Tercer Domingo de Adviento

El pasaje debería extenderse hasta el v.15, pues obviamente constituye una unidad literaria.

December 12, 2010

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Comentario del San Mateo 11:2-11



El pasaje debería extenderse hasta el v.15, pues obviamente constituye una unidad literaria.

Se detecta la siguiente estructura:

A.  Juan oye en la cárcel sobre los hechos de Jesús (2)
B.  Juan manda a preguntarle si él es el (Mesías) que había de venir (3)
C.  Jesús responde describiendo su ministerio con temas sacados del AT (4-6)
C’. Jesús describe el ministerio de Juan con citas del AT (7-13)
B’. Jesús afirma que Juan es el Elías que había de venir (14)
A’. Jesús exhorta a oír su declaración (15)

Esta estructura de por sí ya nos sugiere una serie de cosas interesantes:

A/A’:
El oír de Juan en la cárcel se conecta con la exhortación de Jesús a oír lo que está  diciendo (v.15). Esto se aplica no solo a la gente del v. 7 pero también a Juan, quien debe aceptar que el ministerio de Jesús se ha desviado un tanto de lo que él anticipaba, pues el elemento de juicio anunciado por el bautista no figura aparentemente entre aquellas actividades que Jesús menciona como constitutivas de su trabajo. Sin embargo, cuando Jesús dice “bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí” reconoce que habría quienes verían en él un motivo de escándalo (la palabra griega es scandalizo).

B/B’:
La pregunta de Juan a Jesús y la respuesta de Jesús a la gente están relacionadas. Desde una cierta perspectiva, Jesús responde la pregunta de Juan. En la tradición apocalíptica el que había de venir se refería al Elías revividus de Malaquías 3:23-24 y Jesús describe su ministerio en términos de milagros, algunos de ellos muy parecidos a los realizados por Elías (ver 1 R 7:17-24). En este sentido, Jesús es un nuevo Elías. Sin embargo, desde la perspectiva de la narración de Mateo la pregunta de Juan se refiere a si Jesús era aquel que había de venir después de él (ver 3:11 y 21:5, 9). Y la respuesta es: mis obras hablan por mí. Juan, entonces, cumple la función del Elías de Malaquías de preparar al pueblo para la venida del día de Yahvé. Jesús, por otro lado, es el  Mesías (Cristo, v. 2) que había de venir, el Señor al que se refiere Mateo 3:3.

C/C’:
Utilizando lenguaje sacado de Isaías 35:5-6 Jesús describe su ministerio en términos de los milagros realizados por él en los capítulos 8 y 9 de Mateo. El anuncio del evangelio a los pobres se hace eco del cántico del siervo de Yahvé en Isaías 61:1-2, algo que Lucas 4:17-21 también va a puntualizar. A la misma vez, Jesús habla de Juan citando Éxodo 23:20 y Malaquías 3:1, una cita compuesta que Mateo toma directamente de Marcos 1:2-3; lo único que aquí solo utiliza la primera parte de la cita, pues la segunda parte ya la había utilizado en 3:3. Lo importante aquí es notar que el ministerio de ambos profetas sigue un modelo bíblico anticipado ya en el AT. Jesús es el Mesías Siervo y Juan el Elías “que había de venir.” El mensaje de la estructura, comunicado a través de su forma concéntrica que pone mayor énfasis en las dos letras centrales, C y C’, es que aquello anticipado en el AT ha comenzado ahora a cumplirse. Dios está actuando de una nueva manera. Su pueblo debe entonces oír lo que estos dos enviados están anunciando: “¡Arrepentíos! El reino de los cielos se ha acercado.”

Juan envía a dos de sus discípulos a Jesús. Esto demuestra que Juan tenía seguidores y que ambos líderes compitieron por un tiempo por la lealtad del pueblo. También los fariseos tenían discípulos, de manera que podemos imaginarnos un tiempo en el que el movimiento de Jesús era otro movimiento entre muchos que proponían formas alternativas de leer e interpretar la ley. Debemos recordar que en Mateo sobre todo Jesús viene a cumplir la ley, no a abrogarla (5:17-19). De a poco, el movimiento iniciado por Juan fue absorbido por el movimiento de Jesús, como lo vemos en Hechos 19:1-7.

El mensaje de Juan pareciera ser más apocalíptico que el de Jesús, pues habla de juicio y de retribución (3:7-12), mientras que Jesús habla de predicar las buenas noticias a los pobres (11:5), concentrándose más en la misericordia que en el juicio de Dios (ver Mateo 5:20-48). Sin embargo, debemos notar que Juan está adecuando el mensaje a su audiencia. Su anuncio del juicio venidero es para los fariseos y los saduceos, no para el resto del pueblo (3:7-12). Jesús también va a criticarlos (23:13-32) y los condenará con palabras similares a las de Juan (23:33-36). Esto nos enseña una importante lección: cuando nos levantamos a exponer la Palabra de Dios siempre debemos tomar en cuenta cuál es nuestra audiencia. Hay personas que no necesitan escuchar sobre el juicio de Dios, pues ya están siendo juzgadas por nuestra sociedad (minorías étnicas, inmigrantes, homosexuales, etc.). Otras, por el contrario, necesitan saber que Dios no acepta la explotación, la opresión y el prejuicio, sobre todo cuando se los cubre con un manto de religiosidad.

Acá tenemos otra bienaventuranza, esta vez para la persona que no hallara en Jesús un motivo de escándalo. Según Mateo, hay tres grupos específicos que se escandalizaron de Jesús: amistades y parientes (13:57), los fariseos (15:12) y sus discípulos (26:31-33). En otras palabras, todos llegarían a escandalizarse de Jesús, tanto de su persona como de sus enseñanzas. Esto siempre ha sido así. Si tomamos seriamente lo que Jesús vino a proclamar, que el reino de Dios está cerca, entonces la  única respuesta de la sociedad hacia su mensaje es escándalo y oposición.

¿Cuáles serían aquellos elementos escandalosos en el mensaje de Jesús? ¿Cómo puede la iglesia de hoy en día ser fiel a ese mensaje? ¿Qué cambios deberían operarse en el seno de la iglesia como institución para que se transforme en un vehículo de cambio? Estas son algunas preguntas que surgen de un análisis homilético del pasaje.