Decimoquinto domingo después de Pentecostés

Otra vez el énfasis en el silencio, típico de Marcos, no sólo sobre las palabras, sino también sobre los hechos de Jesús.

MET-Salvador Dali-Madonna-detail 1
"MET-Salvador Dali-Madonna-detail 1." Image by Ben Northern via Flickr; licensed under CC BY-NC-ND 2.0.

September 6, 2015

View Bible Text

Comentario del San Marcos 7:24-37



Otra vez el énfasis en el silencio, típico de Marcos, no sólo sobre las palabras, sino también sobre los hechos de Jesús.

¿Por qué el evangelista muestra tanta precaución? ¿Era tal vez la época de la primera persecución, la de Nerón (año 64 DC)? Aunque no lo podamos precisar, la sospecha es legítima.

La siguiente cita de Ireneo nos confirmaría la suposición: “Así Mateo, entre los hebreos, escribió el evangelio en la lengua de ellos, mientras Pedro y Pablo en Roma evangelizaban y fundaban la Iglesia; después de la muerte de ellos, Marcos, discípulo e intérprete de Pedro, nos comunicó por escrito las cosas que habían sido anunciadas por Pedro.”1 Precisamente la frase “después de la muerte de ellos [Pablo y Pedro]” podría ser una referencia a la persecución de Nerón.

En este pasaje, además, se reafirma la apertura del evangelio a toda criatura, al estilo paulino. Ninguno de los lugares nombrados pertenece a Israel. Allí sin embargo Jesús cura a dos personas, ambas “extranjeras” (no israelitas) e incluso en uno de los casos se utiliza una palabra aramea, que es traducida por el autor para que sus oyentes entiendan: “¡Efata! (que quiere decir: ‘Sé abierto’)” (v. 34).2

Recordemos que estos pasajes son presentados después de que en Marcos 6 los nazarenos desprecian a Jesús por ser uno de ellos. ¿De dónde le viene la autoridad? ¿No era éste el que jugaba con nuestros hijos, el “hijo de María” (6:3)? La falta de fe del auditorio lo obliga a alejarse y a recorrer lugares que no son estrictamente Israel. Según Lucas 4:16-30, cuando Jesús es lector en su propia sinagoga en Nazaret, sus paisanos le niegan autoridad y lo reconocen, pero sólo como al niño que jugaba con los demás niños nazarenos cuando era pequeño. Es el momento durísimo en que lo quieren despeñar por profanar la escritura y él, sin mediar palabra, cuando llegan al borde del despeñadero, se da vuelta, los mira y pasa por en medio de ellos… yéndose por fin de Nazaret, a recorrer Galilea, la Decápolis, los alrededores del lago de Tiberíades e incluso Siro-Fenicia…Sólo más tarde llegaría la subida a Jerusalén. Muchos creyeron en él, pero “ningún profeta es bien recibido en su propia tierra” (Lc 4:24).

Lo primero que nos llama la atención es que consecuentemente con lo anterior, en los dos casos, como también sucede en Lucas y Mateo, se insiste en la fe de la persona que pide, más que en la curación en sí misma. La curación es un testimonio de la fe de quienes la piden, sea la persona misma, sus padres, o sus amigos. “Tu fe te ha salvado; ve en paz,” resuena en nuestros oídos (Lc 8:48, entre muchos otros versículos que recogen palabras similares de Jesús).

Jesús no es un curandero; la curación depende de la fe del creyente. Esa fe que hemos recibido por gracia en el Señor, eso es lo que nos cura…no los pases de manos, aunque los haya. El tocar, la saliva, son elementos que ayudan a las curaciones. En otra ocasión es nada más que una orden: “Levántate.” ¿Va a haber una respuesta concreta? Eso es lo que se pide. No solamente hay que pagarle al médico, no solamente hay que hacer exámenes; se nos pide también y fundamentalmente, fe. Obviamente que tenemos que cumplir con todas las exigencias de los médicos y tomar la medicación prescripta cuando estemos enfermos… pero lo que nos va a curar es nuestra fe, aun cuando no seamos israelitas puros, aun cuando no cumplamos al pie de la letra con las disposiciones farisaicas, y no importa a qué pueblo pertenezcamos. Esto es lo que nos deja la recorrida de Jesús por el “extranjero.” Reafirma la fe paulina de que el evangelio es para toda criatura… cosa que al final hasta Pedro reconoce.

