Lectionary Commentaries for June 16, 2019
La Santísima Trinidad

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Evangelio

Comentario del San Juan 16:12-15

Carlos F. Cardoza-Orlandi

El concepto teológico de la Trinidad es una piedra angular para muchas tradiciones en el cristianismo.

La teología de la Trinidad se va formulando poco a poco y a la luz de preguntas teológicas sobre la relación entre Dios Creador y Dios Hijo—o para usar el lenguaje típico de los primeros siglos del cristianismo, entre Dios y la Palabra (Jesús). Posteriormente se discutirá la relación entre Dios Creador (Dios Padre), Dios Redentor (Dios Hijo) y Dios Consolador (Dios Espíritu Santo), y para el Concilio de Constantinopla (381 EC) quedará bastante claro que hay una sola sustancia en las tres personas. Para finales del siglo IV queda establecida la teología de la Trinidad según la cual hay un solo Dios en tres personas, las tres personas de la misma sustancia, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

En la historia del encuentro del cristianismo con otras tradiciones religiosas monoteístas, dígase, el judaísmo y el islam, la teología de la Trinidad ha sido razón para debates. Las tradiciones judías e islámicas se arraigan en un concepto radicalmente monoteísta: Dios es uno solo y es totalmente distinto a su creación. Dios se da a conocer mediante su revelación en la Torah (para los judíos) o en el Qur’an (para los musulmanes). El cristianismo propone un gran misterio: Dios es uno y es distinto a su creación, pero en Jesucristo Dios se hace ser humano para redimir toda la creación. Por tanto, en Jesucristo, Dios se hace cercano, íntimo, y conoce plenamente no solo la humanidad, sino toda la creación. La única y absoluta revelación de Dios es Jesucristo y tal verdad continúa y se actualiza mediante la obra del Espíritu Santo.

Un ejercicio mental para clarificar la importancia de la teología de la Trinidad es el siguiente: “El Qur’an es al islam, lo que ___________ es al cristianismo.” En mis años como maestro, la mayoría de mis estudiantes cristianos/as llenan el blanco con “la Biblia.” No obstante, aún en nuestras tradiciones evangélicas la contestación correcta es “Jesucristo.” La Biblia no es la revelación del Dios cristiano. Jesucristo es Dios, es la encarnación y la única revelación de Dios—“el que me ha visto a mí, ha visto al Padre;” (Jn 14:9b). Y esta revelación es un misterio que se hace presente mediante la obra del Espíritu Santo—Dios mismo comunicando su amor redentor a toda la creación.

El pasaje que nos ocupa conecta al Dios Creador (Dios Padre) y Dios Redentor (Dios Hijo) con el Espíritu Santo. Recalco, esta relación trinitaria es un misterio. Sin embargo, no carecemos de instrucción que nos ayude a comprender este misterio:

El Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío y os lo hará saber (vv. 13-15).

Usualmente concluimos que estos versículos se refieren a información, a discurso racional cuya explicación no da lugar a duda. Y aún más, si quedase duda frente al discurso racional, entonces la duda es señal de incapacidad para entender el evangelio o rechazo del evangelio. Por largo tiempo hemos asociado la verdad del evangelio con un discurso racional, con una argumentación incuestionable, con el convencimiento absoluto. Esta es la vieja fórmula moderna para igualar fe, verdad y conocimiento. No son pocas las personas que piensan que entender el cómo del misterio es igual a vivir en el misterio.

No olvidemos el pasaje de la semana pasada donde Pentecostés conmemora la comunicación del evangelio: que somos objeto del amor de Dios y que tenemos un llamado a amar, como Dios ama, a todo lo creado. El intento de explicar cómo funciona la Trinidad sin aceptar el desafío de vivir en el misterio de la Trinidad, es efímero y contextual. ¿De qué vale explicar cómo funciona la Trinidad si no podemos vivir en la relación de íntima comunicación y relación que vive la Trinidad? No olvidemos que esa íntima y coherente comunicación y relación de un solo Dios en tres personas es el centro de la salvación y de la esperanza cristiana para toda la creación. La relación entre Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo es la verdad. El pueblo cristiano sirve a un Dios cuya naturaleza misma es la continua interacción entre las Tres Personas para la salvación de la creación. En otras palabras, no hay salvación sin la relación viva entre el Dios Trino. ¡Esta economía trinitaria, que puede considerarse como una distribución de responsabilidades, lleva a cabo la salvación de toda la creación! Es un misterio explicar cómo la sustancia los hace uno. No es un misterio, aunque es un desafío, vivir en la unidad que tiene la Trinidad. No obstante, vivir continuamente buscando la unidad del pueblo de Dios con el Dios Trino es descubrir la verdad del Espíritu.

Nuestro pasaje comienza con el deseo de Jesús de comunicarnos muchas cosas. Pero Jesús reconoce que sus discípulos/as no están preparados/as. Aún no ha llegado el momento para comprender. Pero Jesús promete que el Espíritu vendrá y nos guiará. Guiarnos a toda verdad supone que hay un proceso, un camino a seguir, una vida inclinada y dispuesta a ser dirigida. La actividad no se centra en pensar cómo se busca el camino ni en cómo se busca la unidad. La actividad es vivir en la unidad del Trino Dios, de manera que todo lo que tiene el Padre, que les pertenece al Hijo y al Espíritu, nos será revelado en nuestro testimonio de amar, como Dios ama, toda su creación.