Christ the King (Year B)

Tenemos en este texto varias palabras y conceptos que son tomados del ámbito político.

November 25, 2012

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Comentario del San Juan 18:33-37



Tenemos en este texto varias palabras y conceptos que son tomados del ámbito político.

Será necesario entonces pensarlas desde ese ámbito para poder reconocer qué se está discutiendo entre Pilato y Jesús.

Querría considerar que esta narrativa es parte de una mayor, que es considerada por algunos autores como una puesta en escena de diversos actores en una especie de “teatro”, entre los cuales Pilato y los principales jefes judíos son los principales. La escena completa comienza en Jn 18:28 cuando Jesús es llevado de la casa de Caifás al pretorio, y finaliza en Jn 19:16 cuando Jesús es sacado de la escena del pretorio. El final de la actuación busca resolver la realeza o no de Jesús, hecho que se resuelve con el veredicto de los que están observando (Jn 19:14-15).

Pero, ¿por qué afirmar que esto es una escenificación? Lo diremos teniendo en cuenta por lo menos dos factores: en primer lugar porque comprenderemos las acciones que se llevan a cabo en público como acciones que requieren de un nivel de “actuación”. Es decir acciones que necesariamente deben representar roles ya estipulados en una sociedad, en una cultura. Cada uno de estos roles tiene un determinado guión que se relacionará con otros guiones desde diferentes lugares de poder. Las acciones públicas, y por esto políticas, son aquellas que no necesariamente llevan adelante los convencimientos propios, sino que ejecutan, o actúan, roles esperables y supuestos con anterioridad.

En segundo lugar, es una escenificación puesto que los personajes no saldrán de su rol socialmente asignado; aunque en algún momento puedan aparentar una “improvisación”, luego volverán a su guión natural. Esta improvisación, tanto en la escena de Pilato con los jefes judíos en el marco escenográfico general (Jn 18:28-19:16), como específicamente en la escena de Pilato con Jesús en el texto que tenemos para el día de hoy (18:33-37), tendrá como objetivo controlar, chequear, si los otros personajes actúan bien el guión que deben ejecutar. A modo de ejemplo de esta “improvisación” quiero destacar lo siguiente: en el texto de este domingo parece que Pilato está interesado en conocer “la verdad” sobre Jesús y su reino. Pilato actúa un papel improvisando un personaje sinceramente intrigado, una persona inquieta por conocer la naturaleza social de Jesús, el condenado. Pero ¿es real ese interés? Jesús es el que revela la actuación de Pilato como una improvisación, al no contestarle las preguntas, sino haciéndole a Pilato nuevas preguntas. Sabe que en Pilato no hay interés genuino por conocer la verdad, sino una actuación improvisada que busca ubicar a Jesús fácilmente en el lugar de culpable, en este caso de sedición por autonombrarse rey. Para saber si la acción de Pilato requiriéndole a Jesús que declare sobre su naturaleza real es sincera, tendríamos que preguntarnos: ¿Cambiaría Pilato el veredicto que parecía estar ya determinado desde el comienzo? Podemos responder que no, que no hay una actitud sincera en Pilato, y Jesús lo sabía.

Podemos pensar entonces, teniendo en cuenta estas perspectivas de la escenificación teatral que enmarcan esta narrativa joanina, el papel de Jesús.

En este sentido pareciera que la acción de Jesús busca descubrir todo el entramado narrativo que se está viviendo como una superficial actuación de poderosos. Si tuviéramos que pensar en clave de reinos, como proponía Jesús, podemos animarnos a afirmar que estamos ante dos posibles reinos. El reino de Pilato es uno tal que en la escenificación esconde su acción mortal, por la cual Jesús a modo ejemplar está ya siendo condenado. Este reino tiene en el poder material su última fuente de seguridad. Esto es lo que dice Jesús: “si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos” (Jn 18:36). En este versículo la palabra “pelear” en griego es agonitzomai. La sociedad que se basa y se construye en la lucha constante en el campo público es considerada agónica, en constante lucha. Pero esta sociedad que constantemente establece sus relaciones por luchas de poder tiene como contraparte el ocultamiento público en las escenificaciones donde pareciera que no existen tales luchas.

El otro reino, el de Jesús, es un reino que busca la verdad y en esa búsqueda transforma a los y las habitantes de ese reino en testimonios vivientes de la verdad. Esto es la gran diferencia entre los reinos según se podría entender al leer el texto. Jesús es un habitante del reino de Pilato pero a la vez es un habitante del reino de Dios. La verdad que este último buscará será la que termine mostrando toda la escenificación montada en el reino de Pilato para poder matar y justificar esa muerte. De eso se trata, descubrirá la narración, este conflicto entre reinos: el reino de la verdad está dejando al descubierto a la víctima inocente de ese reino de Pilato.

Leyendo la vida…
A lo largo de milenios hemos construido “reinos de Pilato”. Reinos en los cuales la muerte se encuentra justificada o disfrazada en escenarios públicos donde pareciera que algunos inocentes como Jesús son culpables. Hemos construido “reinos de Pilato” donde muchas veces participamos de las escenificaciones, participamos activamente y tenemos que reconocer que muchas de esas veces nos creemos los papeles teatrales de esas obras teatrales.

Pero el texto de hoy nos llama a ser habitantes de ese otro reino, el reino de la verdad. Ser habitantes de ese reino de la verdad es ser testimonios vivientes de la verdad. Es poder descubrir las actuaciones públicas que al asumirse están matando a nuestros hermanos y hermanas.

Uno de los primeros pasos en este reino es poder reconocer dónde están las víctimas. Y esto es el comienzo indispensable, puesto que el reino de Pilato oculta las víctimas para sacarlas a la luz disfrazadas de culpables destinados a condena. Esta búsqueda de las víctimas es la tarea inicial puesto que sin las víctimas no se puede descubrir el “reino de Pilato”. La víctima será quien nos ayude a desenmascarar el teatro montado en este tiempo.

La recordación de ese Cristo Rey es en primer lugar esto entonces. Un rey víctima del poder del “reino de Pilato”. Ese Cristo Rey se pone a sí mismo como testimonio de la verdad, como el primero que descubre los mecanismos de la escenificación.

Somos llamados entonces a ser testimonios vivientes de ese reino de verdad. Ese reino que al descubrir las víctimas descubrirá juntamente con ellas los caminos a seguir para su liberación y resurrección.