Fourth Sunday in Lent (Year C)

El texto que nos convoca presenta un salto de versículos, pero mantiene continuidad.

March 6, 2016

View Bible Text

Comentario del San Lucas 15:1-3, 11b-32



El texto que nos convoca presenta un salto de versículos, pero mantiene continuidad.

La primera parte consiste en una introducción (vv. 1-3) y la segunda parte es una de las tres parábolas que contiene este capítulo (vv. 11b-32).

La primera parte nos presenta a la audiencia de Jesús: por un lado publicanos (recaudadores de impuestos) y pecadores (v. 1), y por el otro, fariseos y escribas que miran con lupa las palabras y acciones de Jesús. Esta presentación de los personajes que conforman la audiencia de Jesús nos da la clave para comprender todo el capítulo 15 de Lucas.

El público de Jesús

Los fariseos y escribas, como dice el texto, “murmuraban, diciendo: –Este recibe a los pecadores y come con ellos” (v. 2). ¿Cómo se justifica la presencia de Jesús en medio de los pecadores? Solo mediante las parábolas de la oveja y moneda perdida y principalmente con la parábola del hijo pródigo, el texto da una respuesta a estas murmuraciones.

Los publicanos y pecadores por un lado, y los fariseos y escribas por el otro, son dos públicos encontrados y totalmente opuestos. Los celos de quienes se creían puros y favoritos de Dios los llevan a acusar a Jesús de juntarse con impuros y pecadores (los aborrecidos y maldecidos de Dios; recordemos que pensaban que todo aquel que no conocía la ley era maldito).

Lo escandaloso de las parábolas que vienen a continuación es que Jesús es capaz de invertir todo este orden religioso que habían creado los dirigentes partiendo de la idea de un Dios que premia y castiga. Jesús va a justificarse afirmando que él está del lado de los “perdidos” y que Dios se alegra con ellos y ellas.

La posición de Dios y la de Jesús

Analizando el texto de la segunda parte, encontramos que si hay una palabra que amerita ser estudiada con mayor profundidad en esta parábola del padre misericordioso es sin duda el verbo que aparece en el v. 20, traducido por la versión Reina Valera 1995 como “fue movido a misericordia,” y que en el original griego es esplanchnisthe. El infinitivo es splagchnizomai y significa sentir que las entrañas anhelan, sentir lástima, compadecer, mover a misericordia, compasión. Este verbo procede del sustantivo splagchna, que significa vísceras principales, es decir, corazón, pulmón, hígado e intestino. Los griegos sostenían que estas vísceras constituían el asiento de las emociones y pasiones, especialmente de la ira, la ansiedad, el miedo e incluso el amor. Partiendo de esta idea, se formó, en el griego posterior, el verbo splagchnizomai que no describe una piedad o compasión ordinaria, sino una emoción que conmueve lo más recóndito del ser humano. Esta es la palabra griega para expresar con mayor fuerza la idea de compasión.[1]

Este mismo verbo también se menciona en Lc 10:33 para designar la compasión que movió al samaritano a ayudar al viajero herido en el camino de Jericó y en Lc 7:13 para designar la compasión que tuvo Jesús de la viuda de Naín. De ahí la relevancia de esta palabra dentro del relato de Lucas 15.

Por otro lado, existe una repetición interesante en boca del padre en los vv. 24 y 32: “Porque este mi hijo muerto era y ha revivido; se había perdido y es hallado.” La alegría y el gozo que siente el Padre por el regreso de su hijo es indescriptible; de ahí la repetición casi idéntica de la misma frase. La primera vez el padre dirige las palabras a los siervos y la segunda vez a su hijo primogénito, que creía haber cumplido con todo, pero le faltaba una cosa: misericordia. Pues tiene un hermano menor al que ni siquiera reconoce como hermano, pues le dice al padre: “Este hijo tuyo” (v. 30).

Como toda parábola de Jesús, también esta invita a la audiencia a que se identifique con los personajes del relato o tome posición. La identificación del hijo mayor con los fariseos y maestros de la ley es clara; son ellos los que creen que cumplen con la ley y que eso es suficiente. Y esta idea los lleva a descalificar a los demás, acusándolos de “pecadores.” Está claro que el pueblo judío es el primogénito de Dios; ellos son los elegidos para la alianza. Pero la novedad de Jesús es que en el Reino de Dios todos tienen cabida, especialmente los excluidos de esa sociedad.

El hijo menor representa a los pecadores y recaudadores de impuestos, y Jesús se comporta con ellos como lo hace el Padre de la parábola. Jesús busca a los “perdidos” y de ese modo despierta en ellos el arrepentimiento y la decisión de volver a la casa del Padre.

Seamos misericordiosos como el Padre[2]

Las personas católico-romanas estamos celebrando (desde el 8 de diciembre de 2015) el año santo de la “Misericordia” con el lema “Seamos misericordiosos como el Padre” (Lc 6:36). Este es un anuncio escandaloso de Jesús: la misericordia del Padre para con los “hijos pródigos,” que nos convoca a salir de nuestros espacios eclesiales fosilizados para promover espacios de fraternidad y sororidad en nuestras sociedades. Estamos llamados y llamadas a buscar el diálogo interreligioso y los espacios ecuménicos que nos fortalezcan y nos unan, porque sólo así seremos fieles a la enseñanza de Jesús de ver al diferente con misericordia y compasión desde las entrañas. Por eso valoro tanto este espacio—el de WorkingPreacher—que nos da la oportunidad a representantes de todas las confesiones cristianas de compartir nuestros sentires y pensares y de hermanarnos así desde este Jesús que nos convoca a la misericordia.

Quiero citar finalmente las palabras del Papa Francisco para justificar el año del “jubileo” de la misericordia y exhortarnos a no vivir entrampados en las leyes éticas y morales, sino a vivir el amor como un proceso continuo y universal:

Al mundo le hace falta descubrir que Dios es Padre, que hay misericordia, que la crueldad no es el camino, que la condena no es el camino, porque la misma Iglesia a veces sigue una línea dura, cae en la tentación de seguir una línea dura, en la tentación de subrayar sólo las normas morales, pero mucha gente se queda fuera. Me vino a la mente la imagen de la Iglesia como un hospital de campaña después de la batalla: ¡cuánta gente herida y destruida! . . . Creo que este es el tiempo de la misericordia. Todos somos pecadores, todos llevamos pesos dentro.[3]

¡Que el eco de estas palabras nos libere de la moralidad sin amor y nos anime a vivir el jubileo de la misericordia!


Notas:

[1] Significado extraído de William Barclay, Palabras Griegas del Nuevo Testamento (El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones, 1977), 209-212.

[2] Lema del año santo de la misericordia anunciado por el Papa Francisco.

[3] Véase esta entrevista al Papa Francisco.