Lectionary Commentaries for April 7, 2024
Segundo Domingo de Pascua

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Evangelio

Comentario del San Juan 20:19-31

Lizette M. Acosta

El pasaje contiene muchos mensajes y temas. Este comentario se enfocará en dos temas que están vinculados: el propósito del cuarto evangelio y el rol del Espíritu Santo en la misión de los/as seguidores/as de Jesús.

El propósito de Juan es descrito en el v. 31: este evangelio es escrito para que sus lectores/as creamos en Jesús como el Mesías, el escogido de Dios. Por tanto, el libro en su totalidad debe ser leído con esos lentes. El autor escribe para incitar, aumentar y sostener la fe de sus lectores/as. Desde su comienzo, el autor va presentado esta maravilla: el Verbo, aquél mediante quien todo el universo fue creado, se hizo como nosotros/as y habitó entre nosotros/as. Esta es la sorpresa mayor que el evangelio de Juan desea presentar: el Verbo hecho carne ha hecho posible la intimidad entre Dios y la humanidad. Por tanto, la base de la fe es creer que Jesús el Cristo ha completado su obra (ver Juan 19:30) de reconciliar a la humanidad con Dios.

Todo el capítulo 20, incluyendo la historia de María Magdalena y los otros dos discípulos, presenta una variedad de experiencias en llegar a creer. No todos pasaremos por el mismo proceso para creer. Este capítulo nos da licencia para aceptar que el desarrollo de la fe en Jesús como Mesías puede ser diferente para cada persona. María Magdalena creyó en la intimidad del momento con Jesús quien la llama por su nombre (20:16). Pedro y el otro discípulo creyeron al entrar a la tumba (20:3-8). Los discípulos, incluyendo a Tomás, creyeron al ver las cicatrices en el cuerpo de Jesús. Otros creerán aun sin haber visto al Jesús resucitado (20:25a y 28). Estas palabras deben ser de ánimo para los/as oyentes. Cada persona desarrolla su propia fe en una forma adecuada para esta persona. Esto no significa que su fe sea mayor o menor que la de otras personas. Sencillamente es diferente en su proceso. Jesús no demanda una manera de creer. No hay un modelo en particular para llegar a creer en Jesús como Mesías. ¡Lo importante es creer!

En los capítulos 14 y 16, el autor explica el rol del Espíritu Santo en los/as creyentes. En nuestro pasaje, Jesús les imparte a sus seguidores/as el Espíritu Santo luego de proclamar la misión a la cual son enviados/as: Así como el Padre envió a Jesús, Jesús envía a sus seguidores/as. En el griego hay dos verbos que son traducidos como “enviar” (apostellō y pempō), y ambos son comunes en Juan. Estos verbos comunican el compromiso misionero en el evangelio. No nos debe sorprender que Jesús imparta su Espíritu luego de proclamar la misión, ya que sin el poder del Espíritu, la misión no es posible. Entonces, ¿cuál es esta misión?

Para entender la misión, tenemos que saber algo de la ética de este evangelio. Juan no incluye una lista de comportamientos que debemos o no debemos repetir. En el cuarto evangelio, la ética presentada es una de imitación. O sea, Jesús insiste en que, así como él vivió y amó, debemos vivir y amar sus seguidores/as (ver, por ejemplo, Juan 13:15 y 34; 15:12; 17:21-22; y 20:21). La misión que Jesús proclama es igual: así como el Padre envió a Jesús (que quede claro que el Padre envió a Jesús a amar al mundo y no a juzgarlo; ver Juan 3:17), Jesús envía a sus seguidores/as.

¿A qué nos envía? La respuesta está en los versículos ya mencionados. Jesús nos envía a vivir a y amar como él lo hizo. Por medio de nuestro amor (nuestro amor a Dios y el amor mutuo) el mundo podrá ver y experimentar el amor de Dios por la humanidad (17:20-26, especialmente vv. 23 y 26). Si quien predica desea enfocarse en el regalo del Espíritu Santo, debe aclarar todo este contexto del cuarto evangelio: cómo el propósito de Juan está vinculado con la ética y la misión. Esto forma el contexto del regalo del Espíritu Santo.

Considerando el propósito singular de Juan, la interpretación de lo que el autor considera pecado se tiene que entender dentro de dicho propósito. Pecado en el evangelio de Juan es el rechazo de esta intimidad con Dios que es posible mediante la vida y obra de Jesús. Por tanto, en Juan, el pecado no categoriza la moralidad, sino que consiste en rechazar a Jesús. Esta idea también nos ayuda a entender a qué se refiere el perdón o retención de pecados en el v. 23. No debemos pensar que Jesús está sugiriendo que retengamos los pecados de nadie. Esta idea no va a la par con el mensaje del amor universal de Dios (Juan 3:16). Al proclamar la posibilidad de retener pecados, Jesús nos recuerda la gran responsabilidad que tenemos como sus seguidores/as. En otras palabras, la posibilidad de perdonar o retener pecados no se debe entender de manera literal. Más bien, es un sobrio recordatorio del impacto de nuestras vidas en el mundo. Cómo vivimos y amamos tiene un impacto directo en nuestro testimonio al mundo. Esto es, nuestra ética y nuestra misión no se pueden separar. En cierta forma, cuando no vivimos y amamos como Jesús lo hizo, no somos capaces de revelar al mundo el amor de Dios por la humanidad (Juan 17:23), y el mundo no se entera de la vida y obra de Jesús el Cristo para, de esta forma, creer en él.

En última instancia, la ética y la misión son la misma cosa. Jesús nos envía a vivir y amar como él lo hizo. Jesús es el estándar de nuestra ética. Al vivir y amar así como Jesús lo hizo, cumplimos la misión de revelar al mundo el amor de Dios en Jesús el Cristo mediante el poder del Espíritu Santo.