Vigésimo primer domingo después de Pentecostés

La lectura para este día me hace recordar mi lucha cuando niño para memorizar los diez mandamientos.

Matthew 22:37
"You shall love the Lord your God with all your heart, and with all your soul, and with all your mind." Photo by Chang Duong on Unsplash; licensed under CC0.  

October 25, 2020

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Comentario del San Mateo 22:34-46



La lectura para este día me hace recordar mi lucha cuando niño para memorizar los diez mandamientos.

En cierta manera, pensaba que saberlos de memoria sería suficiente para agradar a mis padres y, por cierto, al Señor. Por lo tanto, cuando intentaba recordarlos y olvidaba alguno o más de uno, sentía una sensación de fracaso. “Sólo recordé siete de ellos,” pensaba dentro de mí; “hoy les fallé a mis padres y al Señor.” Reflexionando sobre esa etapa de mi vida, creo que mi sentido del fracaso venía del hecho de que los diez mandamientos, por su estructura gramatical, enfatizan lo que no se debe hacer. Por consiguiente, si olvidaba alguno de los mandamientos, existía, según mi pensar, la posibilidad de que en algún momento del día hubiera hecho algo incorrecto.

Ahora, dejemos mi recuerdo de niño a un lado y vengamos al presente. En estos momentos estoy casado. Laura y yo hemos sido bendecidos con tres hijas. Ser padres nos enseña muchas cosas. Una de ellas es qué tipo de estructura educativa usarás como padre o madre. Mi experiencia fue depender de los modos negativos. “¡No hagas eso!” “¡No hagas lo otro!” En fin, mi listado de lo que “no” podían hacer nuestras hijas era mucho más amplio y descriptivo que el listado de los “sí.” Por el contrario, Laura es de usar los modos positivos. Un día, Laura me dijo: “¿Qué tal si usas más los modos positivos y menguas los negativos? Muéstrales lo que pueden hacer y cómo lo deben hacer.” No se pueden imaginar cuántas veces repito esa conversación en mi mente. Hoy fue uno de esos días. Este recuerdo me hizo pensar en lo siguiente. Es imposible que un niño esté quieto todo el tiempo. Es más, es imposible que una persona adulta esté quieta, a menos que sea por motivos de enfermedad u otro factor externo. Somos gente en movimiento. Somos seres vivientes. ¡Vivimos! Y lo hacemos en comunidad, entre gente que conocemos y gente que desconocemos. Así que lo que creo que Laura me decía entre líneas era que es más productivo enseñarles a las personas cómo deben vivir y no invertir mucho tiempo en cómo no deben de hacerlo.

Mientras leía lo que otros comentaristas han dicho de este pasaje del evangelio de Mateo, me llamó la atención que uno de ellos reflexionara sobre el hecho de que Jesús no responde a la pregunta de los fariseos haciendo referencia directa al decálogo, sino que cita el libro de Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18. Para Leon Morris, la mención del decálogo hubiera sido bien recibida por sus interlocutores ya que los diez mandamientos “fueron escritos por el dedo de Dios, y como grupo, se distinguen del resto de los mandamientos reconocidos por los judíos.”1 Sin embargo, Jesús optó por responder la pregunta de cuál era el mayor mandamiento citando un texto muy conocido por los judíos: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” (v. 37). De seguida, Jesús añadió otra parte a su respuesta: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (v. 39). En cierta manera, Jesús toma la ruta de un modo positivo. En vez de responder con lo que no debían hacer, expresó lo que debían hacer. En este caso el mandamiento es amar.  

De manera similar a mi experiencia con Laura y nuestras hijas, Jesús propone una nueva manera de ver la experiencia cristiana. Aunque la pregunta fue hecha con el fin de tentar y poner a prueba a Jesús, este aprovechó el momento para sugerir una nueva manera de modelar la espiritualidad y moral cristiana. No es suficiente vivir con aquello que no debemos hacer. Creo que es más importante saber cómo debemos vivir. La respuesta de Jesús, que como él mismo dijo, resume lo dicho por la Ley y los Profetas, no se ampara en una inactividad religiosa, sino en una intencionalidad de vida cristiana que busca imitar a Cristo. Una vida cristiana que nos invita a amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente, y a nuestro prójimo como a nosotros/as mismos/as. ¡Que el Señor nos ayude a vivir de tal manera!


Nota:

1. Leon Morris, The Gospel According to Matthew (Grand Rapids: Eerdmans, 1992), 563 (mi traducción).