Cuando alguien se acercaba a Jesús con alguna necesidad, Jesús no preguntaba primero si trataba de un griego, o un romano, o un sirio, o un samaritano. Tampoco hoy en occidente deberíamos preguntar si el otro es musulmán, judío o cristiano. No importa. Lo importante es la súplica con fe fuerte y sincera. Esa fuerte fe que ni siquiera tenemos que pedir, dado que la recibimos gratis en el hecho de que Dios nos ama (Pablo, Agustín, Lutero).

¿Cómo es esto además hoy en este presente tan confuso que vivimos, con lo que un amigo llama la “tecnorevolución”,3 y con una guerra que no ha sido declarada, pero que se libra igual, y con mucha dureza y dolor?4

Hacer justicia al ser humano y a la creación es la necesidad más grande y urgente de nuestro tiempo. Toda la iglesia debería ser conciencia crítica de la sociedad y de sí misma, denunciando las injusticias y a los injustos, empezando por su casa y continuando por los grandes banqueros, las multinacionales, los políticos usureros y corruptos, y las leyes y decisiones injustas que benefician a los de arriba y aplastan a los de abajo.

Pertenecemos a un sistema enfermo, que nos enferma efectivamente. Muchos dirigentes enfermos de codicia son en realidad responsables de enfermar y matar a sociedades enteras, y se aprovechan del efecto económico vigorizante de la guerra para los grandes países en crisis, que les permite vender su tecnología más fácilmente.5 Efata nos dice Jesús, para continuar con su predicación sobre la paz y el amor de Dios. Él es quien nos cura, porque creemos en él, y él es nuestra única esperanza en los tiempos que vivimos. “Dios con nosotros y nosotras” es la fórmula de nuestra fe y la consigna de esta lucha que debemos librar contra los poderes maléficos que quieren ordenar el mundo a su gusto y placer, oprimiendo a los de abajo, matándolos de hambre, o humillándolos con miles de muros. Sí, tiramos abajo el de Berlín en 1989, pero ahora hay muchos otros,6 y además están todas las leyes que impiden el flujo de la mano de obra, a menos que convenga, porque están dispuestos a trabajar por un plato de arroz. Deberemos decidirnos: o es el Señor o Mammon. No pueden convivir; “no podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mt 6:24). Lo que se está decidiendo no es sólo nuestra enfermedad; es la muerte social.

Pedimos al Señor Jesús que nos cure de nuestra ceguera, tartamudez y sordera, y que nos acompañe en el camino de su paz. Amén


Notas:

1. San Ireneo, Contra las herejías, III,1,1. Véase http://www.conocereisdeverdad.org/website/index.php?id=6289 (consultado: 8 de mayo, 2015).

2. Este es uno de los elementos que nos marcan que Marcos era de origen judío y sus oyentes no.

3. Enrique Orellana, chileno de nacimiento y universal en su predicación. Si vemos a nuestros niños y adolescentes e incluso si nos miramos a nosotros/as mismos/as, reconoceremos que somos cada vez más dependientes de las computadores, las tablets, los telefonitos, etc.

4. Me refiero a la guerra económica. El Fondo Monetario Internacional (FMI), los bancos internacionales, China que prospera en forma exponencial por su permiso para polucionar el planeta en orden a su propio desarrollo, son los que mandan y transforman al planeta en su “corralito.” En Argentina, desde donde escribo este comentario, el agua es propiedad de los chinos. En Chile, el cobre ya no es chileno, y así con todos los recursos. En Chile también se vende el agua a los países centrales… y así, hasta con políticas educacionales que vienen de los países centrales, se libra una guerra silenciosa que está condenando a la pobreza a toda Latinoamérica.

5. Prácticamente todas las armas utilizadas en las guerras de Medio Oriente son de fabricación occidental, y los países occidentales las venden a los dos bandos sin problemas. Esto pasó también en las guerras europeas de principios y mediados del s. XX. Los que venden armas en realidad no tienen nacionalidad; sólo tienen bolsillos… desgraciadamente.

6. ¿Acaso el mar Mediterráneo no es un muro que mata a miles de africanos? ¿Y el muro que impide el paso de los mexicanos en busca del Dorado y del país de las promesas?