Fourth Sunday of Advent (Year B)

No cabe duda de que María de Nazaret debe recibir nuestra admiración y devoción.

December 18, 2011

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Comentario del San Lucas 1:26-38



No cabe duda de que María de Nazaret debe recibir nuestra admiración y devoción.

María, la madre de nuestro Señor, ha de servirle a la Iglesia como ejemplo de compromiso y dedicación a las buenas nuevas de Dios en Cristo. No ha habido en la historia de la Iglesia una persona con una misión más importante que la de cargar en su vientre a la encarnación de Dios. Por esta razón, María ha de servirnos como ejemplo de compromiso cristiano. Por esta razón, debemos mirar a ésta como la máxima expresión del deseo de servir a Dios y a su pueblo.

Contexto
El texto del evangelio de S. Lucas para este Cuarto Domingo de Adviento nos presenta la anunciación del nacimiento de Jesús. Al comienzo de su trabajo, el escritor del evangelio nos dice que éste ha investigado los hechos a los que hará referencia de manera diligente (Lc. 1.1-4) y que su propósito es el poder educar a la persona que lee sobre los mismos. Ciertamente no podemos hacer una afirmación concreta de que éste o los demás evangelios sean trabajos históricos en el sentido moderno. Sin embargo, las aseveraciones con respecto a la forma en que el evangelio de S. Lucas se nos es presentado nos puede ofrecer un poco de seguridad con respecto a la historia narrada.  

El evangelista nos informa en Lucas 2.19 que “…María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.” Definitivamente, la experiencia de la anunciación habría dejado una marca indeleble en el corazón de María. Este Cuarto Domingo de Adviento, María nos llama a compartir con ella en la expectativa de la manifestación de Dios en Jesús. ¿Cómo nos sentiríamos si fuéramos María, escuchando al ángel dándonos un anuncia de tal magnitud? ¿Cuál sería nuestra respuesta?

Existen tres frases en esta perícopa que son particularmente importantes para la Iglesia hispana. Invito a las predicadoras y a los predicadores a poner atención a los siguientes temas dentro de esta lectura: “bendita tú entre las mujeres”, “María, no temas” y “hágase conmigo conforme a tu palabra”.

“Bendita tú entre las mujeres”
Desde el momento de la anunciación María fue llamada “bendita”. La Madre de Nuestro Señor ha sido declarada por Dios como una persona llena de bendiciones. Históricamente hemos visto cómo las comunidades Católica Romana y Protestantes hispanas se han polarizado por el rol de María en la historia de salvación. En mi opinión, una lectura honesta del pasaje de S. Lucas no deja otra alternativa que reconocer el papel primordial que María juega en nuestra historia de salvación. 

La Madre de Nuestro Señor fue el odre en el cual Dios se hizo persona. Si proclamamos a Jesús como la encarnación de Dios, lo hacemos porque éste se hizo carne en el vientre de María. Las polarizaciones de nuestras comunidades eclesiásticas por el rol de María no son fundamentadas en las Escrituras. Por lo tanto, este domingo se presta para comenzar una discusión profunda y honesta sobre nuestro acercamiento a María de Nazaret, ya sea desde el Catolicismo Romano o de las diferentes manifestaciones del Protestantismo.

“María, no temas”
Una segunda aproximación al texto nos puede presentar la oportunidad de educar a nuestras comunidades de fe en torno a la forma en que nos relacionamos a las madres solteras. Siguiendo el texto de S. Lucas, podemos darnos cuenta que al momento de la anunciación María no estaba casada. Por el contrario, parte del temor de la virgen madre es que al momento de la concepción de Jesús ésta no tiene esposo.

La persona predicando este Cuarto Domingo de Adviento puede hacer referencia a la alta incidencia de mujeres jóvenes en nuestras comunidades latinas que son madres solteras. Si tomamos la narrativa de la anunciación como un ejemplo del amor extravagante de Dios, podemos ver cómo la Divinidad no tuvo problemas en hacerse humano en una mujer que pudo no haber tenido marido. Dios nos llama, entonces, a ser comunidades de bienvenida radical, donde las mujeres, en especial las mujeres madres solteras, son recibidas con el mismo amor con el cual recibimos a la Madre de Nuestro Señor.

No podemos pasar por alto el hecho de que el nombre de esta virgen madre es tan común en nuestras comunidades. Si Dios se pudo manifestar en una mujer humilde de los campos de Galilea, ¿por qué no podemos ver al Espíritu de Dios manifestado en las miles de madres solteras que llegan a nuestras iglesias cada domingo? El mensaje de espera de Adviento nos reta a estar a la expectativa de recibir a María, ya sea María de Nazaret o María la joven inmigrante que trae consigo la manifestación de Dios en Cristo con su presencia.

“Hágase conmigo conforme a tu palabra”
Por último, las palabras con las que termina la perícopa que nos ocupa son un llamado y reto a la Iglesia contemporánea. ¿Estamos a la disposición de dejar que se haga en nosotras y nosotros conforme a la palabra viva de Dios en Cristo? ¿Estamos dispuestas y dispuestos a dejar que Dios se encarne en nuestras acciones de justicia?

Este Cuarto Domingo de Adviento, cuando sólo nos falta una semana para recibir a Cristo en su Natividad, María nos invita a ser parte de la historia de Dios. Así como María estuvo a la disposición de Dios, la congregación es invitada a dejar que el Espíritu de Dios se manifieste en nosotras y nosotros. La disposición de María debe ser la misma que Dios encuentre entre su pueblo hoy día. Nuestra gente debería responder al llamado de Dios de la misma manera que lo hizo la virgen madre. Cuando Dios llama y nos pregunta si queremos ser el vaso por el cual Dios se encarne una y otra vez en medio de la humanidad, nuestra respuesta debería ser, siempre: “Aquí está la sierva [o siervo] del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.” Dejemos que María nos ilumine el camino a seguir.