parte de lo que se conoce como los “discursos del adiós” (13:31-17:26), en los que Jesús se despide de sus discípulos antes de la pasión.

Son exclusivos del evangelio de Juan, es decir, no están en los otros evangelios. Se componen de dos discursos (13:31-14:31; 15:1-16:33) y una oración (17:1-26). A su vez, el segundo discurso se divide también en tres partes: a) 15:1-17, b) 15:18-16:15, y c) 16:16-33.

Jesús usa la vid como una metáfora. En contraste con la alegoría y la parábola, en la metáfora se decodifican los símbolos desde el principio1 (todos los elementos simbolizan otras realidades): el labrador es Dios, la vid es Jesús, nosotros y nosotras somos los pámpanos, y los frutos son lo que hacemos por Dios, su reino y el prójimo.

Tradiciones

La vid ha sido tradicionalmente un símbolo de Israel. La vid, el olivo y la higuera son tres plantas características de esa zona, y muchas veces se las usa en forma metafórica para representar al pueblo o a la nación (Sal 80:8-11; Is 5:1-7; 27:2-6; Jer 2:21; 11:16-17; Ez 17:5-6; 19:10-14; Os 10:1; Jl 1:7; Mt 21:33-43; Mc 11:13-14; Ro 11:17-21).  En este caso, Jesús se identifica con la vid de la que hablaban los profetas, es decir, con el pueblo de la alianza.2

En lenguaje bíblico, frutos no son solo los producidos mediante nuestra labor evangelística, sino todo lo que hacemos en el seguimiento de Cristo, en la lucha por las causas justas, en la ayuda a los necesitados, en las obras de amor al prójimo y en la manifestación en nuestra vida de los frutos del Espíritu Santo.

El texto empieza con un egó eimí (“yo soy”), una fórmula característica de Juan. Nos remite a la identificación de Jesús con Dios mismo, tal como Dios declaró su nombre a Moisés, según la Biblia Septuaginta: egó eimí ho ôn (yo soy el que soy: el que existe). La deidad de Jesús es el principal eje de sentido que atraviesa todo el evangelio de Juan. La fórmula se repite en el versículo 5. Ya había aparecido en el primer discurso del adiós, en el bien conocido texto: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (14:6).

Redacción

El capítulo 15 parece interrumpir los discursos de despedida, tocando el tema de lo que sucederá con los discípulos después de la partida del maestro. Algunos teólogos han pensado que este capítulo podría ser obra de un redactor final,3 como obviamente lo es el capítulo 21, y tal vez también el prólogo (1:1-18). Por la similitud de sus temas con 1 Juan, Schnackenburg cree que 15:1- 16:4a podría ser del mismo autor de 1 Juan. Señala que la metáfora ménein en (permanecer en) aparece 10 veces en el cápitulo 15, pero solo 6 veces más en el resto del evangelio de Juan. En cambio en 1 Juan, ménein en aparece nada menos que 20 veces.4

Ya sea el capítulo 15 una glosa redaccional o no, lo cierto es que se une muy bien con el final del capítulo 14. En 14:20, Jesús dice: “yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros,” lo cual enlaza con 15:4: “permaneced en mí y yo en vosotros.” También se repite el tema del mandamiento (14:21 y 15:10; 12), y de las oraciones escuchadas (14:13-14 y 15:7b; 16). El discurso del capítulo 15 desarrolla en forma de exhortaciones a la comunidad lo que venía diciendo Jesús en el capítulo 14.5

El versículo 3 es como un paréntesis que explica el verbo “limpiar.” Podría ser una glosa posterior. El final del versículo 8: “seáis así mis discípulos,” enlaza con el principio de la unidad siguiente (v. 9) y la exhortación a permanecer en el amor.6 Como bien sabemos, el amor es la marca distintiva de los cristianos y las cristianas.

Estructura semiótica

A yo soy la vid, mi Padre el labrador (v. 1)
B a   pámpano sin fruto, quitado (v. 2)
b   pámpano con fruto, limpiado
C permaneced en mí (v. 4a)
D a   pámpano no fruto (v. 4b)
b   si no permanece en la vid
a’   tampoco vosotros (v. 4c)
b’   si no permanecéis en mí

A’ yo soy la vid, vosotros los pámpanos (v. 5a)
B’     b’ pámpano que permanece en mí, mucho fruto (v. 5b)
a’ separados de mí, nada
C’ el que en mí no permanece (v. 6)
D’ si permanecéis en mí (v. 7a)

E a   pedid y os será hecho (v. 7b)
b Padre glorificado en que llevéis mucho fruto (v. 8)
y seáis así mis discípulos

Explicación de la estructura semiótica

La semiótica (ciencia de los signos) estudia la forma en que un texto produce sentido por sí mismo, independientemente de su historia, su autor, sus destinatarios, y todo lo que se estudia con los métodos histórico-críticos. Al analizar la forma en que un texto está construido, o expresado, descubrimos cómo es que se produce su efecto de sentido, o sea, con qué elementos consigue decir lo que dice y cuál es el elemento principal.

Este texto está construido en forma de paralelismo sintético (ABCD – A’B’C’D’ – E). En este tipo de paralelismo, el miembro final (E) indica cuál será la conclusión al cumplirse todo lo anterior. En este caso, si los discípulos permanecen en su maestro y llevan así mucho fruto: 1) sus oraciones serán respondidas; y 2) el Padre es glorificado, porque: a) llevan mucho fruto; y b) prueban ser seguidores de Jesús.

El versículo 3 no entra en la estructura; es como un paréntesis. Es muy probable que efectivamente se trate de una glosa. Las estructuras semióticas también nos permiten descubrir los agregados posteriores, que no formaban parte del texto originario.

Aplicación hermenéutica

Léon-Dufour dice que el lenguaje utilizado produce una “fusión de horizontes” (como decía Gadamer), gracias a la cual el presente de los discípulos coincide con nuestro presente. La situación de la comunidad joánica simboliza la situación de las personas creyentes de todos los tiempos.7

De esta forma, nos vemos reflejados y reflejadas en esos pámpanos que se mantienen unidos a la vid, tal como nosotros y nosotras nos mantenemos unidos a nuestro maestro. También para nosotros y nosotras valen estos consejos de permanecer en Cristo, para ser fructíferos y estar en comunión con Dios, haciendo su voluntad.


Notas:

1. Xavier Léon-Dufour, Lectura del evangelio de Juan, vol. III (Salamanca: Sígueme, 1995), 129.

2. Ibid., 131.

3. Ibid., 126-127; Rudolf Schnackenburg, El evangelio según San Juan, vol. IV (Barcelona: Herder, 1987), 163-164; 170.

4. Schnackenburg, Op. Cit., 173-174.

5. Ibid., 170-171.

6. Ibid., 167.

7. Léon-Dufour, Op. Cit., 127.