Lectionary Commentaries for March 17, 2019
Second Sunday in Lent (Year C)

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Evangelio

Comentario del San Lucas 13:31-35

Nathan John Moser

La lectura del evangelio en Lucas 13:31-35 nos recuerda una verdad que la iglesia no acaba de entender después de 2000 años.

Como lo ha señalado Pablo Richard, la aspiración política de la iglesia parece cada vez más imposible e irrelevante.1 A esto también podríamos añadir que las aspiraciones políticas de la iglesia han sido algo selectivas. Como ha comentado el teólogo anabaptista Timothy Erdel, hasta el día de hoy nadie ha propuesto que los E.E.U.U., siendo una nación cristiana, aprueben leyes que obliguen a ofrecer la otra mejilla al enemigo, entregarle nuestra ropa o llevar sus cargas por más de una milla (Mt 5:39-41). Si ni la propia iglesia vive según esta visión, ¿cómo podemos pretender que un país lo implemente como ley?2

Por otra parte, si bien no hemos podido establecer la moral por ley, tampoco hemos podido resistir los coqueteos de Constantino y del poder político.3 Pareciera que ni siquiera las tradiciones eclesiásticas que más abogan por la separación de la iglesia y el estado han resistido la tentación de moldear sus ministerios de acuerdo con los dictámenes del imperio. No faltan ejemplos de iglesias que han organizado sus ministerios de una manera que las pone a salvo de las amenazas políticas.

Jesús, muy por el contrario, en su camino a la cruz, demuestra que no nos deben preocupar las ventajas ni las amenazas políticas, sino la posibilidad del juicio para quienes rechazan el reino de Cristo (vv. 34-35).

Amenazas políticas puestas en perspectiva

Puede ser que nos desconcierte leer que los fariseos intentaron ayudar a Jesús animándole a que huyera del territorio de Herodes. “Aquel mismo día llegaron unos fariseos, diciéndole: ‘Sal y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar’” (v. 31). Sean cuales fueran sus motivos –puede ser que quisieran preservarle la vida o apresurar su llegada a Jerusalén para su juzgamiento,4 los consejos de la élite religiosa no cambiaron la misión de Cristo (v. 32).

Herodes Antipas, llamado “zorra” por Jesús, era tetrarca de Galilea (Lc 3:1; 8:3; Hch 4:27; 12:1-23; 13:1; 23:35) y gobernó ese territorio desde 4 A.C. – 39 D.C. Ser apodado como “zorra” no necesariamente implicaba que Herodes fuera listo, sino que tenía corazón de asesino. Los zorros se comen a las gallinas (v. 34; Lc 23:6-16), como nos recuerda su asesinato de Juan el Bautista (Lc 9:7,9).5 Curiosamente, a pesar de que sabía que podía costarle la vida, el Bautista se resistió a conformar su ministerio para salvarse de las amenazas políticas. Más bien, el profeta denunció a Herodes por su adulterio (Mt 14:1-12). Hoy en día, la iglesia, debe contar con que, a pesar de la persecución y martirio, las puertas del Hades (infierno) no prevalecerán contra ella (Mt 16:17-18; Ap 11:15). El sufrimiento a manos de los políticos no señala el fin del plan de Dios en Cristo (Hch 5:41).

Un ministerio centrado en la cruz y resurrección de Cristo

En el relato vemos que Jesús está resuelto a seguir su camino a Jerusalén sabiendo que allí le esperaba la muerte de profeta (Lc 9:51; Jer 26:2–23; 38:4-6; 2 Cr 24:20-24; Hch 7). A su vez, las palabras de Jesús en el v. 32 (“Echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra”) sin duda señalan su resurrección (Lc 9:22; 18:33; 24:7; 24:46; Hch 10:40).6 Cabe realzar que la palabra del original griego teleioumai que la versión Reina Valera 1995 traduce como “termino mi obra,” se encuentra también en la Septuaginta (LXX), donde se refiere a la consagración de un sumo sacerdote.7 Y en efecto, la muerte y resurrección constituyen a Cristo como nuestro sumo sacerdote (Heb 7:20-24). El Cristo crucificado y resucitado quien intercede por nosotros/as debe ser, pues, el principal enfoque del ministerio cristiano (1 Co 2:2).

Profecías sobre un amor mal pagado

Finalmente, el relato nos debiera conmover en vista del rechazo que sufrió Cristo por su propio pueblo. Mientras que Jesús apoda a Herodes como una “zorra,” aplica a sí mismo la metáfora de una gallina deseosa de juntar sus polluelos debajo de sus alas (v. 34). La imagen de las “alas” es frecuentemente usada para describir el cariño y cuidado de Dios por su pueblo (Dt 32:11; Éx 19:4; Sal 17:8; 36:7; 57:1; 61:4; 91:4).8 Tristemente, para Jerusalén, la denegación de refugiarse bajo las alas de Cristo desencadenaría el juicio: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, pero no quisiste!” (v. 34).

El templo sería dejado “desierto” y desolado (v. 35; Jer 13:17; Sal 7:11-16). Como lo comenta Gledenhuys, Dios ya no extendería su protección al templo (“la casa”). Jerusalén se quedaría sola, sin poder defender el templo que, finalmente, fue destruido por los romanos en el año 70 D. C.9 No obstante, Jesús llegaría el Domingo de Ramos (Lc 19:37-38) para extender sus alas al pueblo, ofreciéndoles su amor y reino una vez más. A pesar de la destrucción del templo, que era el símbolo de la elección del pueblo, la promesa de su entrada seguiría vigente para quienes le recibieran.

Al final, resulta que las palabras de la gallina a sus polluelos son más relevantes que las palabras que el zorro dirige a la gallina.10 En efecto, la amenaza del juicio por un amor mal pagado nos debe orientar a la hora de relacionarnos con Jesús.


Notas:

1. Pablo Richard, “¿Esperanza o Caos?: Fundamentos y alternativas para el siglo XXI,” Revista Electrónica Latinoamericana de Teología RELaT 127, 2006.

2. Timothy Paul Erdel, “Go Tell that Fox!,” en The Activist Impulse: Essays on the Intersection of Evangelicalism and Anabaptism, eds. J. Burkholder y D. Cramer (Pickwick Publications/Wifp and Stock: Eugene, OR, 2012), 336.

3. Constantino, el emperador romano, legalizó el cristianismo por el Edicto de Milán en el año 313 D.C.

4. Richard C. H. Lenski, The Interpretation of St. Luke´s Gospel (Augsburg Publishing: Minneapolis, 1961), 754; Norval Gledenhuys, The New International Commentary on the New Testament: The Gospel of Luke (Eerdmans: Grand Rapids, 1977), 382.

5. Robert H. Stein. Luke, Vol. 24 de The New American Commentary (Broadman & Holman: Nashville, 1992), 382-384; Craig S. Keener, The IVP Bible Background Commentary: New Testament (InterVarsity: Downers Grove, 1993), 228-229.

6. Robert H. Stein. Luke, 127.

7. La observación es hecha por E.E. Ellis según W. Leifeld, “Luke,” en Matthew, Mark, Luke, Vol. 8 de The Expositors Bible Commentary, ed. Frank E. Gaebelein (Zondervan: Grand Rapids, 1984), 974.

8. C. S. Keener, The IVP Bible Background Commentary: New Testament, 228-229.

9. N. Gledenhuys. The New International Commentary on the New Testament: The Gospel of Luke, 284.

10. La fábula del griego Esopo (siglos VII y VI A.C.) acerca de la gallina que es más lista que el zorro podría usarse como ilustración.